Episodio 29 – El Primer Cónsul Plebeyo

Finalmente, los plebeyos tienen un Cónsul de entre los suyos. Y enhorabuena, porque el problema de los guerreros Samnitas se avecina con cada invierno que pasa. Y hablando de inviernos, esta vez tenemos un invierno que acaba con nuestro Lucio, y con Marco Furio Camilo.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 29 — El Primer Cónsul Plebeyo.

Estamos en el año 368 antes de Cristo. Un joven de alta estatura, llamado Lucio Sexto Laterano, acababa de desmontar frente al edificio del Senado, con tres pergaminos de papel bajo su hombro.

Lucio Sexto Laterano era un Tribuno de los Plebeyos.

En otras palabras, él era automáticamente un enemigo del 100% de los Patricios de Roma, y nada que estuviese en su poder, era bienvenido en el Senado.

Mucho menos, tres gruesos pergaminos, conteniendo leyes que cambiarían Roma.

Cuando Lucio Sexto Laterano subió por las escalinatas, él estaba muy consciente que toda Roma lo miraba. Tres de sus proyectos estaban a punto de convertirse en leyes, y esta vez, ni el mismísimo Camilo no se le pondría en el camino.

La primera ley hacia que todo lo que un deudor pagaba en forma de intereses, se convertía en capital de dicha deuda, y, por ende, el pago de deudas ya no sería como una vuelta de mula, atada a un molino para moler granos.

La segunda ley le prohibía a cualquier persona, Patricio o plebeyo, poseer más de 300 acres de tierra sin uso, y en los alrededores de Roma, y también prohibía que más de 100 vacas o cabras utilicen terrenos públicos de Roma para pastar.

La tercera ley—la más importante, decía que uno de los Cónsules elegidos cada año en Roma, debía ser de origen Plebeyo.

Los Patricios sabían que iban a perder, y mandaron a llamar a marco Furio Camilo, para que los salvase.

Así que, mientras las deliberaciones de todo eso comenzaban, mensajeros secretos iban a todo galope hacia la residencia de Camilo.

[…]

 

 

Episodio 28 – La Roca Tarpeya

El comienzo de Roma, versión dos – después de las cenizas. Marco Furio Camilo y Marco Manlio Capitolino son los indiscutidos héroes de Roma, pero uno acabará siendo un villano. También, el milagro de Aeliana, la esposa de Lucio.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 28 — La Roca Tarpeya.

La semana pasada vimos el fin de la trilogía del ataque, asedio, y saqueo de Roma.

Vimos como los galos de Senones finalmente se fueron de Roma, y como Camilo se convirtió en la persona que verdaderamente dirigía el destino de la ciudad.

Y aquí creo que un buen momento de decirles lo que Tito Livio escribió en la primera página de su sexto libro, esa obra gigantesca que hizo, llamada AB URBE CONDITA, o “DESDE la FUNDACIÓN de la CIUDAD” en castellano.

Leo esto de la primera página, libro 6:

Las transacciones de los romanos, desde la creación de la ciudad de Roma hasta la captura de la misma, primero bajo reyes, luego bajo cónsules y dictadores, decenviros y tribunos con poderes consulares, sus guerras en el extranjero, sus disensiones en casa, todo lo he expuesto en cinco libros.

Temas y eventos me fueron oscurecidos, tanto por su gran antigüedad, como si fueran objetos que desde su gran distancia apenas puedo percibir, así como porque en aquellos tiempos el uso de las letras, el único fiel guardián de la memoria de acontecimientos, era inconsiderable y raro.

Y, además, lo que se contenía en los comentarios de los Pontífices, y otros registros públicos y privados, todo se perdió durante los incendios que asecharon a la ciudad.

De aquí en adelante, desde este segundo origen de la ciudad, la cual nació de entre sus propias cenizas, esta vez más saludable y más vigorosa, los logros de Roma dentro de Roma y en el extranjero, serán narrados con más claridad y autenticidad.

Creo que hasta el mismo Tito Livio debe haber suspirado con alivio.

Personalmente creo que no existe un mejor lugar que este, para comenzar nuestro episodio de hoy, en El Cuento de Roma.

La niebla ya no está, y a partir de ahora tenemos un recuento de eventos que se asemejan mucho más a lo que verdaderamente sucedió en Roma.

Digo yo: Enhorabuena!

[…]

 

Episodio 27 – Hierro y Oro

El final de nuestra trilogía del saqueo de Roma. Breno está en la historia, y al final de este episodio, tenemos la mejor de las noticias de Aeliana y Lucio.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 27 — Hierro y Oro.

La semana pasada vimos como los galos de Breno y los Romanos de Quinto Sulpicio comenzaron a deliberar. Ambos cansados, ambos contando muertos a diario, y ambos con un ego más grande que las siete colinas de Roma, juntas…

Pero aquí uno de los dos lados tenía una leve ventaja, y esa ventaja era la esperanza que Camilo llegaría en cualquier momento con sus tropas.

Mientras tanto, quiero que se imagine la ciudad de Roma.

El Circo Máximo, que aun solo poseía gradas de madera, se ha convertido en una morgue temporaria donde el humo no paraba de mostrarle a todo el mundo donde fue que los galos habían decidido a apilar y a quemar a sus caídos.

Era el fin de un invierno extremadamente templado—y como por obra de las diosas Cloacina, que había tapado los desaguaderos de las cloacas de Roma, Poena, diosa del castigo, y Tempesta, diosa de las tormentas, que no causó ni una sola tormenta ese invierno, que congelara o se llevara partes de los cuerpos que se podrían por toda Roma, los galos terminaron sufriendo más que los romanos.

Desde el mercado de reses, al sur del puente de la ciudad, y hasta la Puerta Capena, en la esquina sureste de Roma, todo estaba quemado.

Esta era la Roma, que Marco Furio Camilo estaba a punto de salvar, según la versión que los romanos describieron.

Así es, mientras que Camilo se preparaba para salir de Veyes y marchar hacia Roma, y mientras que los galos y los romanos debatían donde iban a finalizar su transacción, Roma se descomponía con cada día que pasaba.

Y así es, existen dos versiones mayores de todo esto. Vamos con la versión aceptada por historiadores modernos primero.

[…]

 

 

Episodio 26 – Estado de la Unión 390 AC

Los galos entran a la ciudad. Dónde está Lucio? También, una lista de los estados de todos los estados alrededor de Roma, u una lista de cónsules y tribunos militares.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 26 — El Estado de la Unión – 390 AC.

La semana pasada vimos como los galos de Breno llegaron a las puertas de Roma—puertas que nadie cerró…

Esta semana estamos en nuestro episodio 26, lo que significa dos cositas:

UNO – Estamos en nuestro segundo episodio de tipo EL ESTADO DE LA UNION, que ésta vez nos encuentra en el año 390 antes de Cristo,

Y DOS – Estamos a 26 episodios, lo que significa que tenemos medio año de valor acumulado. Un año – 52 semanas; medio año – 26, verdad?

Muy bien. Este episodio, como va a ser un poquito más largo, se va a componer de tres partes principales.

Primero veremos qué andaba pasando en Roma misma. De ahí vamos a ver el mundo de Roma, con un vuelo de águila, al igual que la vez pasada, y por lo tanto iremos alrededor del mundo en el sentido del reloj.

El norte de Italia primero, luego Dalmacia, Macedonia, Grecia, Asia Menor, Siria y la futura Palestina, Egipto, Cartago y África del Norte. De ahí a la península Ibérica, las Galias, y de regreso a Roma, viendo si hay algo importante en las islas del Mediterráneo: Sicilia, Córcega, y Cerdeña. Si alguna región no ha producido algunos cambios grandes, pues esa región no será mencionada en nuestro vuelo de águila, y como un buen ejemplo de esto serían las islas británicas, donde no ha habido cambios de grandes consecuencias para que nos detengamos ahí.

Después iremos a la tercera parte de este episodio donde veremos una breve lista de los gobernantes de Roma—desde el último ESTADO DE LA UNION, hasta éste ESTADO DE LA UNION.

Es decir que veremos una lista de Cónsules, decenviros, y tribunos militares que manejaron los destinos de Roma durante estos últimos 119 años. No todos. Solo los que realmente fueron  importantes.

¿Qué les parece?

[…]

 

 

Episodio 25 – Aquí Vienen los Galos

Los Senones atacan Roma, y saquean la ciudad eterna, mientras Marco Furio Camilo se encuentra en su exilio.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 25 — Aquí Vienen los Galos.

La semana pasada vimos como Marco Furio Camilo fue exiliado de Roma, después de haber conquistado Veyes, y después de haber duplicado el territorio de Roma.

En cuanto a Veyes, la ciudad se convirtió en una ciudad fantasma. Los campesinos alrededor de Veyes—quienes inicialmente no fueron molestados por Roma, rápidamente fueron absorbidos por unos pocos senadores patricios.

De hecho, la mayor parte de las tierras nuevas de Roma cayó en manos de un grupo pequeño de Patricios, y Roma se sentía en la cima de su gloria.

Pero como sabemos, cuanto más alto uno vuela, más fuerte uno cae, y ésta no fue una excepción a la regla.

Pero bueno, no nos adelantemos a los hechos y veamos primero como le va a Lucio, después de la muerte de su padre, y después de haber recibido aquel mensaje doble, desde Cartago.

Cuando Lucio abrió el pergamino del senador Papirio, no pudo entender el mensaje. El mensaje mismo provenía de Cartago, pues estaba envuelto y unido al mensaje de Marcia, pero el contenido hablaba de una grave advertencia para Roma, y de una coalición entre dos pueblos cuyos nombres Lucio jamás había oído. Inseguro de cómo proceder, Lucio decidió darse tiempo, y pensar con calma.

Si Marco Furio Camilo no estuviese en exilio, Lucio ya sabría lo que haría, pero ahora se sentía confundido.

Mientras Lucio estaba perdido en esos pensamientos, Aeliana apareció por el marco de la puerta. Ella entendió inmediatamente lo que sucedía, y sin siquiera detenerse en sus tareas de esclava, le dijo de una manera un tanto casual.

“Tu Padre jamás hubiese buscado ayuda de Patricios, aun si ese recado fuese de una situación de vida o muerte para Roma entera.”

“Yo no soy como mi padre,” respondió Lucio, inmediatamente dándose cuenta que había puesto el pie en la trampa. Pero Aeliana tenía razón. Había que buscar ayuda, y había que hacerlo ya, o ese pergamino podía ser la causa de algo verdaderamente siniestro.

Y lo peor era que Lució ni siquiera entendía por qué Marcia, o ese senador llamado Papirio, le enviaban algo así a él, un simple contratista de escudos, cinturones y accesorios para catapultas.

Pero lo que Lucio si entendió era que Aeliana, esa muchacha que ahora era su esclava, no era una esclava, antes del día en el que él la había encontrado, atrapada en una casa en llamas.

De hecho, Lucio hubiese deseado tener el coraje de consultar con ella acerca de asuntos así, pues ella aparentaba saber mucho.

[…]

 

Episodio 24 – Marco Furio Camilo

Cinco veces dictador. Cuatro veces Tribuno Militar. Tres triunfos en Roma. Entonces, por qué lo echaron de Roma?


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 24 — Marco Furio Camilo.

“Padre.”

Si bien la voz de Lucio era firme y bien oíble, el viejo Marco no movió ni un solo músculo, postrado en su cama. Lucio volvió a intentarlo, poniendo una mano sobre el hombro del anciano, muy suavemente, pues temía causarle dolor con su toque.

“¡Padre Marco!”

Levemente, Marco abrió sus ojos, y una sonrisa apareció en su rostro.

“¿Has vencido, hijo?”

“Si, Padre,” respondió Lucio, orgullosamente. “Los destruimos por completo, Padre. Y te he traído esto.”

Lucio levantó unos pergaminos a la altura de los ojos de su padre, para que este las pudiera ver. Sin esperar que el viejo preguntara, Lucio le explicó que los pergaminos eran planos de máquinas para estirar cuero, tales como ellos jamás lo habían visto.

Los etruscos, resultaba ser, eran mucho más avanzados tecnológicamente hablando, que los romanos, y parte del botín de guerra eran de inmenso valor para los ingenieros romanos.

Desde cómo hacer arcos de punta triple, para las salidas de agua sucia al rio Tiber, hasta como izar velas de barcos con la fuerza de un solo hombre, casi todo en Veyes era totalmente nuevo para los ingenieros de Roma de aquellos tiempos.

“¡Padre!  Esta máquina hasta podrá estirar cuero de renos,” exclamó Lucio, entusiasmado. El taller de escudos no dará abasto, se imaginaba el joven.

“Ah, los renos,” respondió el viejo. “No habrá renos en unos años más, hijo. Ya verás…”

Y el viejo tenía razón. En menos de dos generaciones el clima comenzó a volver a temperaturas como las que regían antes en Roma.

Renos, leones alpinos, y los largos inviernos comenzaron a desaparecer de Roma.

Nunca más el rio Tiber se volvió a congelar.

Cabe añadir aquí que leones alpinos eran las flores que hoy conocemos como el Edelweiss, y no estoy hablando de los felinos africanos. Leones, como tales, habían desaparecido de Italia—y casi toda Europa, ya hace más de mil años, y ahora las flores, llamadas leontopodium alpinum, o leones alpinos, desaparecían de las cercanías de Roma.

“Cuéntame, hijo. Con toda esa ciencia, como lograron entrar a Veyes?”

“Si, Padre. Fue por la obra de los dioses mismos, Padre. Yo fui el noveno hombre en pisar el suelo de Veyes. Y para sorpresa de todos, entramos en el mismísimo templo de Juno, Padre. Para cuando yo salí del túnel que el dictador mandó hacer, solo quedaban dos o tres sacerdotes vivos.”

Lucio le contó a su padre como los romanos habían excavado un túnel para entrar a la ciudad, y como, luego de la caída de Veyes, el ejército se llevó la estatua de Juno misma, a Roma.

“Y eso, Padre, fue porque los dioses mismos apaciguaron las aguas del lago Alba. Y gracias al ingenio del dictador,” añadió Lucio.

Cuando Lucio decía “el dictador,” por supuesto que se refería a Marco Furio Camilo.

“No creas en todo lo que oyes, hijo,” suspiró el viejo. “He oído otras versiones, y no fueron los dioses. Tampoco fue porque un sacerdote etrusco fue capturado por los romanos, hijo.”

“Pero, Padre… Los senadores mandaron gente a Delphi, y cuando…”

“¿Delphi? ¡Ja! No me hagas reír, hijo, y no te comportes como un idiota de once años frente a mis ojos,” el viejo casi explotó, y vigor parecía volver a su rostro.

“Esas historias son para gente que no sabe distinguir entre un ganso sagrado y una gallina común. Y si me cuentas eso porque piensas que se me fue el cerebro, estas cometiendo un pecado, Lucio. Y tampoco me digas cosas lindas de ese hijo de una serpiente, Camilo. Camilo es un Patricio. Y un Patricio jamás ayuda a un plebeyo. Punto y aparte. Igual que Cincinato.”

Silencio.

El viejo Marco solo llamaba a su hijo por su nombre cuando estaba verdaderamente enojado.

Lucio, sorprendido, se calló la boca, y profundamente dentro de sí mismo, se preguntaba cómo era que Padre sabía todo eso. Al parecer el joven había subestimado el razonamiento y el espíritu de su anciano padre.

[…]

Episodio 23 – No llores por mí, Veyes

En este episodio vemos el fin de Veyes. Para siempre.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 23 — No llores por mí, Veyes.

No es por nada que existe la expresión “hogar dulce hogar,” o “home sweet home” en inglés.

No creo ni por un minuto que exista un idioma que no tenga una frase o expresión que no sea un buen equivalente de esto, y creo que eso tambien vale para los antiguos romanos.

Pero, como veremos en este episodio, esto tambien cuenta para los enemigos de Roma, y hoy hablamos de dos de estos enemigos: Fidenas y Veyes.

La primera fue la única ciudad al sur del rio Tiber, y la segunda era la ciudad etrusca más conocida y probablemente la más fuerte de toda la confederación etrusca.

Como primero, recordemos que Veyes y Roma eran algo así como una imagen reflejada en un espejo, cada una de ellas teniendo poder de un lado del Tiber, y cada una manteniendo un pequeño enclave del otro lado del rio.

El enclave de los etruscos del lado sur del Tiber estaba a unos 8 o 9 kilómetros rio arriba de Roma, mientras que los romanos mantenían control del lado norte del Tiber justo en frente a su propia ciudad.

Después de la primera tal llamada guerra veyense, la ciudad de Fidenas no fue exactamente conquistada por los Romanos, pero tampoco quedó explícitamente bajo el control de los etruscos. Estoy hablando de la guerra del 484 al 474 AC, en la cual la familia de los Fabios fue aniquilada.

A medida que el tiempo avanzaba, y en parte debido a todas las plagas que decimaron a los romanos, no hubo una clara delineación de guerra o paz hasta el año 437 o 434 AC, según nuestras fuentes.

Hasta ese entonces los romanos tenían  relativa influencia sobre Fidenas, y además había muchos residentes romanos viviendo allí. Pero todo cambió cuando los fidenitas cambiaron de partido, poniéndose voluntariamente bajo el dominio del rey de Veyes, un hombre llamado Lars Tolumnio.

Inmediatamente, Roma envió a cuatro embajadores a Fidenas para investigar si esto era real, y cuáles eran las razones por ese cambio de rumbo. Los Fidenitas, no sabiendo que decirles a los embajadores romanos, rápidamente enviaron sus propios embajadores a Veyes para preguntarle a Lars Tolumnio qué hacer con los romanos.

Según la leyenda, Tolumnio quien estaba jugando a un juego de dados en el momento en el que recibió las noticias, hizo una broma acerca de estos embajadores, diciendo algo como por qué no se morían todos los romanos, y los fidenitas inmediatamente volvieron a Fidenas y reportaron el mensaje, que por supuesto, fue totalmente malentendido.

Pero, ni dos por tres—los fidenitas mataron a los embajadores romanos.

Cayo Fulcinio, Clelio Tulo, Espurio Antio, y Lucio Roscio fueron ejecutados en la plaza pública de Fidenas, sin siquiera tanto como un juicio provisional.

[…]

Episodio 22 – Tito Livio y Virgilio

Este es nuestro primer episodio de BIOGRAFIAS, y para este episodio he elegido a Tito Livio y a Virgilio. Un historiador y un poeta. Ambos eran contemporáneos del emperador Augusto.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Zagreb, Croacia. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 22 — Tito Livio y Virgilio.

Virgilio y Tito Livio – Tito Livio y Virgilio.

Al final y al cabo el orden no es tan importante, pero aquí les cuento la principal razón por la cual he decidido llamar este episodio así.

Sin bien en nuestro Episodio 1 comenzamos a narrar la historia de Eneas y su huida de Troya, que obviamente viene de una obra de Virgilio, y si bien Virgilio fue mucho más mencionado en los primeros episodios de nuestro cuento, el diseño de la cubierta le favorecía mucho más a Tito Livio que a Virgilio.

No, no estoy hablando de una competición estética o de una audición literaria entre los dos hombres, sino que, al cabo de elegir las dos caras que pondría en la tapa mi episodio con Photoshop, pues… he decidido poner a Tito Livio de frente y a la izquierda, y a Virgilio de perfil y a la derecha.

Y como nosotros pertenecemos a una cultura que escribe de izquierda a derecha, pues ahí lo tiene: Tito Livio y Virgilio.

En cuanto a mi vida privada, aquí estoy en Zagreb, la capital de Croacia.

Un país en el que no nací, no fui a la escuela, y no tengo ningún derecho a pensión o jubilación, porque nunca trabaje aquí. Si sumo todas las visitas que hice aquí, tengo algo así como un año uy medio de estar en Croacia. Es por esto que los croatas, cuando me oyen hablar en croata, me miran raro, y no pueden adivinar de qué parte provengo, a pesar de que no hago errores de gramática, de inclinación de sustantivos, o de conjugación de verbos.

Y además, comparado con 12 años que viví en Alemania, 13 años y pico en Argentina, 17 años en los Estados Unidos, y siete años en China, todo lo que viví en Croacia no llega ni a un 3% de mi vida.

Y aquí estoy, recuperándome de un golpe que la vida me dió.

Hoy hace ya (con la palabra ya subrayada), hoy hace ya una semana entera que enterré a mi mamá. Como vuela el tiempo.

Y al igual que los romanos, sentí que el mundo se derrumbaba alrededor mío.

Cuando en el año 18 antes de Cristo, un barco proviniendo de Grecia ancló en el puerto de Roma, noticias de terror cundían por las calles de la ciudad eterna.

Quiero resaltar aquí que barcos que provenían de lugares lejanos, tal como Grecia, no hacían puerto en Ostia, que si se acuerdan, fue fundada por aquel cuarto rey de Roma, Anco Marcio, sino que tomaban refugio en el puerto llamado Portus Julius que fue construido durante la época de la dinastía Julia en Roma.

Construcción comenzó durante los últimos anos de la vida de Julio Cesar, pero la mayor, y mejor parte del puerto fue diseñada por Marco Agripa, quien, como sabrán, verdaderamente fue la mano derecha el primer emperador de Roma.

La construcción de ese puerto va a merecer un episodio para sí mismo, pero para eso falta rato, así que vamos a ir cerrando el paréntesis del tema del puerto de Roma, y vamos a volver al tema del pánico que cundía desde el Puerto Julio, y hasta Roma misma. Eso era una distancia de unos 220 kilómetros en total.

Cuando uno de los pasajeros más distinguidos que viajaba en ese barco descendió al muelle de piedras de basalto poligonales, dos esclavos inmediatamente lo cubrieron con una especie de paraguas, a pesar de que la lluvia era mínima.

Fue ahí que Tito Livio se enteró que un grupo de esclavos se había escapado de una granja perteneciente a uno de los terratenientes más ricos del área del golfo de Nápoles, y que estaban aterrorizando las periferias de Roma, y ganando tracción a medida que avanzaban.

Según los reportes más recientes, unos 400 hombres se les habían unido a esos esclavos, y a medida que avanzaban, se habían dividido en dos grupos. Un grupo tomó rumbo al norte, hacia Roma, mientras que el otro iba directamente hacia Puerto Julio.

Era por eso que protegían la imagen de Tito Livio de las masas, con paraguas hechas de hojas de palmas y finas cañas de Mesopotamia. Por si acaso, entre esas masas se encontraba un rebelde.

Me puedo imaginar la reacción de Tito Livio, con su carácter quieto, pero firme en sus puntos de vista…

“Otra vez esclavos,” se habrá dicho. “Y otra vez el prínceps no me presta atención.” Y cada vez que Tito Livio pronunciaba la palabra Prínceps, lo hacía con un tono de burla suprimida.

El camino hasta Roma llevó tres días, en lugar de un día y medio, más que nada porque el Prínceps había ordenado máxima seguridad para Tito Livio.

Y aquí quisiera añadir que no fue el emperador mismo quien daba ese tipo de órdenes, sino su mano derecha, el buen Marco Agripa. Cuando lleguemos a esa época ya van a ver mucho, mucho más de eso.

Créanme que Augusto no hubiese sido ni un diez por ciento de lo que fue, si no hubiese sido por su amigo, Marco Agripa.

Bueno. Cuando Tito Livio finalmente sí llegó a Roma, Augusto lo recibió con novedades. La rebelión que causó todo ese tumulto fue apaciguada, y los cabecillas del grupo de esclavos fueron arrestados y mañana tendrían su día de juicio.

Comentario personal. ¡Como si no sabemos el resultado de eso!

Esa misma tarde, otro de los famosos, tal llamados, protegidos de Augusto, fue a visitar a Tito Livio. Y, en su típico estilo, ese visitante no esperó a que Tito Livio lo invitara. Él se invitaba a sí mismo a donde sea que iba.

Así es, ese personaje se invitaba a sí mismo, ¡hasta al palacio de del emperador de Roma!

Estoy hablando de Virgilio, el poeta que fue comisionado por Augusto a terminar de escribir la historia de la fundación de Roma, en su típica forma de poesía.

Sus poesías no eran como las poesías que conocemos hoy.

La primera cosa importante a saber sobre el estilo de la escritura de Virgilio es que él escribió en el verso de métrica—específicamente, en el metro conocido como “hexámetro dactílico.” Puse una imagen en el sitio web para que vean como se ve una poesía escrita de esa manera, y un pedacito de sonido, para que lo puedan escuchar. Suena realmente épico.

Ese tipo de relato no se puede imitar hoy en día en español o en inglés, pero en griego antiguo, y sobre todo en Latin, leer versos escritos en ese estilo hacia que a la gente se le ponía los pelos de punta. En más de una ocasión, mujeres se desmayaban cuando Virgilio contaba las aventuras de Eneas, y la defensa de la ciudad de Troya.

Y famosamente, entre ellas, la mujer de Augusto mismo. Así es, en una ocasión, Livia se desmayó durante una sesión de cuentos, frente al emperador mismo. Este evento fue retratado en obras de arte unos mil quinientos años más tarde.

Y dicho sea de paso, Tito Livio y Livia, la esposa de Augusto no eran parientes si bien pertenecían al mismo apellido, o sea, a la misma gens.

Bien.

Cuando Virgilio y Tito Livio se reunían a tomar un vaso de vino, no hablaban de poesía o de prosa.

Artistas de iguales alturas no hacen eso, ni siquiera en el riguroso clima de competencia de Roma antigua.

Pero si hablaron aquella noche de los que había pasado en la ciudad recientemente, y como esos rebeldes fueron capturados.

Y aquí va mi análisis. Como seres humanos, nosotros tenemos una capacidad increíble de poner a gente en cajitas, y pintar esas cajitas con colores, mentalmente dándoles significado a esas cajitas. En general esos colores significan bueno o malo.

Nada de gris. Good guys – bad guys! Así de simple.

¿A qué me refiero? A ver si me explico mejor.

¿La madrastra de Blanca Nieves, que mandó a matar a la niña de labios rojos como la sangre?

Mala. ¡Caja negra!

¿La sirenita que se enamoró del príncipe humano y sacrificó su lengua para obtener piernas?

Buena. ¡Cajita blanca! ¡Buen corazón y buena alma, un alma que sufrió por amor!

¿Ven a lo que me refiero?

Y ahora, creo que es el mejor momento de mencionar a las víctimas de Barcelona, y las localidades alrededor de Barcelona, con los recientes ataques terroristas.

Almas perdieron sus cuerpos, y familias perdieron a miembros queridos, y si no me equivoco, gente de como 13 países sufrieron pérdidas de vida en el ataque en Las Ramblas de Barcelona.

Y la razón es muy simple, pero lo más triste de todo esto es que esto no va a parar.

Así como los ataques del 11 de Setiembre del año 2001 se van a repetir, ataques de gente que odia nuestro estilo de vida tambien se volverán a repetir.

No es una cuestión de sí se van a repetir, es una cuestión de cuándo se van a repetir.

Lamentablemente es así.

Y antes de trazar un paralelo entre hoy y los tiempos de Roma antigua, necesito aclarar que POR LO MENOS, en Roma, casi siempre se trataba de esclavos que eran tratados mal, mientras que hoy en día, la gente que nos ataca es gente a la que le ofrecemos trabajos, asilo político, comida, alojo, y chances a una vida nueva en Europa.

Y hasta tarjetas verdes en el caso de los EEUU, Canadá, y otros países.

Pero siguen haciéndolo. ¿Por qué?

Las razones son muchas.

Mi razón favorita, creo, es razón número 318, y antes que alguien me pregunte de dónde saqué ese número, es simplemente una forma mía de decir.

La razón es que somos humanos. Envidiamos. No paramos de querer.

Por eso existe el décimo mandamiento. No codiciarás.

Y por eso, gente como Cincinato, y Numa Pompilio, y Publícola van a la historia. Y Jesús. Y Gandhi, y tantos otros.

Somos así porque el pasto del vecino siempre nos parece más verde.

En esta hora difícil les quiero dar mis condolencias a todos, y tengamos fuerza.

Esto… va a mí mismo tambien.

Y creo que ahora es la hora de crear una lista en la cual podemos comparar—o buscar diferencias entre Tito Livio y Virgilio.

Y para esto hice una lista de diez puntos, a saber:

[…]

Episodio 21 – Décadas de Peste y Muerte

Las décadas que siguieron. Décadas tan malas, que miles de romanos murieron, y miles más quisieron morir.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 21 — Décadas de Peste y Muerte.

La Semana pasada vimos la vida de Lucio Quincio Cincinato, y vimos una época cuando Roma se encontraba a un siglo de una nueva grandeza, si bien Roma no lo sabía.

Y Roma no sabía eso por buena razón, porque las cosas no andaban bien en Roma.

Y cuando digo “cosas” me refiero a los siguientes cinco detalles:

UNO – Desde el sur de Italia, caravanas comerciales llegaban con menos y menos frecuencia, y las que si llegaban a Roma, no traían noticias buenas.

Una nueva tribu, bueno, nueva en nuestro podcast, y relativamente nueva para los oídos de los romanos comunes, se empezaba a hacer sentir en lo que hoy conocemos como Campania.

Estoy hablando de la tribu de los Samnitas.

Campania se extiende desde el sur del Lacio y hasta los montes Apeninos en el este. Hacia el sur va hasta las bahías de lo que hoy conocemos como Nápoles, junto al famoso volcán llamado Vesubio.

Una de las peores noticias, como veremos, era la caída de una ciudad llamada Capua, después de un largo asedio, creado por esos Samnitas.

Pero aun no llegamos ahí, así que vamos al punto siguiente.

DOS – El clima ha comenzado a declinar por razones que los romanos no tenían ni modo de entender. Hoy conocemos esto como una ola de variación climática en todo el Oeste de Europa, y que se extendía hasta el centro del mar Mediterráneo.

Si bien científicos hoy tienen un nombre muy definido para esta breve época de caídas de temperatura, en antigua Roma esto fue interpretado como un mal augurio de los dioses que se habían puesto en contra de Roma misma.

Y créanme, cada uno de los ciudadanos de Roma tenía una explicación personal del por qué los dioses abandonaron a Roma.

Plebeyos afirmaban que era porque los Patricios seguían siendo cabeza dura con el tema de la igualdad de derechos entre patricios y plebeyos, mientras que los Patricios culpaban a los plebeyos por el desastre que se iba desatando.

En unos veinte años, el rio Tiber se congelará por primera vez en la historia de Roma, y lo volverá a hacer dos años más tarde.

Esto será suficiente razón para poner a los romanos en un estado perpetuo de pánico.

TRES – Cosechas en la región del Lacio, y en toda la parte meridional de Italia, fallaron dos veces por cinco años consecutivos, entre los años 430 y 400 antes de Cristo.

Dos de estas cosechas fueron tan malas que ni siquiera tierras de pastura le daban alcance al ganado de la región.

Otras cosechas, como por ejemplo la cosecha del año 413 antes de Cristo—si es que podemos creer a nuestras fuentes bibliográficas, parecía que iba a salvar a la población de Roma, prometiendo ser abundante.

Pero, como si a propósito, un mes antes de la cosecha, y mientras toda Roma mantenía un festejo dentro de la ciudad—un festejo dedicado a Vulcano, el dios del fuego, las tierras fueron asechadas por un enjambre de millones y millones de langostas que no dejaron nada que fuese de color verde.

Obviamente, nosotros podemos conectar este punto con la abrupta caída de temperaturas, pero en Roma antigua, todo se conectaba a través de la benevolencia—o la furia, de los dioses.

Nunca antes, en las tierras alrededor de Roma antigua, hubo tantos altares dedicados a la diosa Ceres, diosa de la agricultura, la fecundidad, y de la cosecha.

Cabe añadir aquí, que la palabra cereales, que a menudo tenemos para desayuno, proviene del nombre de la diosa de Ceres.

Ceres – cereales.

CUATRO – Desde Atenas, aún peores noticias llegaron.

Lo que hoy conocemos como la terrible plaga de Atenas fue una virulenta explosión epidémica que afectó a la ciudad-estado de Atenas mientras esa ciudad estaba en guerra con Esparta.

El peor ataque de esa epidemia fue durante el segundo año de la Guerra del Peloponeso, es decir, el año 430 AC.

Un historiador griego llamado Tucídides,

…a ver si pueden repetir este nombre otra vez… Tucídides,

Bueno, este Tucídides escribió acerca de la Guerra del Peloponeso, y por ende, de la Plaga de Atenas. En realidad, ese hombre sobrevivió la plaga, y lo que él nos cuenta viene de fuentes de primerísima mano.

En su libro llamado Historia de la Guerra del Peloponeso, Tucídides describe la llegada de la epidemia, y como comenzó en Etiopía, atravesó Egipto y Libia y luego llegó luego al mundo griego.

La epidemia misma probablemente entró por el puerto de Atenas, llamado el Pireo.

La epidemia brotó en la ciudad, demasiado llena de gente, debido a que los campesinos fueron albergados dentro de las murallas de la ciudad.

Atenas perdió posiblemente un tercio de las personas que se cobijaban tras sus muros.

La visión de las piras funerarias ardiendo hizo que el ejército espartano se retirara por temor a la enfermedad.

La plaga mató a gran parte de la infantería ateniense, algunos de los marinos más expertos y, para colmo de males, mató al líder de Atenas, el famoso Pericles, quien murió en uno de los brotes posteriores en el año 429 AC.

Aquí hay un dato muy interesante:

En el año 2005, se realizó una correlación entre el ADN extraído de la pulpa dentaria de tres dientes recuperados del cementerio Kerameikos en Atenas, y al final de ese estudio de ADN, un conocido patógeno surgió como el culpable de la peste:

La fiebre tifoidea.

Esto significa que gente moría después de una infección de dos a tres semanas de ser expuestos a la bacteria.

Durante la primer semana, le gente sentía escalofríos y altibajos de temperatura, seguidos por tos y un fuerte dolor de cabeza. Fiebre empezaba al quinto o sexto día.

A la segunda semana los enfermos entraban a una fase de fiebre extremadamente alta, seguida por constantes diarreas, y fallas de órganos tales como el bazo y el hígado. Puntos rojos en el abdomen y el pecho indicaban el grado de infección, y me imagino, que cuando la gente tenía esos puntos, ya se entregaba a los dioses.

Al cabo de esa semana, la persona o vivía, o moría, y los sobrevivientes resultaban ser inmunes a futuras infecciones, casi en un 99% de los casos.

Si la persona seguía con malestares durante una tercera semana, muerte generalmente llegaba en la forma de hemorragias internas, y perforaciones intestinales creadas por la duración de la enfermedad y la falta de tratamiento.

En Roma, mientras tanto, y como una nota de al lado, enfermos solían pasar un noche en el templo del dios Esculapio, y si no había lugar en ese templo, tambien iban a otros templos.

La creencia popular era que si dormían una noche dentro del templo, obtendrían un sueño, el cual les daría una interpretación de qué es lo que tenían que hacer para curarse de la enfermedad.

Pero, si no tenían ningún sueño durante esa primera noche, los pacientes solían quedarse hasta tres noches consecutivas en el templo, después de lo cual, los sacerdotes generalmente les decían que se vayan a su casa, porque obviamente los dioses no querían comunicarse con ellos, y los preferían muertos.

CINCO – Si bien muchas fuentes bibliográficas solamente citan el año 441 AC como un año de hambre en Roma, estas mismas fuentes sí admiten que muchas otras hambrunas siguieron.

Los ciudadanos de Roma, si bien tenían cierto acceso a agua, y si bien las cloacas de Roma ya funcionaban de una manera bastante satisfactoria, y si bien la medicina de Roma no era la peor en el mundo de aquel entonces, aquí necesito destacar tres detalles que hicieron lo suyo para agravar la situación de Roma.

Como primero, los romanos en aquel entonces empezaban a construir rutas. Muchas rutas, a otras localidades alrededor de Roma. Esto, por supuesto trajo gente, y gente trae cosas.

Entre ellas, virus.

Algunos virus no hubiesen hecho tanto daño si una combinación de los otros factores, tales como el clima, no hubiesen ocurrido.

Como segundo, este fue el tiempo cuando Roma empezó a utilizar monedas como medio de pago. Si bien los romanos no imprimieron sus propias monedas hasta que lleguemos a la parte de los asedios de las ciudades de Veyes y Fidenas, sí existían monedas en circulación, mayormente provenientes de las ciudades de Grecia Magna.

Y como bien sabemos, monedas pasan de mano a mano, como casi ningún otro objeto en Roma.

Y como tercero, en el norte de Italia se comenzó a producir un efecto de dominó entre pueblos galos y otros pueblos dentro de la parte norte de Italia. Este contacto entre pueblos, cada uno con sus propias infecciones, debilidades, o resistencias hicieron lo suyo para que las pestes de Roma fuesen lo que fueron.

Bien.

Ahora vayamos a nuestro nuevo segmento de El Cuento de Roma, llamado el PODCAST DE LA SEMANA.

Como les conté durante el episodio pasado, cada semana, y por veinte semanas, voy a mencionar un podcast aquí. Un podcast que, tal como el mío, es joven, chiquito, sin muchas pretensiones, y con un buen estilo, y con buenas chances de crecer.

Entonces, el PODCAST DE LA SEMANA de esta semana es “La Vendetta de Remo”.

Repito esto—La Vendetta de Remo.

[…]

Episodio 20 – Lucio Quincio Cincinato

En este episodio terminamos con la tortura de los hombres que crearon aquellas Doce Tablas, y vemos la vida y muerte de un personaje único en la historia de Roma: Cincinato. Tan único que los americanos compararon a George Washington con él.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Dalian, Sur de Manchuria, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 20 — Lucio Quincio Cincinato.

“¡Marcia! Cuando padre te dijo lo que le pasó a tu mamá, ¿te dijo lo que un tal Apio Claudio hizo?”

“¿A mamá?”

“No, no a mamá. No le hizo nada a mamá, personalmente. Sino en general, en Roma.”

Marcia y Tía Julia se quedaron hablando hasta tarde esa noche, algo muy inusual en Roma antigua, donde la gente—especialmente los plebeyos, se iban a dormir antes de la puesta del sol, y se levantaban antes de la salida del sol.

Tía Julia le contó la historia de los malvados decenviros, esos diez hombres elegidos por el Senado, y como se entre ellos se pusieron de acuerdo a no devolver el poder al Senado de Roma, después del plazo vencido de un año.

En realidad, Roma necesitó de dos años para que esas tablas fuesen escritas y pulidas, porque cada pedacito de esas leyes era suficiente razón para que los Patricios, especialmente los Patricios viejos, se juntaran en los foros y discutieran ese pedacito de ley.

Y así, artículo por artículo.

Para cuando sí terminaron de escribir las Doce Tablas, y antes de que los plebeyos se dieron cuenta del truco metido dentro de la Tabla Once que mencionamos en el episodio pasado, Apio Claudio—el principal de estos diez decenviros, ya se había embriagado tanto del poder que ostentaba, que ni pensaba devolvérselo al Senado.

Además, ese mismo Apio Claudio, un buen día, mientras estaba caminando por las calles entre el Palatino y el Capitolino, vió a una muchacha trayendo agua de una fontana pública. Sin dudarlo por un minuto, Apio la siguió de cierta distancia, y así se hizo de la dirección de la muchacha.

Se juró que la tendría, pero pronto de enteró que la muchacha—si bien de origen plebeyo, no era una esclava, sino que provenía de una familia bien destacada de Roma.

Tambien se enteró tanto el hermano mayor de la muchacha, como el padre habían sido distinguidos con medallas de honores durante las recientes batallas, defendiendo a Roma.

Al parecer, eso no le hizo cambiar de idea, y Apio decretó que la muchacha era una esclava escapada.

“Marcia, tienes que saber que antes de que las tablas aparecieran en Roma, si una muchacha era acusada de ser una esclava, primero la arrastraban al palacio para interrogarla, y luego la mantenían en prisión por un mes.”

Marcia sintió que la respiración se le quebraba. Finalmente se atrevió a preguntar.

“¿Y durante ese mes…?”

“Marcia, ni pienses en eso.”

“¡Apsit!” Marcia se contenía el rostro con ambas manos en horror.

“Si, querida. Apsit, y que dios Esculapio, el dios de la medicina, lo castigue.”

Música para la PALABRA DE LA SEMANA

Y este es el mejor momento de dar un salto a la palabra de la semana. La semana pasada tuvimos la palabra APSIT.

Apsit es una interjección, algo que la gente dice sin siquiera pensarlo. Hoy en día, tenemos cientos—si es que no miles, de interjecciones dependiendo de la situación. Algunas de las más conocidas en castellano serian “Dios Mío,” o “a la—con tres puntos suspensivos,” donde la persona agrega cualquier otra palabra en lugar de los puntos suspensivos.

Por supuesto que yo podría agregar aquí un montón de ejemplos, y hasta hacer un recuento cuales palabras son más usadas por los hispanoparlantes de Miami, o en Argentina, o en España, o en Méjico, pero eso violaría las reglas de lenguaje apto para todas edades de este podcast, así que lo voy a dejar con los tres puntos suspensivos, ¡y ya!

En ingles, la interjección mundialmente más conocida que sería un buen equivalente de lo que nuestra Marcia siente, seria obviamente “Oh My God,” la cual se ha difundido tanto por el mundo gracias al internet y a la globalización del planeta, que no necesita traducción alguna. Hasta los chinos entienden “Oh my God.”

Las letras O-M-G son igualmente famosas en el mundo entero, tal vez ubicadas en el segundo puesto, después del súper-famoso L-O-L.

Pero bueno, volviendo a “APSIT” y al verdadero significado de esa palabra—o frase en Latin, lo que apsit realmente significaba era algo como “que Dios no permita algo así de suceder,” o “que Dios prohíba esto.”

Y ahora, vamos a la Palabra de la Semana de esta semana. La Palabra de la Semana de esta semana es…

¡No, no, no, no, no! ¡Nada de Latin!

¿Cómo dijo?

Así es. Aquí les tengo que dar una pequeña novedad con el tema de la Palabra de la Semana en Latin!

La semana que viene no vamos a tener LA PALABRA DE LA SEMANA. De hecho, por las siguientes veinte semanas no vamos a tener este segmento de nuestro podcast, y en lugar de esto voy a insertar un PODCAST DE LA SEMANA, donde voy a dedicarme a recomendar a otros podcasts en castellano, y que tambien tienen de que ver con historia antigua, o con la historia de Roma.

Yo ya tengo bien decidido a quien voy a mencionar durante el episodio que viene, y el episodio 22, como es una episodio de Biografía, no tenemos ningún tipo de segmento de este tipo.

Pero, después de eso—o sea, después del episodio 22, y hasta el episodio 40, estoy abierto a recomendaciones de vosotros, mis queridos oyentes.

Si sabéis de algún podcast que trata de historia antigua, y que lo hace en un buen sentido de la palabra, es decir, sin incluir vulgaridades, racismo o palabras obscenas, por favor déjenme un comentario con vuestra recomendación, y yo lo voy a analizar, y me voy a poner en contacto con el dueño de ese podcast.

Luego, lo voy a incluir en mi mención del PODCAST DE LA SEMANA.

Repito, las tres condiciones son:

UNO – Que el podcast trate de historia antigua.

DOS – Que sea apto para cualquier persona. Sin racismo, sin palabras malas, u otras locuras de esa índole.

TRES – Que no sea uno de esos podcasts gigantes, lo que en ingles llamamos un “800 pound gorilla.” Esto simplemente porque prefiero dar a conocer otros podcasts como el mío. Pequeños, humildes, bien diseñados, y con chances de crecer.

Ah, y por supuesto, que el podcast sea en castellano.

En cuanto a este PODCAST DE LA SEMANA, como siempre, podrán ver la recomendación listada en mi sitio web que se encuentra en elcuentoderoma.com, o pueden esperar hasta el episodio que viene, y escuchar a quien decidí mencionar.

Demás está decir, que la persona mencionada lo sabrá de antemano, puesto que me pondré en contacto con esa persona.

He disfrutado enormemente con este podcast hasta aquí, y las comunidades de IVOOX, ITUNES, y estaciones de radios como por ejemplo, La Calavera Podcast de México, y muchas otras me han tratado maravillosamente, en los cuatro meses que llevo haciendo esto.

Y creo que es hora de devolverle a la comunidad, y a mencionar a otros podcasts talentosos—de hecho, más talentosos que yo, aquí en EL CUENTO DE ROMA.

Así que ya saben, desde el episodio 21, y hasta el episodio 40, en vez de la PALABRA DE LA SEMANA, tendremos EL PODCAST DE LA SEMANA.

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