Cónsul de Roma a la edad de 23. Luego, fue elegido Cónsul cinco veces más, y dictador dos veces. Llegó a vivir hasta los 100 años. Este es nuestro homenaje.
Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 32 — Marco Valerio Corvo.
El año 342 fue caluroso por demás, y los legionarios estacionados en Campania lo sintieron de primera mano.
Al contrario de los habitantes de Capua, y otras ciudades en las suaves y fértiles llanuras de Campania, soldados romanos vivían con todo el rigor de una legión que había prestado un juramento a sus dioses, de proteger y de mantener esta región bajo el apto mando de la República Romana.
Y eso era lo que los legionarios de aquellos dos contingentes hacían. Tanto el grupo de Aulo Cornelio Coso, como el grupo que estaba bajo el comando de Marco Valerio Corvo cumplían con sus deberes, pero dentro suyo hubiesen querido estar en Roma.
Más al norte, y con un poco menos de calor, ¡por Mercurio!
Así es. Mientras sus compañeros se habían ido a Roma, a celebrar una marcha triunfal, estos dos grupos solo tenían a sus vecinos inmediatos—la gente de Capua, como único entretenimiento y contacto.
Y no era mucho entretenimiento en sí, porque muy pronto, los romanos decidieron que no era justo que la gente de Capua, una gente que ni siquiera se podía defender a sí misma de los Samnitas, disfrutaba de tanto, mientras ellos—los legionarios que establecían la paz en la región, no disfrutaban de nada.
En menos de los que una tormenta necesita para juntarse a crear nubes oscuras, los cabecillas de las dos facciones empezaron a formar un plan de rebelión.
Realmente no era justo, que los legionarios solo tenían olivas, pan duro, un poco de carne, y agua, en una región que tenía tanto más que eso!
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El Cuento de Roma, Episodio 31 — La Corona Gramínea.
Año 343 antes de Cristo.
O—si preferís, año 411 desde la creación de Roma. También era el año 166, sí prefieren contar las cosas a partir de la fundación de la República de Roma.
Pero sí vamos a contar años cómo los romanos los contaban, estamos el año de los Cónsules Cornelio Coso y Valerio Corvo—o sea, el año 343 antes de Cristo.
Y ahí acabamos de dar una vueltita a la calesita, y seguimos en… bueno… en…
Satícula, Campania. Verano. Año 343 antes de Cristo.
Cuando el joven Lucio finalmente notó que las tropas bajo el comando del tribuno Decio aparecieron por el horizonte y se aproximaban al fuerte, el corazón le batía como un tambor a marcha de redoble. Trepó por las escalinatas del fuerte, tratando de ver a su hermano entre ellos, pero solo podía ver siluetas en la oscuridad.
En ese momento Marco se le unió.
—“¿Distingues a Publio?”
—“¡No! Pero están corriendo, tal vez los Samnitas están detrás de ellos. ¡Suena la alarma!” respondió Lucio.
—“¡Abran puertas!”
Cuando los muchachos de Decio pasaron por el portón, todo el mundo estalló en gritos de alegría.
Publio Decio Mus, el tribuno de Aulo Cornelio Coso, no había perdido ni un solo hombre, y el centurión de la legión le salió a encuentro a los hombres, todavía incrédulo de la hazaña de los muchachos de Decio.
Pero bueno, vamos a hacer una breve pausa aquí, porque tenemos que rebobinar un poco los eventos, para poder explicar la hazaña que acababa de suceder.
Roma se enfrenta a los Samnitas cuando estos atacan a la ciudad de Capua. Introducimos a Marco Valerio Corvo, Aulo Cornelio Coso, y a Publio Decio Mus. También, Marcia visita Roma.
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El Cuento de Roma, Episodio 30 — Las Montañas Samnitas.
El famoso poeta romano Virgilio a veces escribía tres oraciones en un día entero, y luego las borraba, no contento con su trabajo. Esto fue lo que un día escribió en su obra llamada La Eneida.
Recuerda, Romano, que es para ti gobernar a las naciones. Esta será tu tarea, imponer los caminos de la paz, perdonar a los vencidos, y domar a los orgullosos de la guerra.
Estoy casi seguro que el día que escribió esto, no se sentía mal por lo que logró.
En los próximos cien años veremos como Roma se convertirá, de un centro regional, al poder indiscutido de la península Itálica.
Hace menos de 40 años, todo el mundo se unió a darle patadas a Roma, pensando que los Senones de Breno la dejaron moribunda.
Pero pronto, ninguna tribu el Italia le causará amenazas a los Romanos, y cuando lo vuelvan a hacer en unos 150 años, no será para desafiar el poder de Roma, si no para ser incluidos como ciudadanos de Roma.
Pero, por supuesto, aún no estamos allí, así que vamos paso a paso.
En esta época, Roma estaba preocupada con galos.
Y no estoy hablando de los galos Senones, si no de galos en general.
En la consciencia común de los Romanos, la idea de los galos se había metido muy profundamente, y cada vez que noticias surgían de galos andando perdidos por los Apeninos o por las llanuras de Italia Central, Roma nombraba a un dictador.
La preocupación por los galos fue tan importante en Roma que el Senado decidió enviar mensajeros especiales hacia las montañas al este de Roma, y ponerse en contacto con una de las tribus que vivía en esa zona.
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El Cuento de Roma, Episodio 21 — Décadas de Peste y Muerte.
La Semana pasada vimos la vida de Lucio Quincio Cincinato, y vimos una época cuando Roma se encontraba a un siglo de una nueva grandeza, si bien Roma no lo sabía.
Y Roma no sabía eso por buena razón, porque las cosas no andaban bien en Roma.
Y cuando digo “cosas” me refiero a los siguientes cinco detalles:
UNO – Desde el sur de Italia, caravanas comerciales llegaban con menos y menos frecuencia, y las que si llegaban a Roma, no traían noticias buenas.
Una nueva tribu, bueno, nueva en nuestro podcast, y relativamente nueva para los oídos de los romanos comunes, se empezaba a hacer sentir en lo que hoy conocemos como Campania.
Estoy hablando de la tribu de los Samnitas.
Campania se extiende desde el sur del Lacio y hasta los montes Apeninos en el este. Hacia el sur va hasta las bahías de lo que hoy conocemos como Nápoles, junto al famoso volcán llamado Vesubio.
Una de las peores noticias, como veremos, era la caída de una ciudad llamada Capua, después de un largo asedio, creado por esos Samnitas.
Pero aun no llegamos ahí, así que vamos al punto siguiente.
DOS – El clima ha comenzado a declinar por razones que los romanos no tenían ni modo de entender. Hoy conocemos esto como una ola de variación climática en todo el Oeste de Europa, y que se extendía hasta el centro del mar Mediterráneo.
Si bien científicos hoy tienen un nombre muy definido para esta breve época de caídas de temperatura, en antigua Roma esto fue interpretado como un mal augurio de los dioses que se habían puesto en contra de Roma misma.
Y créanme, cada uno de los ciudadanos de Roma tenía una explicación personal del por qué los dioses abandonaron a Roma.
Plebeyos afirmaban que era porque los Patricios seguían siendo cabeza dura con el tema de la igualdad de derechos entre patricios y plebeyos, mientras que los Patricios culpaban a los plebeyos por el desastre que se iba desatando.
En unos veinte años, el rio Tiber se congelará por primera vez en la historia de Roma, y lo volverá a hacer dos años más tarde.
Esto será suficiente razón para poner a los romanos en un estado perpetuo de pánico.
TRES – Cosechas en la región del Lacio, y en toda la parte meridional de Italia, fallaron dos veces por cinco años consecutivos, entre los años 430 y 400 antes de Cristo.
Dos de estas cosechas fueron tan malas que ni siquiera tierras de pastura le daban alcance al ganado de la región.
Otras cosechas, como por ejemplo la cosecha del año 413 antes de Cristo—si es que podemos creer a nuestras fuentes bibliográficas, parecía que iba a salvar a la población de Roma, prometiendo ser abundante.
Pero, como si a propósito, un mes antes de la cosecha, y mientras toda Roma mantenía un festejo dentro de la ciudad—un festejo dedicado a Vulcano, el dios del fuego, las tierras fueron asechadas por un enjambre de millones y millones de langostas que no dejaron nada que fuese de color verde.
Obviamente, nosotros podemos conectar este punto con la abrupta caída de temperaturas, pero en Roma antigua, todo se conectaba a través de la benevolencia—o la furia, de los dioses.
Nunca antes, en las tierras alrededor de Roma antigua, hubo tantos altares dedicados a la diosa Ceres, diosa de la agricultura, la fecundidad, y de la cosecha.
Cabe añadir aquí, que la palabra cereales, que a menudo tenemos para desayuno, proviene del nombre de la diosa de Ceres.
Ceres – cereales.
CUATRO – Desde Atenas, aún peores noticias llegaron.
Lo que hoy conocemos como la terrible plaga de Atenas fue una virulenta explosión epidémica que afectó a la ciudad-estado de Atenas mientras esa ciudad estaba en guerra con Esparta.
El peor ataque de esa epidemia fue durante el segundo año de la Guerra del Peloponeso, es decir, el año 430 AC.
Un historiador griego llamado Tucídides,
…a ver si pueden repetir este nombre otra vez… Tucídides,
Bueno, este Tucídides escribió acerca de la Guerra del Peloponeso, y por ende, de la Plaga de Atenas. En realidad, ese hombre sobrevivió la plaga, y lo que él nos cuenta viene de fuentes de primerísima mano.
En su libro llamado Historia de la Guerra del Peloponeso, Tucídides describe la llegada de la epidemia, y como comenzó en Etiopía, atravesó Egipto y Libia y luego llegó luego al mundo griego.
La epidemia misma probablemente entró por el puerto de Atenas, llamado el Pireo.
La epidemia brotó en la ciudad, demasiado llena de gente, debido a que los campesinos fueron albergados dentro de las murallas de la ciudad.
Atenas perdió posiblemente un tercio de las personas que se cobijaban tras sus muros.
La visión de las piras funerarias ardiendo hizo que el ejército espartano se retirara por temor a la enfermedad.
La plaga mató a gran parte de la infantería ateniense, algunos de los marinos más expertos y, para colmo de males, mató al líder de Atenas, el famoso Pericles, quien murió en uno de los brotes posteriores en el año 429 AC.
Aquí hay un dato muy interesante:
En el año 2005, se realizó una correlación entre el ADN extraído de la pulpa dentaria de tres dientes recuperados del cementerio Kerameikos en Atenas, y al final de ese estudio de ADN, un conocido patógeno surgió como el culpable de la peste:
La fiebre tifoidea.
Esto significa que gente moría después de una infección de dos a tres semanas de ser expuestos a la bacteria.
Durante la primer semana, le gente sentía escalofríos y altibajos de temperatura, seguidos por tos y un fuerte dolor de cabeza. Fiebre empezaba al quinto o sexto día.
A la segunda semana los enfermos entraban a una fase de fiebre extremadamente alta, seguida por constantes diarreas, y fallas de órganos tales como el bazo y el hígado. Puntos rojos en el abdomen y el pecho indicaban el grado de infección, y me imagino, que cuando la gente tenía esos puntos, ya se entregaba a los dioses.
Al cabo de esa semana, la persona o vivía, o moría, y los sobrevivientes resultaban ser inmunes a futuras infecciones, casi en un 99% de los casos.
Si la persona seguía con malestares durante una tercera semana, muerte generalmente llegaba en la forma de hemorragias internas, y perforaciones intestinales creadas por la duración de la enfermedad y la falta de tratamiento.
En Roma, mientras tanto, y como una nota de al lado, enfermos solían pasar un noche en el templo del dios Esculapio, y si no había lugar en ese templo, tambien iban a otros templos.
La creencia popular era que si dormían una noche dentro del templo, obtendrían un sueño, el cual les daría una interpretación de qué es lo que tenían que hacer para curarse de la enfermedad.
Pero, si no tenían ningún sueño durante esa primera noche, los pacientes solían quedarse hasta tres noches consecutivas en el templo, después de lo cual, los sacerdotes generalmente les decían que se vayan a su casa, porque obviamente los dioses no querían comunicarse con ellos, y los preferían muertos.
CINCO – Si bien muchas fuentes bibliográficas solamente citan el año 441 AC como un año de hambre en Roma, estas mismas fuentes sí admiten que muchas otras hambrunas siguieron.
Los ciudadanos de Roma, si bien tenían cierto acceso a agua, y si bien las cloacas de Roma ya funcionaban de una manera bastante satisfactoria, y si bien la medicina de Roma no era la peor en el mundo de aquel entonces, aquí necesito destacar tres detalles que hicieron lo suyo para agravar la situación de Roma.
Como primero, los romanos en aquel entonces empezaban a construir rutas. Muchas rutas, a otras localidades alrededor de Roma. Esto, por supuesto trajo gente, y gente trae cosas.
Entre ellas, virus.
Algunos virus no hubiesen hecho tanto daño si una combinación de los otros factores, tales como el clima, no hubiesen ocurrido.
Como segundo, este fue el tiempo cuando Roma empezó a utilizar monedas como medio de pago. Si bien los romanos no imprimieron sus propias monedas hasta que lleguemos a la parte de los asedios de las ciudades de Veyes y Fidenas, sí existían monedas en circulación, mayormente provenientes de las ciudades de Grecia Magna.
Y como bien sabemos, monedas pasan de mano a mano, como casi ningún otro objeto en Roma.
Y como tercero, en el norte de Italia se comenzó a producir un efecto de dominó entre pueblos galos y otros pueblos dentro de la parte norte de Italia. Este contacto entre pueblos, cada uno con sus propias infecciones, debilidades, o resistencias hicieron lo suyo para que las pestes de Roma fuesen lo que fueron.
Bien.
Ahora vayamos a nuestro nuevo segmento de El Cuento de Roma, llamado el PODCAST DE LA SEMANA.
Como les conté durante el episodio pasado, cada semana, y por veinte semanas, voy a mencionar un podcast aquí. Un podcast que, tal como el mío, es joven, chiquito, sin muchas pretensiones, y con un buen estilo, y con buenas chances de crecer.
Entonces, el PODCAST DE LA SEMANA de esta semana es “La Vendetta de Remo”.