Finalmente, los plebeyos tienen un Cónsul de entre los suyos. Y enhorabuena, porque el problema de los guerreros Samnitas se avecina con cada invierno que pasa. Y hablando de inviernos, esta vez tenemos un invierno que acaba con nuestro Lucio, y con Marco Furio Camilo.
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Transcripción Parcial
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 29 — El Primer Cónsul Plebeyo.
Estamos en el año 368 antes de Cristo. Un joven de alta estatura, llamado Lucio Sexto Laterano, acababa de desmontar frente al edificio del Senado, con tres pergaminos de papel bajo su hombro.
Lucio Sexto Laterano era un Tribuno de los Plebeyos.
En otras palabras, él era automáticamente un enemigo del 100% de los Patricios de Roma, y nada que estuviese en su poder, era bienvenido en el Senado.
Mucho menos, tres gruesos pergaminos, conteniendo leyes que cambiarían Roma.
Cuando Lucio Sexto Laterano subió por las escalinatas, él estaba muy consciente que toda Roma lo miraba. Tres de sus proyectos estaban a punto de convertirse en leyes, y esta vez, ni el mismísimo Camilo no se le pondría en el camino.
La primera ley hacia que todo lo que un deudor pagaba en forma de intereses, se convertía en capital de dicha deuda, y, por ende, el pago de deudas ya no sería como una vuelta de mula, atada a un molino para moler granos.
La segunda ley le prohibía a cualquier persona, Patricio o plebeyo, poseer más de 300 acres de tierra sin uso, y en los alrededores de Roma, y también prohibía que más de 100 vacas o cabras utilicen terrenos públicos de Roma para pastar.
La tercera ley—la más importante, decía que uno de los Cónsules elegidos cada año en Roma, debía ser de origen Plebeyo.
Los Patricios sabían que iban a perder, y mandaron a llamar a marco Furio Camilo, para que los salvase.
Así que, mientras las deliberaciones de todo eso comenzaban, mensajeros secretos iban a todo galope hacia la residencia de Camilo.
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