Episodio 84 – La Lex Flaminia

Roma en bancarrota. Tres cónsules malos, y por qué Flaminio fue pintado como un villano.


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Transcripción Parcial

Año 233 AC.

Roma. Foro romano.

En el medio de la noche — Lucio Cecilio Metelo — el pontífice máximo de la ciudad, parado en su oficina, no necesitaba de una lámpara para ver las cosas claramente.

En su afán de terminar de construir el Templo de la Concordia, el cual fue consagrado por nadie menos que aquel Marco Furio Camilo, de nuestro Episodio 24, Metelo se había hecho de un larga lista de enemigos.

En realidad, Lucio Cecilio Metelo tenía dos listas.

Una de sus enemigos, y una de la gente que él pensaba, que lo querían ver muerto.

Eso — por supuesto — sin contar gente, afuera de Roma.

Ambas listas eran casi iguales de largo, y el día anterior las volvió a leer — a solas.

Era su décimo aniversario como pontífice máximo de Roma.

Así es, Metelo había tomado el cargo de pontífice maximo, allá en el año 243, cuando la guerra contra Cartago aún rugía en el sur.

Por supuesto — hoy — nosotros la llamamos la Primera Guerra Púnica.

Pero en aquel entonces, nadie pudo saber que esa era una primera guerra de una serie de tres.

Verdad?

A ver, a ver —

O será cierto eso?

Será que algunos — como Metelo, ya sabían que el tema de la competencia entre Roma y Cartago no había llegado a su fin?

O será, quizás, que TODO EL MUNDO sabía que otra guerra iba a estallar?

Bueno. Volvamos.

Esa noche, Metelo, parado en su oficina, esperaba a uno de sus enviados con noticias.

Y cuando — al cabo de una buena hora de esperar — alguien tocó la puerta, Metelo le dió una señal a su esclavo a que abriera la puerta.

Un hombre entró, y les dió una señal de aprobación con la cabeza.

—”El evento es mañana. Después de las carreras,” dijo el hombre.

—”Entiendo,” respondió el pontifice. “Algo más?”

—”Una cosa más. Quién ganará en las carreras, mañana?”

Tras una breve pausa, el pontífice respondió.

—”Subura.”

Sin más, el mensajero se dió vuelta, se puso la capucha sobre la cabeza, y salió de la oficina.

Con pasos de plomo, Metelo se encaminó hacia la ventana.

—”Mañana, entonces,” se dijo.

Bueno.

Interrumpimos aquí por un minuto, para ver que más tenemos por delante, aparte de lo que un sujeto misterioso le acaba de decir al pontífice máximo de Roma.

Y, lo primero que les debo hacer saber es que en este episodio tenemos que abarcar varios años.

[…]

 

Episodio 78 – Estado de la Unión – 244 AC

El mundo en el año 244 AC. Desde China hasta Hispania, y desde Numidia hasta las tribus de Iliria.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 78 – Estado de la Unión – 244 AC.

Cinco veces tuvimos nuestro Episodio del Estado de la Unión, y hoy vamos el por el numero seis.

Cinco veces echamos a nuestra águila al vuelo, y cinco veces hicimos una enorme vuelta a la Cuenca del Mediterráneo, el epicentro natural del mundo de Roma.

Hoy — nuestra águila tomará vuelo por sexta vez, pero esta vez le añadimos un pequeño sonido.

(música de águila)

Personalmente no se mucho de música, pero creo que este sonido no está tan mal.

Alas agitándose — el cielo abierto — un segundo de música atmosférica — y luego, el llamado, el sonido, del animal que siempre gobernó los cielos. Un águila.

Bueno, como ya saben — estamos en el año 244 AC, y estamos a exactamente tres años de finalizar con el tema de la Primera Guerra Púnica. Y en nuestro podcast, eso va a suceder en nuestro episodio siguiente, llamado — Episodio 79 — Roma 1 – Cartago 0.

Pero antes de comenzar nuestro vuela de águila, quiero ver qué exactamente, hicimos en nuestros cinco vuelos de águilas anteriores.

Entonces, para eso, tenemos una muy breve lista, de — obviamente — cinco puntos.

UNO — En nuestro Episodio 13 estuvimos en el año 509 AC.

Recién habíamos echado a Tarquino el Soberbio de la ciudad, y tuvimos los dos primeros Cónsules romanos.

Pero — en el sentido más grande del cuadro, en aquel episodio, establecimos una tradición.

La tradición de que cada décimo-tercer episodio, pues — sería un episodio de un vistazo general de la situación de Roma, y del mundo alrededor de Roma, tambien.

DOS — En nuestro Episodio 26 estuvimos en el año 390 AC.

Y estábamos en el medio del tremendo lío, con los galos senones de Breno atacando y saqueando Roma, y con Marco Furio Camilo, estando exiliado, afuera de Roma.

Pero — al final de aquel episodio, tuvimos una lista de todos los Cónsules, Decenviros y Tribunos Militares más importantes, entre los años 509 y 390 AC — es decir, los primeros 119 años de la República de Roma.

Así es — fuimos desde Lucio Junio Bruto hasta aquellos Tribunos Militares llamados Quinto, Numerio y Cesón Fabio Ambusto, que terminaron haciendo un lío en la ciudad de Clusium. Se acuerdan?

TRES — En nuestro Episodio 39 estuvimos en el año 320 AC.

Y estábamos en el medio de las Guerras Samnitas, con personajes como Decio Mus y Marco Valerio Corvo dándonos un sabor de lo que vendrá.

También veníamos escuchando noticias de Alejandro Magno, allá en Grecia, y más tarde — por toda Asia.

En Egipto, la Torre de Alejandría estaba en plena construcción.

Y al final del episodio, tuvimos otra lista de toda la gente que gobernó en Roma. Desde Manlio Capitolino, hasta aquellos famosos Postumio Albino y Venturio Calvino, y todo el tema de las Horcas Caudinas.

CUATRO — En nuestro Episodio 52 estuvimos en el año 286 AC.

En esa época estábamos en el medio de una de las mayores transiciones en la República Temprana. Terminamos de vencer a los Samnitas, y estamos a punto de tener que enfrentarnos a Pirro de Epiro — que surgió precisamente porque Roma y aquellas colonias griegas al sur de Italia, finalmente, se llegaron a ver, cara a cara.

Además de ser el Episodio más largo del podcast, hasta hoy — durante ese episodio tambien tuvimos un vistazo de Roma, los barrios de Roma, y hasta las alturas sobre el nivel del mar, de cada una de las partes de Roma, por el tema de los acueductos romanos.

Y al final del episodio, tuvimos una lista de todas — repito — todas las guerras y batallas que Roma tuvo, desde sus comienzos, y hasta el año 286 AC.

CINCO — En nuestro Episodio 65 estuvimos en el año 268 AC.

Si, lo sé! Es un tanto fácil de confundir.

Episodio 52 — año 286.

Episodio 65 — año 268.

286 — 268 — hasta yo mismo me confundía!

A lo mejor tendría que haber empujado el numero del año, un añito para arriba o para abajo, pero ahora, ya está así.

En aquel episodio estábamos a punto de zambullirnos en las Guerras Púnicas.

Pirro ya era historia, y con los Mamertinos haciendo lo suyo en Mesina, Roma decidió que era hora de salir de la peninsula italiana misma.

Durante ese tiempo, yo me había dado cuenta que la historia se me estaba escapando de las manos.

Y para mantener el hilo del Cuento bajo mi control, comencé a crear cuadros sinópticos, listas detalladas de eventos, y tuve que ajustar todo eso, para que el podcast me quepa en 500 episodios.

No me podía permitir que haya partes demasiado apretadas y llenas de eventos por un lado, y partes demasiado sueltas y sin acción alguna, por el otro lado.

En otras palabras, los 500 episodios tenían que abarcar los años de manera pareja.

Después, había que elegir un título apropiado para cada Episodio.

Por ejemplo, no tenemos un Episodio llamado Anibal cruza los Alpes, pero si tenemos un episodio llamado Asdrúbal cruza los Pirineos, y eso fue a propósito.

Demasiados podcasts hablan de Aníbal cruzando los Alpes, pero quien nombra un episodio del cruce de los Pirineos? Casi nadie!

Y también tuve que ajustar errores entre fechas de las generaciones de la Saga Familiar.

Finalmente, tuve que elegir e insertar a todos los invitados especiales, para todos nuestros episodios de Biografías, cada 22 episodios.

Eso, en sí mismo, era un dolor de cabeza tremendo, porque no quería dejar a algún historiador importante afuera de la serie, y tampoco quería poner a personas que no tenían absolutamente nada en común, juntos en un mismo episodio.

Y después de eso venía el enorme trabajo de diseñar todas las cubiertas.

500 cubiertas en formato rectangular (para YouTube y el sitio web), y luego, 500 cubiertas en formato cuadrado (para iTunes, iVoox y el podcast en sí).

Después de eso, 1000 más para la versión en ingles, y 1000 más para la version en chino, que lo publica mi esposa.

De todas maneras.

El resultado de eso fue que, al final del Episodio 65 les leí (muy contentamente), la lista entera de todos los episodios próximos, desde el Episodio 66, hasta la mitad del podcast, es decir, el Episodio 250.

[…]

 

Episodio 56 – Pirro llega a Italia

El desembarque de Pirro en Italia. Los riesgos logísticos. Los planes para el futuro. Las memorias del pasado de Pirro de Epiro.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 56 — Pirro llega a Italia.

La tormenta duró toda la noche.

El terrible viento cambiaba de dirección entre noreste y norte con cada ráfaga, y los barcos de Pirro de Epiro se acercaban peligrosamente entre ellas, con cada ola.

El dios de los mares estaba obviamente de muy mal humor, y a Pirro, eso, no le gustaba nada.

Nada.

Ni la forma como los mástiles crujían bajo el asedio del viento — y eso, a pesar de que todas las velas estaban completamente izadas, ni la forma en que los agujeros de los remos tragaban agua de mar.

Con cada hora que pasaba, el barco parecía más pesado, a pesar de que cuero había sido puesto cuidadosamente en los 34 orificios de los TALAMITAS, que era la hilera de remos mas baja.

En realidad, taparon todos los agujeros de las tres hileras de remos.

Los remos de los pobres talamitas estaban a solo 45 centímetros por encima del agua, y los agujeros de los ZIGITAS,  deletreo eso — Z — I — G — I — T — A — S, estaban a un metro y pico.

Y medio metro más arriba, los huecos para los remos de los TRANITAS, tambien estaban cerrados, con cuero de cabra, y resina negra de pinos, de las montañas de Epiro.

Así es — una trirreme, tenía tres hileras de remadores, y los hombres más fuertes se sentaban en la hilera de más arriba.

Esos eran los tranitas.

Y cada remada de esos muchachos, traía el doble de empuje de los demás, por simple geometría, de como esos remos entraban al agua.

Debajo de los tranitas, se sentaban los zigitas.

Esos eran hombres de mayor edad, pero aun vigorosos.

Los bancos más bajos, los bancos de los talamitas, eran los peores.

Entraba agua salada, y era difícil remar, porque los remos había que sostenerlos casi horizontalmente, al mismo tiempo de remar.

En Grecia, hasta las guerras del Peloponeso, remadores eran hombres libres.

Pero en Roma, todo eso iba a cambiar muy rápido.

En el futuro, pocos esclavos sobrevivían dos años, trabajando como talamitas, y ese trabajo solo era comparable a trabajar en una mina de plata, o de estaño.

Para esa gente, ese puesto dentro del vientre de la nave al cual estaban encadenados — ese taburete desde el cual remaban, representaban el comedor, el dormitorio, el baño, y la sala de estar — de por vida.

Y lamentablemente veremos a un miembro de nuestra saga familiar — en un futuro lejano, llegar a ser un esclavo condenado a vivir de esa manera, por la mas injusta de las razones.

Defender el nombre de Jesus, durante el gobierno del peor emperador de Roma.

Quiere adivinar de qué emperador estoy hablando?

Enfin.

Entonces, para repasar — tranitas arriba, zigitas en el medio, y los pobres talamitas, en la hilera más baja.

Ya.

A medida que el agua se acumulaba en la bodega del barco, esa agua se iba convirtiendo en barro, mezclado con grasa, resina de madera, y una espesa capa de brea y aceite.

Y esa capa iba de un lado a otro, con cada golpe del mar, como un ebrio que no se decide, de qué lado de la calle quiere caminar.

Mientras Pirro maldecía al oráculo de Delfos en su mente, su educación le decía que — como comandante de la expedición, la flota entera dependía de su ejemplo.

Así es — tres semanas antes, Pirro había acudido al oráculo de Delfos, pidiendo una señal acerca de sus futuros planes.

Y ese oráculo — al parecer, lo había engañado de punta a punta.

— “El sol, y su talento militar resplandecerán los cielos, entre Grecia e Italia,” había dicho el oráculo.

Pirro hasta se acordaba que el oráculo un gesto como diciendo — “Wow, qué afortunado es Usted, Señor!

Pero, el día del traslado de tropas, el sol decidió esconderse.

[…]

 

Episodio 31 – La Corona Gramínea

Entre Aulo Cornelio Coso y el legendario Marco Valerio Corvo, los romanos vencen a los samnitas en las tres batallas de la primera guerra samnita.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 31 — La Corona Gramínea.

Año 343 antes de Cristo.

O—si preferís, año 411 desde la creación de Roma. También era el año 166, sí prefieren contar las cosas a partir de la fundación de la República de Roma.

Pero sí vamos a contar años cómo los romanos los contaban, estamos el año de los Cónsules Cornelio Coso y Valerio Corvo—o sea, el año 343 antes de Cristo.

Y ahí acabamos de dar una vueltita a la calesita, y seguimos en… bueno… en…

Satícula, Campania. Verano. Año 343 antes de Cristo.

Cuando el joven Lucio finalmente notó que las tropas bajo el comando del tribuno Decio aparecieron por el horizonte y se aproximaban al fuerte, el corazón le batía como un tambor a marcha de redoble. Trepó por las escalinatas del fuerte, tratando de ver a su hermano entre ellos, pero solo podía ver siluetas en la oscuridad.

En ese momento Marco se le unió.

—“¿Distingues a Publio?”

—“¡No! Pero están corriendo, tal vez los Samnitas están detrás de ellos. ¡Suena la alarma!” respondió Lucio.

—“¡Abran puertas!”

Cuando los muchachos de Decio pasaron por el portón, todo el mundo estalló en gritos de alegría.

Publio Decio Mus, el tribuno de Aulo Cornelio Coso, no había perdido ni un solo hombre, y el centurión de la legión le salió a encuentro a los hombres, todavía incrédulo de la hazaña de los muchachos de Decio.

Pero bueno, vamos a hacer una breve pausa aquí, porque tenemos que rebobinar un poco los eventos, para poder explicar la hazaña que acababa de suceder.

[…]

 

Episodio 29 – El Primer Cónsul Plebeyo

Finalmente, los plebeyos tienen un Cónsul de entre los suyos. Y enhorabuena, porque el problema de los guerreros Samnitas se avecina con cada invierno que pasa. Y hablando de inviernos, esta vez tenemos un invierno que acaba con nuestro Lucio, y con Marco Furio Camilo.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 29 — El Primer Cónsul Plebeyo.

Estamos en el año 368 antes de Cristo. Un joven de alta estatura, llamado Lucio Sexto Laterano, acababa de desmontar frente al edificio del Senado, con tres pergaminos de papel bajo su hombro.

Lucio Sexto Laterano era un Tribuno de los Plebeyos.

En otras palabras, él era automáticamente un enemigo del 100% de los Patricios de Roma, y nada que estuviese en su poder, era bienvenido en el Senado.

Mucho menos, tres gruesos pergaminos, conteniendo leyes que cambiarían Roma.

Cuando Lucio Sexto Laterano subió por las escalinatas, él estaba muy consciente que toda Roma lo miraba. Tres de sus proyectos estaban a punto de convertirse en leyes, y esta vez, ni el mismísimo Camilo no se le pondría en el camino.

La primera ley hacia que todo lo que un deudor pagaba en forma de intereses, se convertía en capital de dicha deuda, y, por ende, el pago de deudas ya no sería como una vuelta de mula, atada a un molino para moler granos.

La segunda ley le prohibía a cualquier persona, Patricio o plebeyo, poseer más de 300 acres de tierra sin uso, y en los alrededores de Roma, y también prohibía que más de 100 vacas o cabras utilicen terrenos públicos de Roma para pastar.

La tercera ley—la más importante, decía que uno de los Cónsules elegidos cada año en Roma, debía ser de origen Plebeyo.

Los Patricios sabían que iban a perder, y mandaron a llamar a marco Furio Camilo, para que los salvase.

Así que, mientras las deliberaciones de todo eso comenzaban, mensajeros secretos iban a todo galope hacia la residencia de Camilo.

[…]

 

 

Episodio 28 – La Roca Tarpeya

El comienzo de Roma, versión dos – después de las cenizas. Marco Furio Camilo y Marco Manlio Capitolino son los indiscutidos héroes de Roma, pero uno acabará siendo un villano. También, el milagro de Aeliana, la esposa de Lucio.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 28 — La Roca Tarpeya.

La semana pasada vimos el fin de la trilogía del ataque, asedio, y saqueo de Roma.

Vimos como los galos de Senones finalmente se fueron de Roma, y como Camilo se convirtió en la persona que verdaderamente dirigía el destino de la ciudad.

Y aquí creo que un buen momento de decirles lo que Tito Livio escribió en la primera página de su sexto libro, esa obra gigantesca que hizo, llamada AB URBE CONDITA, o “DESDE la FUNDACIÓN de la CIUDAD” en castellano.

Leo esto de la primera página, libro 6:

Las transacciones de los romanos, desde la creación de la ciudad de Roma hasta la captura de la misma, primero bajo reyes, luego bajo cónsules y dictadores, decenviros y tribunos con poderes consulares, sus guerras en el extranjero, sus disensiones en casa, todo lo he expuesto en cinco libros.

Temas y eventos me fueron oscurecidos, tanto por su gran antigüedad, como si fueran objetos que desde su gran distancia apenas puedo percibir, así como porque en aquellos tiempos el uso de las letras, el único fiel guardián de la memoria de acontecimientos, era inconsiderable y raro.

Y, además, lo que se contenía en los comentarios de los Pontífices, y otros registros públicos y privados, todo se perdió durante los incendios que asecharon a la ciudad.

De aquí en adelante, desde este segundo origen de la ciudad, la cual nació de entre sus propias cenizas, esta vez más saludable y más vigorosa, los logros de Roma dentro de Roma y en el extranjero, serán narrados con más claridad y autenticidad.

Creo que hasta el mismo Tito Livio debe haber suspirado con alivio.

Personalmente creo que no existe un mejor lugar que este, para comenzar nuestro episodio de hoy, en El Cuento de Roma.

La niebla ya no está, y a partir de ahora tenemos un recuento de eventos que se asemejan mucho más a lo que verdaderamente sucedió en Roma.

Digo yo: Enhorabuena!

[…]

 

Episodio 27 – Hierro y Oro

El final de nuestra trilogía del saqueo de Roma. Breno está en la historia, y al final de este episodio, tenemos la mejor de las noticias de Aeliana y Lucio.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 27 — Hierro y Oro.

La semana pasada vimos como los galos de Breno y los Romanos de Quinto Sulpicio comenzaron a deliberar. Ambos cansados, ambos contando muertos a diario, y ambos con un ego más grande que las siete colinas de Roma, juntas…

Pero aquí uno de los dos lados tenía una leve ventaja, y esa ventaja era la esperanza que Camilo llegaría en cualquier momento con sus tropas.

Mientras tanto, quiero que se imagine la ciudad de Roma.

El Circo Máximo, que aun solo poseía gradas de madera, se ha convertido en una morgue temporaria donde el humo no paraba de mostrarle a todo el mundo donde fue que los galos habían decidido a apilar y a quemar a sus caídos.

Era el fin de un invierno extremadamente templado—y como por obra de las diosas Cloacina, que había tapado los desaguaderos de las cloacas de Roma, Poena, diosa del castigo, y Tempesta, diosa de las tormentas, que no causó ni una sola tormenta ese invierno, que congelara o se llevara partes de los cuerpos que se podrían por toda Roma, los galos terminaron sufriendo más que los romanos.

Desde el mercado de reses, al sur del puente de la ciudad, y hasta la Puerta Capena, en la esquina sureste de Roma, todo estaba quemado.

Esta era la Roma, que Marco Furio Camilo estaba a punto de salvar, según la versión que los romanos describieron.

Así es, mientras que Camilo se preparaba para salir de Veyes y marchar hacia Roma, y mientras que los galos y los romanos debatían donde iban a finalizar su transacción, Roma se descomponía con cada día que pasaba.

Y así es, existen dos versiones mayores de todo esto. Vamos con la versión aceptada por historiadores modernos primero.

[…]

 

 

Episodio 25 – Aquí Vienen los Galos

Los Senones atacan Roma, y saquean la ciudad eterna, mientras Marco Furio Camilo se encuentra en su exilio.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 25 — Aquí Vienen los Galos.

La semana pasada vimos como Marco Furio Camilo fue exiliado de Roma, después de haber conquistado Veyes, y después de haber duplicado el territorio de Roma.

En cuanto a Veyes, la ciudad se convirtió en una ciudad fantasma. Los campesinos alrededor de Veyes—quienes inicialmente no fueron molestados por Roma, rápidamente fueron absorbidos por unos pocos senadores patricios.

De hecho, la mayor parte de las tierras nuevas de Roma cayó en manos de un grupo pequeño de Patricios, y Roma se sentía en la cima de su gloria.

Pero como sabemos, cuanto más alto uno vuela, más fuerte uno cae, y ésta no fue una excepción a la regla.

Pero bueno, no nos adelantemos a los hechos y veamos primero como le va a Lucio, después de la muerte de su padre, y después de haber recibido aquel mensaje doble, desde Cartago.

Cuando Lucio abrió el pergamino del senador Papirio, no pudo entender el mensaje. El mensaje mismo provenía de Cartago, pues estaba envuelto y unido al mensaje de Marcia, pero el contenido hablaba de una grave advertencia para Roma, y de una coalición entre dos pueblos cuyos nombres Lucio jamás había oído. Inseguro de cómo proceder, Lucio decidió darse tiempo, y pensar con calma.

Si Marco Furio Camilo no estuviese en exilio, Lucio ya sabría lo que haría, pero ahora se sentía confundido.

Mientras Lucio estaba perdido en esos pensamientos, Aeliana apareció por el marco de la puerta. Ella entendió inmediatamente lo que sucedía, y sin siquiera detenerse en sus tareas de esclava, le dijo de una manera un tanto casual.

“Tu Padre jamás hubiese buscado ayuda de Patricios, aun si ese recado fuese de una situación de vida o muerte para Roma entera.”

“Yo no soy como mi padre,” respondió Lucio, inmediatamente dándose cuenta que había puesto el pie en la trampa. Pero Aeliana tenía razón. Había que buscar ayuda, y había que hacerlo ya, o ese pergamino podía ser la causa de algo verdaderamente siniestro.

Y lo peor era que Lució ni siquiera entendía por qué Marcia, o ese senador llamado Papirio, le enviaban algo así a él, un simple contratista de escudos, cinturones y accesorios para catapultas.

Pero lo que Lucio si entendió era que Aeliana, esa muchacha que ahora era su esclava, no era una esclava, antes del día en el que él la había encontrado, atrapada en una casa en llamas.

De hecho, Lucio hubiese deseado tener el coraje de consultar con ella acerca de asuntos así, pues ella aparentaba saber mucho.

[…]

 

Episodio 24 – Marco Furio Camilo

Cinco veces dictador. Cuatro veces Tribuno Militar. Tres triunfos en Roma. Entonces, por qué lo echaron de Roma?


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 24 — Marco Furio Camilo.

“Padre.”

Si bien la voz de Lucio era firme y bien oíble, el viejo Marco no movió ni un solo músculo, postrado en su cama. Lucio volvió a intentarlo, poniendo una mano sobre el hombro del anciano, muy suavemente, pues temía causarle dolor con su toque.

“¡Padre Marco!”

Levemente, Marco abrió sus ojos, y una sonrisa apareció en su rostro.

“¿Has vencido, hijo?”

“Si, Padre,” respondió Lucio, orgullosamente. “Los destruimos por completo, Padre. Y te he traído esto.”

Lucio levantó unos pergaminos a la altura de los ojos de su padre, para que este las pudiera ver. Sin esperar que el viejo preguntara, Lucio le explicó que los pergaminos eran planos de máquinas para estirar cuero, tales como ellos jamás lo habían visto.

Los etruscos, resultaba ser, eran mucho más avanzados tecnológicamente hablando, que los romanos, y parte del botín de guerra eran de inmenso valor para los ingenieros romanos.

Desde cómo hacer arcos de punta triple, para las salidas de agua sucia al rio Tiber, hasta como izar velas de barcos con la fuerza de un solo hombre, casi todo en Veyes era totalmente nuevo para los ingenieros de Roma de aquellos tiempos.

“¡Padre!  Esta máquina hasta podrá estirar cuero de renos,” exclamó Lucio, entusiasmado. El taller de escudos no dará abasto, se imaginaba el joven.

“Ah, los renos,” respondió el viejo. “No habrá renos en unos años más, hijo. Ya verás…”

Y el viejo tenía razón. En menos de dos generaciones el clima comenzó a volver a temperaturas como las que regían antes en Roma.

Renos, leones alpinos, y los largos inviernos comenzaron a desaparecer de Roma.

Nunca más el rio Tiber se volvió a congelar.

Cabe añadir aquí que leones alpinos eran las flores que hoy conocemos como el Edelweiss, y no estoy hablando de los felinos africanos. Leones, como tales, habían desaparecido de Italia—y casi toda Europa, ya hace más de mil años, y ahora las flores, llamadas leontopodium alpinum, o leones alpinos, desaparecían de las cercanías de Roma.

“Cuéntame, hijo. Con toda esa ciencia, como lograron entrar a Veyes?”

“Si, Padre. Fue por la obra de los dioses mismos, Padre. Yo fui el noveno hombre en pisar el suelo de Veyes. Y para sorpresa de todos, entramos en el mismísimo templo de Juno, Padre. Para cuando yo salí del túnel que el dictador mandó hacer, solo quedaban dos o tres sacerdotes vivos.”

Lucio le contó a su padre como los romanos habían excavado un túnel para entrar a la ciudad, y como, luego de la caída de Veyes, el ejército se llevó la estatua de Juno misma, a Roma.

“Y eso, Padre, fue porque los dioses mismos apaciguaron las aguas del lago Alba. Y gracias al ingenio del dictador,” añadió Lucio.

Cuando Lucio decía “el dictador,” por supuesto que se refería a Marco Furio Camilo.

“No creas en todo lo que oyes, hijo,” suspiró el viejo. “He oído otras versiones, y no fueron los dioses. Tampoco fue porque un sacerdote etrusco fue capturado por los romanos, hijo.”

“Pero, Padre… Los senadores mandaron gente a Delphi, y cuando…”

“¿Delphi? ¡Ja! No me hagas reír, hijo, y no te comportes como un idiota de once años frente a mis ojos,” el viejo casi explotó, y vigor parecía volver a su rostro.

“Esas historias son para gente que no sabe distinguir entre un ganso sagrado y una gallina común. Y si me cuentas eso porque piensas que se me fue el cerebro, estas cometiendo un pecado, Lucio. Y tampoco me digas cosas lindas de ese hijo de una serpiente, Camilo. Camilo es un Patricio. Y un Patricio jamás ayuda a un plebeyo. Punto y aparte. Igual que Cincinato.”

Silencio.

El viejo Marco solo llamaba a su hijo por su nombre cuando estaba verdaderamente enojado.

Lucio, sorprendido, se calló la boca, y profundamente dentro de sí mismo, se preguntaba cómo era que Padre sabía todo eso. Al parecer el joven había subestimado el razonamiento y el espíritu de su anciano padre.

[…]

Episodio 23 – No llores por mí, Veyes

En este episodio vemos el fin de Veyes. Para siempre.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 23 — No llores por mí, Veyes.

No es por nada que existe la expresión “hogar dulce hogar,” o “home sweet home” en inglés.

No creo ni por un minuto que exista un idioma que no tenga una frase o expresión que no sea un buen equivalente de esto, y creo que eso tambien vale para los antiguos romanos.

Pero, como veremos en este episodio, esto tambien cuenta para los enemigos de Roma, y hoy hablamos de dos de estos enemigos: Fidenas y Veyes.

La primera fue la única ciudad al sur del rio Tiber, y la segunda era la ciudad etrusca más conocida y probablemente la más fuerte de toda la confederación etrusca.

Como primero, recordemos que Veyes y Roma eran algo así como una imagen reflejada en un espejo, cada una de ellas teniendo poder de un lado del Tiber, y cada una manteniendo un pequeño enclave del otro lado del rio.

El enclave de los etruscos del lado sur del Tiber estaba a unos 8 o 9 kilómetros rio arriba de Roma, mientras que los romanos mantenían control del lado norte del Tiber justo en frente a su propia ciudad.

Después de la primera tal llamada guerra veyense, la ciudad de Fidenas no fue exactamente conquistada por los Romanos, pero tampoco quedó explícitamente bajo el control de los etruscos. Estoy hablando de la guerra del 484 al 474 AC, en la cual la familia de los Fabios fue aniquilada.

A medida que el tiempo avanzaba, y en parte debido a todas las plagas que decimaron a los romanos, no hubo una clara delineación de guerra o paz hasta el año 437 o 434 AC, según nuestras fuentes.

Hasta ese entonces los romanos tenían  relativa influencia sobre Fidenas, y además había muchos residentes romanos viviendo allí. Pero todo cambió cuando los fidenitas cambiaron de partido, poniéndose voluntariamente bajo el dominio del rey de Veyes, un hombre llamado Lars Tolumnio.

Inmediatamente, Roma envió a cuatro embajadores a Fidenas para investigar si esto era real, y cuáles eran las razones por ese cambio de rumbo. Los Fidenitas, no sabiendo que decirles a los embajadores romanos, rápidamente enviaron sus propios embajadores a Veyes para preguntarle a Lars Tolumnio qué hacer con los romanos.

Según la leyenda, Tolumnio quien estaba jugando a un juego de dados en el momento en el que recibió las noticias, hizo una broma acerca de estos embajadores, diciendo algo como por qué no se morían todos los romanos, y los fidenitas inmediatamente volvieron a Fidenas y reportaron el mensaje, que por supuesto, fue totalmente malentendido.

Pero, ni dos por tres—los fidenitas mataron a los embajadores romanos.

Cayo Fulcinio, Clelio Tulo, Espurio Antio, y Lucio Roscio fueron ejecutados en la plaza pública de Fidenas, sin siquiera tanto como un juicio provisional.

[…]