Episodio 81 – La Península Ibérica

Entre la Guerra de los Mercenarios y la conquista de Hispania de Amílcar Barca.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 81 – La Península Ibérica.

Demás está decir, que este episodio es muy especial, porque el tema es la Península Ibérica.

Bueno.

Esto es lo que vamos a ver en nuestro episodio de hoy:

Primero vamos a cerrar lo que quedó abierto del episodio pasado.

Las dos batallas de la guerra de los Mercenarios.

En otras palabras — la Batalla de la Sierra, y el Bloqueo de Túnez.

Y las consecuencias de todo eso.

Ah! Y el por qué Roma obtuvo Cerdeña, y luego Córcega, a pesar de que Cartago fue el claro vencedor en esa guerra.

Eso tambien nos llevará a ver una parte de nuestra Saga Familiar, en la que — si se acuerdan — unos miembros de nuestra familia se habían escondido (o mejor dicho auto-exiliado) en esas islas.

Bueno, uno de ellos reaparece, y vamos a ver el show, de todo eso!

Luego. El comienzo del año 238. Sus Cónsules.

Y tal como lo anunciamos en nuestro episodio pasado, la vida del un tal Tiberio Sempronio Graco.

Bueno, este es el abuelo y bisabuelo de los Gracos que nosotros conocemos, pero si vale hablar del tema.

Tercero, nuestra palabra en Latin: Alio Intuitu.

Cuarto, la lucha política entre Hannón el Grande y Amílcar, ahora que los mercenarios son parte del pasado.

En quinto lugar, el viaje de Amílcar hacia Hispania.

No, muchachos — no fue en un barco crucero!

Después de eso, el año 237 AC en Roma. Los Cónsules.

En séptimo lugar, los comienzos de los Barca en Gadir, Hispania.

Lo que nos llevará a un vistazo de la Hispania de aquellos tiempos, justo antes de la masiva colonización por parte de los Cartaginenses.

Y eso, a su vez, nos lleva a introducir dos personas que me han ayudado mucho, en la elaboración de este episodio.

Así es.

Uno de ellos — un guerrero, estratega, comandante, y centurión de una de las legiones romanas más famosas que hayan existido en Roma antigua, y el otro — un historiador, ingeniero, topógrafo, y diseñador de lo que sea que haga falta, para el progreso de Roma. Vías, acueductos, puertos, fuertes y castras militares, y mucho más.

Presten atención — mis queridos oyentes, porque esto va a estar divertido.

Los dos personajes que introducimos hoy, ademas de ser amigos del podcast en vida real, lentamente irán a formar parte del podcast mismo, de tres maneras diferentes.

UNO — Como consejeros.

DOS — Como invitados especiales en el show, cada tanto.

Y TRES — Como personas ficticias, que irán haciendo lo suyo, dentro del podcast mismo.

Ellos son…

Por un lado — Marcio Samanio Cornelio Atello.

Obviamente, de la familia de los Cornelios.

Mejor conocido como Centurión Marcio Samanio Atello.

En vida real, es de Huelva, España.

En el Cuento de Roma, será un comandante clave, de una legión romana clave, en Hispania, en un futuro muy, muy cercano.

Ustedes — mis queridos oyentes, pueden ir adivinando de cuál legion estoy hablando.

Y por el otro lado — Cayo Julio Ceretano Rescriptor.

Obviamente, de la familia de los Julios.

Mejor conocido como Cayo Julio Ceretano. El cognomen de Rescriptor lo merecerá en unos años más, y ya verán por qué.

En vida real, es de la región de Gadir, España.

En el Cuento de Roma, será uno de los personajes claves en la transición de Hispania de ser un territorio cartaginés, a convertirse en un territorio romano.

Como un dato más, este Cayo Ceretano Rescriptor aparece en nuestro podcast hoy mismo — es decir, en este mismo episodio.

Más concretamente, en unos 30 minutos mas.

Mientras tanto, centurión Marcio Samanio Atello, aparecerá, apenas los romanos comiencen a formar parte de los destinos de Hispania.

Más concretamente, en nuestro Episodio 86 – El Tratado del Río Ebro.

Aquí va una nota final en cuanto a este tema.

El tema de introducir oyentes, digamos — personas reales, y meterlos dentro de nuestro podcast, y dejar que ellos mismos manejen sus propias vidas, dentro del mundo de Roma (de aquel entonces) — ese es el propósito de este podcast.

Todo lo que tienen que hacer, es elegir sus nombres, sus cognomen, a que tribu quieren pertenecer, y como si fuese una serie televisiva, ellos irán progresando, dentro del Cuento de Roma.

Tendrán sus propias profesiones, sus propios descendientes, y sus destinos.

Y repito — todo eso, es algo que representa la misión más importante de esta Saga — la Saga Familiar.

Porque al final y al cabo, todos nosotros — Usted, yo, sus hijos, y hasta ese vecino suyo — todos provenimos de una sola semilla.

Un mismo DNA.

Una misma Eva — o si prefiere — un mismo Adán, genéticamente hablando.

Todos Ustedes — muchachos (y muchachas) — sin NI UNA SOLA excepción, han tenido bis-bis-bis-abuelos que vivieron, sufrieron, amaron, y rieron, en aquellos tiempos.

Y bueno.

Yo creo que es hora de ver,

qué exactamente hacían esos abuelos suyos,

en los tiempos de Roma antigua.

Finalmente — en octavo lugar, tenemos un vistazo de lo que viene.

Una breve paz, antes de la tormenta.

Vamos a ver que Tito Manlio Torquato hasta logrará hacer algo, que muy pocos comandantes lograron hacer, en cuanto a las puertas del templo de Jano.

Pero bueno, como eso queda para nuestro próximo Episodio, pues no voy dar el spoiler ahora, aunque se perfectamente, que acabo de hacer, justamente ESO. (Jajaja)

Y por último — como siempre, música de cierre, y saludos personales, después de eso.

Como pueden ver, un Episodio largo!

Episodio 79 – Roma 1 – Cartago 0

El encuentro final de la Primera Guerra Púnica. Y por qué la siguiente guerra era inevitable.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 79 – Roma 1 – Cartago 0.

Esto es lo que el padre de la historia — un griego llamado Heródoto — escribió de los Cartaginenses — como mercaderes, alrededor del año 430 AC.

Los cartaginenses, cuando llegan con sus barcos, descargan sus mercancías y las organizan en la playa.

Luego vuelven a sus barcos, y prenden un gran fuego. El humo de ese fuego, es visto por los habitantes de esas costas, y les da a saber, que hay mercancías en la playa.

Inmediatamente los nativos van a la playa, a ver los productos. Con ellos, traen suficiente oro u otros objetos de valor. Después de decidir cuánto oro van a dejar en la playa por las mercancías, los nativos se retiran de la playa, y esperan a que los cartaginenses vuelvan, a estimar el valor de su oferta.

Los cartagineses desembarcan y examinan lo que los nativos han dejado allí, y si el oro les parece un precio digno por sus mercancías, lo toman con ellos, y parten.

Si no, los cartaginenses vuelven a sus botes y se sientan a esperar mientras los nativos se acercan de nuevo y fijan más oro, hasta que ambos lados están satisfechos.

Ninguno de los dos lados intenta engañar al otro, porque los cartagineses no tocan el oro hasta que iguala el valor de sus bienes, y los nativos no tocan los bienes, hasta que los cartaginenses se han llevado el oro.

(Si bien esto fue escrito por Heródoto, este texto se encuentra en el libro IV de Tito Livio

Por supuesto, eso es lo que los mercaderes de Cartago hacían en lejanas costas africanas, donde no existían otros métodos de comercio.

Y por supuesto, que eso fue — si es que fue, siglos atrás.

Además!

Recordemos que fue Cicerón, quien llamó a Heródoto “Padre de la Historia.”

Recordemos también, que otros Senadores en Roma lo solían llamar “el padre de todas las mentiras.”

Digo — a Heródoto! No a Cicerón!

Volveremos a hablar de esto, en unos 20 o 25 minutos.

Ahora, comencemos así.

Año 243 AC.

Primer reunión del Senado de Roma del año.

Y como era el primer encuentro del año, por obligación — y por tradición — los Senadores estaban reunidos en el Templo de Júpiter Capitolino, y no en la Curia Hostilia, como era de costumbre.

A veces, los senadores tambien podían reunirse en el Templo de Bellona, pero eso generalmente solo ocurría cuando asuntos de guerra eran el tema, y cuando el tema era de extrema urgencia.

Pero, como nosotros ya sabemos, el frente de operaciones en Sicilia, no traía ningún tipo de urgencia, estos días.

Así que — ese día, los temas en la mesa, eran tres.

UNO — Los romanos iban a continuar construyendo su nueva flota nueva.

Y eso, a pesar de que el consenso general era, que Amílcar Barca sí era un peligro, pero no un peligro inminente.

DOS — Los romanos tenían que encontrar una forma de desacreditar a los cartaginenses, no como mercaderes llenos de un sentido financiero sin escrúpulos, sino — simplemente, como gente mala.

Resulta que el esclavo de un senador romano había descubierto un taller de reliquias de dioses cartaginenses en un pueblo, a no mas de 50 kilometros al norte de Roma, y se lo dijo a su amo.

La figura de esas reliquias — esa diosa, para ser mas exacto — era la figura de Tanit, una de las pocas divinidades que los cartaginenses tenían y que los fenicios jamas tuvieron.

En otras palabras — un culto cartaginés, propiamente dicho.

Tanit, que se escribe T — A — N — I — T, era una diosa relativamente nueva, y según historiadores, había pasado a otras divinidades en popularidad entre la gente de Cartago.

Si bien, dioses como Melqart, Baal Amón, y Rasap — el dios de la guerra, aparecían por todos lados en Roma, especialmente en vasijas de arcilla, el culto a Tanit era algo mas bien nuevo.

Al final, el Senado decidió que se creará un grupo de investigación acerca del tema, y uno de los Ediles nuevos en Roma, estaría a cargo del asunto. Supervisado por el Pontífice Máximo, por supuesto.

Ah, y como esta reunión tomó lugar dentro del Templo de Júpiter Capitolino, una copia de toda esa investigación tambien le será entregada al Flamen Dialis, es decir — al sacerdote del dios Júpiter.

Listo — asunto resuelto!

Si existía algo que los Senadores romanos amaban, era delegar deberes.

Y FINALMENTE TRES — El asunto de los Cónsules nuevos.

Así que tenemos que en este año — el 243 AC, los Cónsules elegidos fueron un tal Cayo Fundanio Fúndulo, y un tal Cayo Sulpicio Galo.

[…]