En el medio de la noche — Lucio Cecilio Metelo — el pontífice máximo de la ciudad, parado en su oficina, no necesitaba de una lámpara para ver las cosas claramente.
En su afán de terminar de construir el Templo de la Concordia, el cual fue consagrado por nadie menos que aquel Marco Furio Camilo, de nuestro Episodio 24, Metelo se había hecho de un larga lista de enemigos.
En realidad, Lucio Cecilio Metelo tenía dos listas.
Una de sus enemigos, y una de la gente que él pensaba, que lo querían ver muerto.
Eso — por supuesto — sin contar gente, afuera de Roma.
Ambas listas eran casi iguales de largo, y el día anterior las volvió a leer — a solas.
Era su décimo aniversario como pontífice máximo de Roma.
Así es, Metelo había tomado el cargo de pontífice maximo, allá en el año 243, cuando la guerra contra Cartago aún rugía en el sur.
Por supuesto — hoy — nosotros la llamamos la Primera Guerra Púnica.
Pero en aquel entonces, nadie pudo saber que esa era una primera guerra de una serie de tres.
Verdad?
A ver, a ver —
O será cierto eso?
Será que algunos — como Metelo, ya sabían que el tema de la competencia entre Roma y Cartago no había llegado a su fin?
O será, quizás, que TODO EL MUNDO sabía que otra guerra iba a estallar?
Bueno. Volvamos.
Esa noche, Metelo, parado en su oficina, esperaba a uno de sus enviados con noticias.
Y cuando — al cabo de una buena hora de esperar — alguien tocó la puerta, Metelo le dió una señal a su esclavo a que abriera la puerta.
Un hombre entró, y les dió una señal de aprobación con la cabeza.
—”El evento es mañana. Después de las carreras,” dijo el hombre.
—”Entiendo,” respondió el pontifice. “Algo más?”
—”Una cosa más. Quién ganará en las carreras, mañana?”
Tras una breve pausa, el pontífice respondió.
—”Subura.”
Sin más, el mensajero se dió vuelta, se puso la capucha sobre la cabeza, y salió de la oficina.
Con pasos de plomo, Metelo se encaminó hacia la ventana.
—”Mañana, entonces,” se dijo.
Bueno.
Interrumpimos aquí por un minuto, para ver que más tenemos por delante, aparte de lo que un sujeto misterioso le acaba de decir al pontífice máximo de Roma.
Y, lo primero que les debo hacer saber es que en este episodio tenemos que abarcar varios años.
El Cuento de Roma, Episodio 75 – La Batalla de Drépano.
Según el erudito llamado Elliot Schroeder, de la Universidad de California, en San Diego, la Primera Guerra Púnica era un caso insólito, de un choque entre ambiciones económicas y militares, entre dos potencias de casi igual fuerza.
Schroeder ha escrito la siguiente oración, en su documento científico, publicado en el año 1995.
Cuando un estado se siente amenazado por un mayor poder — ese estado no dudará en sacrificar ganancia económica, a corto plazo — para obtener seguridad militar, a largo plazo.
Eso, en mi opinión, fue el mayor factor, y la mejor explicación, de por qué los romanos seguían construyendo flotas, reclutando soldados, y entrenando remadores de barcos de guerra.
Bueno.
Según el plan que habíamos trazado en el comienzo de esta guerra, hoy vamos a ver los dos encuentros que los romanos tuvieron en las ciudades de Lilibeo y Drépano, y el envío de Marco Atilio Régulo a Roma.
O sea, que son tres temas grandes — en general — más — el tema de las gallinas sagradas, por razones que ya verán.
Entonces…
Lilibeo.
Drépano.
Régulo, como prisionero en Roma.
Más — las gallinas sagradas, que van a ir primero.
Bueno.
En cuanto a Régulo, recordemos que éste fue enviado a Roma, después de la derrota de Drépano, para que — según algunos historiadores — se encargara del asunto, del intercambio de prisioneros de guerra.
O bien — según otros historiadores — para hacer un tratado de paz, entre Cartago y Roma.
Así que hoy vamos a empezar con Lilibeo, luego Drépano, y luego, lo de Régulo.
Pero como una de estas dos batallas — para ser mas exactos, la Batalla de Drépano, tuvo un incidente muy famoso, con unas gallinas sagradas, vamos a tener que hablar de gallinas sagradas primero.
Así que, empecemos así.
Yo sí sé — de gallinas.
No sabré de las gallinas sagradas de la Roma antigua, pero sí sé, de gallinas comunes.
Cuando tuve 12 años de edad, mis padres decidieron emigrar de Alemania — y terminamos yendo a Argentina, donde mis padres compraron una pequeña granja, de unas 10 hectáreas de tamaño.
Sandías. Duraznos. Nogales. Vacas. Frutillas y tomates.
Y bueno — también tuvimos gallinas.
Así es.
Un montón de gallinas.
De hecho — en un momento dado, tuvimos entre dos, y tres mil gallinas.
Gallinas ponedoras, como las llaman allá.
Ponen huevos.
Bueno.
Y yo siempre me acuerdo, cómo esas gallinas se trataban entre sí.
Y no estoy hablando de gallinas — y como se trataban entre sí, a la hora de comer.
De eso — de como las gallinas comen, vamos a hablar un poquito mas tarde en este Episodio, porque, bueno — los romanos interpretaban la voluntad de los dioses, de esa manera.
Pero — aquí — yo estoy hablando de gallinas — y como se trataban entre sí, a la hora de poner huevos.
Y aquí va una pequeña advertencia, mis queridos oyentes.
Para aquellos que no tienen buen estómago, por favor — o bien — adelanten este episodio unos 15 segundos para saltear lo que estoy por contar — o bien — pónganse a hacer algo que los vaya a distraer por ese tiempo.
Bueno.
Miren lo que pasó.
Mientras una gallina hacía ese típico esfuerzo que gallinas hacen, para poner un huevo, otra gallina se le aproximaba desde atrás, y — siempre mirando con un solo ojo — esperaba, a que el huevo empezara a salir.
Y para desmayo mío — apenas el huevo estaba a la vista, esa gallina se ponía a picotear a la otra pobrecita.
Pero — esperen! — no picoteaba el huevo!
Esa gallina picoteaba al lado del huevo, hasta que finalmente conseguía pinchar con su pico, las entrañas de la otra gallina.
Y apenas tenía un pedacito del — no sé — intestino, o como quiera que se llame eso — dentro de su pico, esa maldita gallina se echaba a correr, como si tuviese que esconder el grano de maíz mas sabroso del mundo.
Y — chicos — no hace falta que les diga — cómo reaccionaba esa otra gallina, llena de dolor, y aun sin poder moverse — porque todavía estaba empujando el huevo!
Era una tortura, en vivo!
Y para colmo de males — como a los días de eso, las gallinas comenzaron a aprender a hacer eso — una, de la otra.
Cada mañana, cuando nos levantábamos, había entre 10 y 20 gallinas muertas — o muriéndose — con todas las entrañas colgando afuera, casi como un metro de largo.
Y las otras gallinas, como unos monstruos de caníbales, saltando alrededor de esas víctimas — y — meta! — picoteando y jalando, esas entrañas!
Por supuesto que, apenas mis padres se dieron cuenta, que esto no iba a ser un caso aislado — inmediatamente fueron a la ciudad, y bueno — compramos jaulas para gallinas.
Un montón de jaulas!
Y bueno — terminamos poniendo a nuestras gallinas, en nuestras jaulas.
Nuestro sueño — y nuestra idea idílica, de una granja con vacas, gallinas, uno o dos caballos — algo al mejor estilo de La Familia Ingalls, se fue al Mercurio, y bueno — lo demás es historia.
Y por supuesto…
Recuerden, por favor, que — en aquel entonces — yo recién venía de Alemania, donde gallinas — solo las había visto en ilustraciones.
Enfin.
Nunca me olvidaré de esas gallinas.
Y por eso dije…
Yo verdaderamente sé de gallinas.
Inyectarlas cada tres meses, para que no se mueran del virus mas nuevo.
Limpiar las jaulas.
Darles de comer, y de tomar.
Apagar las luces a la tarde, porque sino — seguían comiendo, hasta que reventaban del empache.
Soltarlas en el patio — de a grupos, para que no estén en esas jaulas, las 24 horas del día.
Eso — por supuesto — debido — y gracias — a las fuertes convicciones religiosas de mis padres. Mis viejos solían decir que “eso, era tener conciencia.”
Pero entonces, cuando estaban sueltas — alrededor de la casa — yo y mi hermano, las teníamos que cuidar!
Y hasta tenía que hacer que dejaran de mirar al cielo — como hipnotizadas — cada vez que llovía.
Porque — sino — se ahogaban a muerte, con el pico abierto, mirando al cielo, hasta que gotas de la lluvia — entrando por el pico — las terminaban ahogando!
En serio — nunca en mi vida, pensé que un animal — digo — un animal vertebrado — se podía morir de esa manera, pero ahí está.
No por nada existe el dicho que dice “anda corriendo como una gallina sin cabeza.”
Y no por nada, sabemos que gallinas cruzan la calle cuando ven un coche, siendo que si se quedaban del lado donde estaban inicialmente, pues — estaban perfectamente a salvo!
Y — como una nota final, en cuanto o mi propia experiencia con esos animales — no quiero ni comenzar a hablar de las pulgas, vinchucas, y otros parásitos, que viven en un gallinero, o entre las plumas de una gallina.
BUENO — cerramos el tema de mis gallinas, y abrimos el tema de las gallinas sagradas de Roma.
Hola, les habla Abel, desde Sanya, en el Sur de China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 69 – La Primera Guerra Púnica.
264 antes de Cristo.
Si bien la Primera Guerra Púnica ya comenzó durante nuestro Episodio pasado, en este Episodio vamos a hacer un gran cuadro — digamos, una especie de cuadro sinóptico, de esta guerra.
Al final de todo — si una guerra dura 23 años, y si el juego completo de esas guerras dura casi 120 años, sin duda — hay que hacer un cuadro, verdad?
Per antes que nada — lo esencial, y eso, sin siquiera tocar el tema de — de qué año tal cosa, a qué año tal otra cosa, porque personalmente, yo odio aprender historia de esa manera.
Repetir fechas, y aprenderse años de memoria, no sirve, para aprender de historia.
Eso le sirve a abogados y a fiscales, a la hora de dar detalles minuciosos durante un juicio, pero no le sirve para nada a un estudiante de historia.
Entonces, veamos los siguientes SIETE puntos, como a mí me gusta aprender historia.
UNO — Cuantas guerras Púnicas existieron?
Tres.
Si incluimos la Guerra de los Mercenarios — cuatro!
DOS — Y cuánto duraron?
La primera duró 23 años, la segunda duró 17, y la tercera — o ultima, 3 años.
Entonces — repito — 23 — 17 — y tres.
Si bien la primera era la más larga, la más famosa — por lejos, era la segunda.
Y la más brutal — tambien por lejos, era la tercera.
TRES— Hubo otra guerra, o guerras, entre medio de todo eso?
Si, y a montones.
Y lo más importante que hay que considerar aquí, es la guerra llamada “La Guerra de los Mercenarios.” Esa guerra solo duró un año y medio, y comenzó apenas la Primera Guerra Púnica terminó.
Roma tuvo muy poco que ver en esa guerra — de forma directa, pero si tuvo que ver en los resultados de la misma, y pronto verán por qué.
Nuestro Episodio 80 se llama precisamente “La Guerra de los Mercenarios.”
Así que, por supuesto que hoy, no nos vamos a preocupar de eso, pero — sí necesitan saber, que muchos historiadores ponen la Guerra de los Mercenarios — en la misma bolsa, junto a las tres Guerras Púnicas, propiamente dichas.
Cabe notar, que Roma también tuvo otras guerras en otros lados — al mismo tiempo, pero esas guerras no son consideradas parte del lío entre Roma y Cartago.
Entonces — CUATRO — Resultados de esas guerras.
Primera Guerra Púnica — Victoria Romana. Apenitas, en mi opinión.
Guerra de los Mercenarios — Contundente Victoria Cartaginense.
Segunda Guerra Púnica — Victoria Romana.
Tercera Guerra Púnica — Contundente Victoria Romana, y la destrucción de Cartago.
CINCO — Teatros de operaciones.
Primera Guerra Púnica — Principalmente, Sicilia. Tambien, África del Norte, y Cerdeña.
Guerra de los Mercenarios — África del Norte, más que nada.
Segunda Guerra Púnica — Italia, Hispania, África del Norte, y las Galias Cisalpina y Transalpina. También un poco en Grecia y Cerdeña.
Tercera Guerra Púnica — Solamente en Tunisia.
SEIS — Resultados, geográficamente hablando.
Primera Guerra Púnica — Roma recibe Sicilia, menos Siracusa.
Guerra de los Mercenarios — Roma recibe Córcega y Cerdeña.
Segunda Guerra Púnica — Roma recibe la parte Cartaginense de Hispania. El Reino de Numidia es unificado.
Tercera Guerra Púnica — Cartago es borrada del mapa, y todo su territorio se convierte en la provincia romana de África.
Y FINALMENTE SIETE — Cuales fueron los eventos más importantes durante esas guerras, y que no eran parte de las guerras mismas?
Primera Guerra Púnica
Este es el año que durante un funeral en Roma — el funeral de un tal Junio Bruto Pera, tres pares de gladiadores fueron puestos a luchar frente a la gente que participó en el velorio y la procesión funeral.
Si bien, en el sur de Italia, gladiadores ya eran conocidos, en Roma misma, este es el año que empezamos a verlos con regularidad — con más y más regularidad, hasta un punto donde eso va a definir la cultura romana, hoy en día.
Tal como lo vimos en nuestro Episodio 38 — Los Primeros Gladiadores, se acuerdan?
Ah — y si piensan que oyeron hablar de ese Junio Bruto Pera, no estáis equivocados. En nuestro Episodio 67 — La Captura de Brundisium mencionamos a un tal Décimo Junio Pera.
No sabemos qué relación aquel Décimo tenía con este Junio Bruto Pera, pero si sabemos dónde tomaron lugar, esas peleas — ese día.
Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 66 – Dion Casio y Quinto Fabio Píctor.
— “Melía!”
Sentado en su enorme silla cubierta con una piel de cordero, el viejo Dion Casio llamó a su esclava.
Los cuatro pies de la silla, llevaban adornos de insectos fosilizados, atrapados en gruesas gotas de ámbar solidificado, cuidadosamente unidos a la madera de la silla misma. Color de miel.
Al momento, Melía apareció por el marco de la puerta, y una sonrisa se dibujó en la cara del historiador.
— “Tráeme agua, Melía! Mis pies me están matando, otra vez!”
Un minuto mas tarde, el viejo esclavo Politorio y Melía traían una gran fuente de agua caliente, a los pies de Dión Casio.
Al lado del viejo, el libro 66 estaba abierto. Vespasiano. La muchacha alejó el libro suavemente, fuera del alcance del agua.
Luego — de rodillas, Melía comenzó su usual tarea de aliviar el dolor de pies que ya agobiaba a su amo, por mas de los años que ella lo conocía.
Politorio, muy convenientemente, se alejó de la habitación.
— “Melía. Dime otra vez. Eres Cristiana o no?”
La esclava subió su mirada, y sin una sonrisa, le dió un “no” con la cabeza.
— “Mi amo,” dijo suavemente, “para qué andaría buscando motivos, para enfadar a mi amo?”
Dión Casio no respondía.
La belleza de la esclava le traía recuerdos de su propia esposa.
— “Tengo 16 años,” continuó Melía. “Y a veces soy muy estúpida. Pero sé muy bien, que llevar una cruz, no sería una cruz, para mí solamente.”
— “Yo no le haría daño a tu familia,” quiso decir el viejo. Sus pies — remojados en el agua, y masajeados por la muchacha, le devolvían energía.
— “Lo sé, amo,” respondió la muchacha. “Pero igual, no veo la parte práctica de ser una Cristiana. Los guardias que han llegado a la ciudad causarían problemas, y para qué?”
Eso era cierto. Miembros de la Guardia Pretoriana andaban por la ciudad.
Una pausa larga.
— “Siempre siendo práctica. Verdad, Melía?”
Otra pausa larga.
La esclava entendió a lo que su amo se refería, y lentamente apagó la vela, se acercó a su amo, y dejó que el vestido de algodón que llevaba, se deslizara de sus hombros.
El esclavo Politorio, del otro lado de la puerta, se encargaría de que ninguno de sus hijos o nietos, fuese a ver a su amo en el medio de la noche.
(música)
Aquí debemos rebobinar nuestro relato, porque no entenderíamos nada.
Estamos en el año 988 desde la fundación de la ciudad.
Según nuestro mode de contar — es el año 235 después de Cristo.
Ah! Eso quiere decir que no estamos rebobinado el año, sino que estamos yendo para adelante!
Así es!
Estamos en el 235 de nuestra era, y este año, mis queridos oyentes, es importante por dos razones.
UNO — La gran mayoría de historiadores y eruditos confirman que ese año marca el comienzo de la Gran Crisis del Siglo III.
Y DOS — Fue el año que uno de los historiadores mas grandes de Roma — estoy hablando de Dión Casio, falleció.
Y estamos en el norte de Bitinia.
En una ciudad llamada Nicea, a menos de un día a caballo del estrecho de los Dardanelos, en la actual Turquía.
Estamos en la residencia de Dion Casio, justo en las afueras de la ciudad misma, desde donde podía observar las derechas calles y avenidas que cortaban la ciudad.
Y como tantas veces, Dión Casio, bendecía en su mente, a Plinio el Joven, por el meticuloso trabajo que había hecho, con el trazado de la ciudad.
Explico.
Plinio el Joven, se había dado a sí mismo, la misión de su vida, de reconstruir la ciudad de Nicea, después del terrible temblor del año 123.
Ese año, hasta el mismo emperador Adriano se fue a Nicea, después del temblor, a ver a la gente.
Y en su mente, Casio sabía que debe haber sido horrible.
Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 64 — Los Mamertinos.
Estamos en el año 272 AC, y en este Episodio vamos a recorrer nada menos que cuatro años de historia, y de lo que pasó en Roma, y alrededor de Roma.
Pero para comenzar con estos cuatro años — del 272 al 269 AC, tenemos que dar un salto hacia atrás primero.
Un salto — en tiempo, y en espacio.
Así que, vayamos muy rápidamente, al año 317 AC, y a la isla de Sicilia.
O sea, que vamos 45 años hacia atrás — en tiempo, y cientos de millas al sur de Roma — en espacio.
Para mas exactitud, vamos a la ciudad de Siracusa, el día del nacimiento de un hombre llamado Agatocles.
Agatocles nació cerca de la ciudad de Siracusa, y era hijo de un alfarero, o ceramista.
Y para mas detalles, el padre de Agatocles era un especialista en cerámica, sobre todo, en vasijas y cántaros con una sola asa grande de un lado, y una salida bien larga y chiquita del otro lado, para servir cantidades muy pequeñas de liquido — como por ejemplo… aceite.
Si bien Agatocles aprendió el oficio de su padre, el joven prontamente se unió al ejército, junto a su hermano Antander.
Dos veces fue expulsado de la ciudad de Siracusa, por haber tratado de crear una sublevación en contra del gobierno de oligarcas de la ciudad, y ambas veces, esa derrota solo le terminó dando mas fuerza.
Agatocles terminó tomando por esposa a la viuda de su propio patrón, lo cual le dió una gran ventaja, financieramente hablando.
Bueno.
Para hacer esta historia mas breve, lo que tenemos que saber, es — que este Agatocles fue el hombre que trajo — o mejor dicho, atrajo, gente de la region italiana llamada Campania, unos tal llamados Mamertinos.
Esos Mamertinos, guerreros jóvenes, provenientes de la región de Neapolis, se convirtieron en su guardia personal, su brazo derecho, y su brazo largo a la hora de impartir justicia en Siracusa.
Algunos de esos Mamertinos eran de origen Samnita, y otros de pueblos tales como los Brucios, pero la gran mayoría provenían de Campania.
Se llamaban así porque se consideraban los hijos de Marte.
Resulta que en la lengua de los Oscos, mamertini significa “los descendientes de Marte,” así que los romanos, una vez que se familiarizaron con ese nombre, pues — los llamaban así.
Bueno, ahora sí — podemos ir — de otro salto, al año 289 AC, que fue el año cuando nuestro Agatocles murió en Siracusa.
Habiéndoles pagado a los Mamertinos, el gobierno de Siracusa les dijo que — bueno — que se fueran a casa, y que la ciudad de Siracusa ya no necesitaba de sus servicios.
Y nosotros muy bien sabemos como nos encanta cuando nos dicen eso — que ya no nos necesitan, y que — bueno, que vayamos a buscar otro trabajo.
Y si bien, en el primer mundo — es decir, en el mundo desarrollado, ese problema ya se ha resuelto con empleo fijo, o empleo a través de contratistas, y sobre todo, empleo garantizado por el estado, muchísima gente hoy en día, sobre todo en Latinoamérica, oye estas palabras muy a menudo.
— “Muchísimas gracias por sus servicios prestados, y aquí tiene su salario! Por favor, firme aquí.”
Y en los EEUU, eso generalmente viene acompañado por un papelito color rosado — llamado “PINK SLIP” para que con ese papelito podamos ir a la Bolsa de Trabajo, a ver como resolvemos el tema del pan y el techo, para el mes que viene.
Por supuesto que en otros países — ni eso le dan a uno.
Y, volviendo al tema de los Mamertinos que acababan se recibir su ultimo salario — sin papelito color rosado, la mayoría de ellos sí se fueron de regreso a Campania, y la mayoría de ellos sí reanudaron sus vidas normales, al cabo de años de servicio prestados, en Sicilia.
Pero lógicamente, cuando digo “LA MAYORÍA,” no digo todos.
Así es.
Un grupo de estos Mamertinos decidió que lo que el gobierno de Siracusa hizo, no era justo, y — ni dos por tres, decidieron quedarse en Sicilia.
Como ya no tenían donde vivir, primero pasaron un invierno en las cavernas de Sicilia, y según la leyenda, pasaron tiempo en una caverna llamada “la oreja de Dionisio.”
Esa caverna tenía la característica de que acústicamente hablando, uno podía percibir sonidos desde muy lejos, y dicen que el tirano — precisamente llamado Dionisio (no nuestro Dionisio de Halicarnaso), — él solía escuchar conversaciones de gente en esas cavernas, porque el eco era de primera calidad.
Y hablando de cavernas, quisiera mencionar aquí en una breve oración, que me encuentro muy feliz del modo como el tema de los doce chicos y su entrenador de futbol, se resolvió, allá en el norte de Tailandia.
Hace tres días, terminaron de extraer al ultimo de los chicos de la caverna, y al entrenador del grupo.
Y una verdadera saga de audiencia mundial, llegó a ver un final muy, muy feliz.
Fue increible, como gente de todo el mundo, de pronto, siguió ese evento por los medios sociales — eso es algo que realmente habla del espíritu humano.
Y claro está, que no podría mencionar el tema de Tailandia, sin también mencionar el tema de Chile, allá en el 2010, cuando 33 mineros quedaron atrapados en la mina de San José, en Copiapó.
Atrapados por mas de 60 días, al final lograron sacarlos, uno por uno. Yo me acuerdo que en esos días yo andaba pendiente de cada noticia, de ese tema.
Bueno.
Volviendo a nuestros Mamertinos, ellos decidieron tomar por asalto la ciudad de Mesana.
Y esto fue mas o menos así.
La entonces pequeña banda de renegados dieron con el asentamiento amurallado griego de Mesana (hoy en día Mesina).
Mesana era un punto estratégico, ya que estaba en el extremo noroeste de Sicilia, y justo frente al continente, donde se hallaba la ciudad romana de Regio.
La gente de Mesana, siendo un pueblo pacífico, primero les permitieron a los mercenarios entrar a sus casas.
Pero — tras un tiempo, las cosas se venían poniendo — digamos, feas.
Una noche, los Mamertinos traicionaron a sus anfitriones, y mataron por sorpresa a la mayoría de la población, reclamando de esta forma la ciudad para sí.
Los que sobrevivieron fueron desterrados, vendidos como esclavos, y las propiedades y las mujeres fueron repartidas entre los Mamertinos.
Así que…
Los Mamertinos se quedaron en Mesana, y nadie en los alrededores, los podía sacar de ahí.
Asechaban a viajeros por tierra y por mar. Abusaban de poblados en las cercanías, y muy pronto fueron declarados como la peste de Sicilia.
Pero bueno.
Así pasaron casi 15 años, hasta que — un tal Hierón II de Siracusa comenzó a formar un ejército para sacarse de encima esa peste.
Hierón los atacó en las cercanías de Siracusa misma, y — tal como lo habíamos oído unos episodios atrás, primero envió a sus propios mercenarios, a que peleasen en contra de esos Mamertinos.
Por supuesto, los Mamertinos acribillaron a esos mercenarios con toda la facilidad del mundo, pero cuando al otro día, Hierón los atacó con sus verdaderos soldados, los Mamertinos perdieron, como — bueno — perdieron como en la guerra.
Se fueron corriendo de vuelta a Mesana, y ahora no ya no podían darse el lujo de andar paseando por toda Sicilia.
Eso significaba menos comida, menos dinero, y menos libertad de movimiento.
Por supuesto que los Mamertinos inmediatamente fueron a llamar ayuda, y se pueden imaginar a quién le fueron a pedir ayuda.
La situación de Roma, inmediatamente después de la huida de Pirro de Epiro. Los lucanos, el tema del agua potable, y la tormenta que viene. Las guerras púnicas.
Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 62 — Dentato vence a los Lucanos.
Durante nuestro episodio pasado vimos el fin de Pirro — en Italia, pero no el fin de su vida.
Parte de lo que sucedió con Pirro, después de haber abandonado Italia, lo veremos hoy.
Pero — tal como lo anunciamos en nuestro episodio pasado, tambien veremos lo que les pasó a los Lucanos, que, como bien sabemos, vivían en el sur de Italia.
Al sur de los Samnitas, y al norte de Tarento.
Por ultimo, veremos qué exactamente le falta a Roma, para que los romanos se puedan dar palmadas en el hombro, felicitándose por la conquista de la península.
Así es — Roma está cerca de conquistar toda Italia, y solo faltan puntos aislados por el mapa, para que ese sueño de los romanos se haga realidad.
Y como un comentario personal — eso me hace acordarme a los libros de comic de Asterix, donde en la introducción decían que en el año 45 AC, Julio César había conquistado toda Galia.
Toda Galia?
Bueno — si, toda Galia, con la excepción de un pueblito de galos indómitos que no se daban por vencidos, y que gracias a la poción mágica de su druida, siempre les ganaban a los romanos.
Así que, aquí — casi que podemos decir lo mismo…
Toda Italia?
Bueno — si, casi toda Italia, con la excepción de un pueblito de lucanos indómitos que no se daban por vencidos, y que gracias a la poción mágica de un druida…
Ah, no, no, no!
Los lucanos no tenían druidas, y tampoco tenían pociones mágicas!
Los Lucanos provenían del grupo de pueblos itálicos llamados los Oscanos — al igual que los Samnitas, los Auruncios, obviamente, los Oscanos mismos, y los Sidicinos, y entre ellos — pues, tenían lenguajes un tanto similares, pero ese lenguaje difería mucho del idioma Latin.
Ahora, aquí necesito resaltar que el hecho de estar hablando de los Lucanos — por obligación, nos va a llevar a hablar de las famosas 35 tribus romanas, y ese va a ser otro de los “temitas” de hoy.
Creo que sabéis que para ese entonces, Roma ya tenía sus 35 tribus, bien establecidas, y veremos como eso se ajusta, después de la conquista de los Lucanos.
Entonces.
Hoy vamos a hablar de los Lucanos, y de como Dentato, nuestro héroe — ya desde los tiempos de aquel Marco Valerio Corvo, finalmente logra vencerlos.
Ah, y dicho sea de paso, ese Marco Valerio Corvo aun sigue vivo, y este año, cumple 96 años de edad!
Se acuerdan de él?
Bueno, yo creo que si…
Ya!
Estamos en el año 274 AC, y comenzamos así!
Cuando Pirro abandonó Italia, y cuando sus barcos salieron de la protección del golfo de Tarento, su flota volvió a tener que enfrentarse a una tormenta.
No era una tormenta perfecta, pero al parecer, el dios griego Poseidon no llevaba una imagen muy amigable de Pirro en su mente.
Casi todos los cruces por mar que Pirro hacía — hubo tormentas, y uno se tiene que preguntar si eso no era una simple fabricación de los historiadores y escritores de aquellos tiempos, como para pintar un cuadro, un tanto mas sombrío, de Pirro mismo.
Por qué?
Pues, simplemente porque Pirro nunca logró hacer realidad su sueño, de un imperio al oeste de Grecia.
Bueno.
Después de tocar tierra firme en Grecia, Pirro recibió ayuda económica para su conquista siguiente.
Según historiadores, Pirro invadió Macedonia ese año.
Lo hizo con éxito, y logró expulsar al hombre que gobernaba Macedonia en ese tiempo.