Episodio 71 – La Batalla del Cabo Ecnomo

La batalla naval más grande de la historia del mundo. 680 naves. 290 mil guerreros. Un encuentro pivotal entre Roma y Cartago.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 71 – La Batalla del Cabo Ecnomo.

Año 258 AC.

Los Cónsules son Aulo Atilio Calatino y Cayo Sulpicio Patérculo.

Bueno.

Durante nuestro anuncio de esta Temporada DOS — el que grabamos durante la noche, entre el 2018 y el 2019, creo que no logré explicar con suficiente claridad que — en el futuro, mini-episodios, tales como ese anuncio mismo — no formarían parte del podcast en sí, y por lo tanto no irían a formar parte de la cadena de episodios, en algunos de los lugares, donde publicamos estos episodios.

Un ejemplo de eso es — iVoox.

Así es.

Esos mini episodios — creo que los voy a llamar algo así como — actas diurnas, o las Fastis del Cuento de Roma — todavía no me he decidido — esos episodios sí van a aparecer en algunos lados, tal como YouTube y en el sitio Web, pero no van a aparecer en otros lados, tales como Podomatic, y — bueno… IVOOX — a no ser que yo los suba manualmente.

Entonces, para aquellos que no oyeron nuestro mini Episodio del Año Nuevo, les recomiendo oírlo, y ponerse al día, para entender algunos de los cambios que empezamos teniendo hoy.

No son muchos cambios, en realidad. Pero bueno…

Las diferencias más grandes son dos.

UNO — Esos mini-episodios no llevan un numero, como episodios propiamente dichos.

Y DOS — No forman parte de la cadena — o sea — el hilo, del cuento.

No hay Palabra en Latin.

No hay nada de la Saga Familiar, y en general, tratan de temas que — apoyan el Cuento, pero no son parte del Cuento.

Entonces…

Con un retraso de unos dos meses y medio, por circunstancias ya explicadas en nuestro mini-Episodio del Año Nuevo, aquí lanzamos — oficialmente — TEMPORADA DOS.

Dicen que nada es por siempre.

El sol no dará calor a la tierra por siempre, y si pudiésemos vivir cuatro mil veces, un millón de años, podríamos ver como las galaxias de Andromeda y nuestra Vía Láctea se enlazan en una ultima danza — un choque mortal, el cual en sí mismo durará unos 20 millones de años.

Por supuesto que nada de lo que vemos hoy — con nuestros ojos físicos, existirá en cuarto mil millones de años, y dudo mucho que nosotros — como humanos — seamos capaces de no destruirnos a nosotros mismos, en el proximo milenio o dos.

Como humanos, nos destacamos en nuestra capacidad y nuestro talento para arruinar la naturaleza alrededor nuestro, el balance natural de las cosas, y todo lo demás que nos rodea — así que no voy a apostar mucho por la supervivencia de nuestra especie.

Y el balance de la naturaleza en Roma misma — no era una excepción.

Así es — no crean — ni por un minuto — mis queridos oyentes — que vivir en Roma en aquellos tiempos era algo genial…

La gente ya no aguantaba el olor del Río Tiber, el olor de los lotes vacíos al sur del Foro Boario — y que llegaba — casi hasta la Suburra, y el olor de las calles, donde la gente tiraba los desechos de la noche.

A balde!

Y si se acuerdan de nuestro Episodio pasado, las cosas no andaban bien en otros lados, también — no solamente en Roma.

Es mas — era como si todo el mundo venía preparándose — de una manera subconsciente — que… algo grandealgo grave — se venía acercando.

Todo el mundo en Roma se venía preguntando a dónde iba Roma, con todas esas preparaciones de guerra en contra de los Cartaginenses.

Todo el mundo en Capua se venía preguntando si el paso de tantos soldados hacia el sur — hacia Sicilia, no era como un mal presagio — del fin del mundo.

Y todo el mundo en Cartago se venía preguntando por qué — de repente — Roma venía amasando sus fuerzas hacia ese mismo sur. Acaso toda Italia no les daba abasto?

Cuándo iban a dejar de ser unos lobos hambrientos, esos Senadores en Roma?

En nuestro Episodio pasado vimos la situación de Himilcar, y como logró huir de Italia.

Vimos la situación de Aemilia, y sus sufrimientos, como esclava en la ciudad de Capua.

Y vimos la situación de Mamerco Publio, en Roma.

Hoy tenemos noticias de los tres.

[…]

 

Episodio 56 – Pirro llega a Italia

El desembarque de Pirro en Italia. Los riesgos logísticos. Los planes para el futuro. Las memorias del pasado de Pirro de Epiro.


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Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 56 — Pirro llega a Italia.

La tormenta duró toda la noche.

El terrible viento cambiaba de dirección entre noreste y norte con cada ráfaga, y los barcos de Pirro de Epiro se acercaban peligrosamente entre ellas, con cada ola.

El dios de los mares estaba obviamente de muy mal humor, y a Pirro, eso, no le gustaba nada.

Nada.

Ni la forma como los mástiles crujían bajo el asedio del viento — y eso, a pesar de que todas las velas estaban completamente izadas, ni la forma en que los agujeros de los remos tragaban agua de mar.

Con cada hora que pasaba, el barco parecía más pesado, a pesar de que cuero había sido puesto cuidadosamente en los 34 orificios de los TALAMITAS, que era la hilera de remos mas baja.

En realidad, taparon todos los agujeros de las tres hileras de remos.

Los remos de los pobres talamitas estaban a solo 45 centímetros por encima del agua, y los agujeros de los ZIGITAS,  deletreo eso — Z — I — G — I — T — A — S, estaban a un metro y pico.

Y medio metro más arriba, los huecos para los remos de los TRANITAS, tambien estaban cerrados, con cuero de cabra, y resina negra de pinos, de las montañas de Epiro.

Así es — una trirreme, tenía tres hileras de remadores, y los hombres más fuertes se sentaban en la hilera de más arriba.

Esos eran los tranitas.

Y cada remada de esos muchachos, traía el doble de empuje de los demás, por simple geometría, de como esos remos entraban al agua.

Debajo de los tranitas, se sentaban los zigitas.

Esos eran hombres de mayor edad, pero aun vigorosos.

Los bancos más bajos, los bancos de los talamitas, eran los peores.

Entraba agua salada, y era difícil remar, porque los remos había que sostenerlos casi horizontalmente, al mismo tiempo de remar.

En Grecia, hasta las guerras del Peloponeso, remadores eran hombres libres.

Pero en Roma, todo eso iba a cambiar muy rápido.

En el futuro, pocos esclavos sobrevivían dos años, trabajando como talamitas, y ese trabajo solo era comparable a trabajar en una mina de plata, o de estaño.

Para esa gente, ese puesto dentro del vientre de la nave al cual estaban encadenados — ese taburete desde el cual remaban, representaban el comedor, el dormitorio, el baño, y la sala de estar — de por vida.

Y lamentablemente veremos a un miembro de nuestra saga familiar — en un futuro lejano, llegar a ser un esclavo condenado a vivir de esa manera, por la mas injusta de las razones.

Defender el nombre de Jesus, durante el gobierno del peor emperador de Roma.

Quiere adivinar de qué emperador estoy hablando?

Enfin.

Entonces, para repasar — tranitas arriba, zigitas en el medio, y los pobres talamitas, en la hilera más baja.

Ya.

A medida que el agua se acumulaba en la bodega del barco, esa agua se iba convirtiendo en barro, mezclado con grasa, resina de madera, y una espesa capa de brea y aceite.

Y esa capa iba de un lado a otro, con cada golpe del mar, como un ebrio que no se decide, de qué lado de la calle quiere caminar.

Mientras Pirro maldecía al oráculo de Delfos en su mente, su educación le decía que — como comandante de la expedición, la flota entera dependía de su ejemplo.

Así es — tres semanas antes, Pirro había acudido al oráculo de Delfos, pidiendo una señal acerca de sus futuros planes.

Y ese oráculo — al parecer, lo había engañado de punta a punta.

— “El sol, y su talento militar resplandecerán los cielos, entre Grecia e Italia,” había dicho el oráculo.

Pirro hasta se acordaba que el oráculo un gesto como diciendo — “Wow, qué afortunado es Usted, Señor!

Pero, el día del traslado de tropas, el sol decidió esconderse.

[…]