El comienzo de Roma, versión dos – después de las cenizas. Marco Furio Camilo y Marco Manlio Capitolino son los indiscutidos héroes de Roma, pero uno acabará siendo un villano. También, el milagro de Aeliana, la esposa de Lucio.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 28 — La Roca Tarpeya.
La semana pasada vimos el fin de la trilogía del ataque, asedio, y saqueo de Roma.
Vimos como los galos de Senones finalmente se fueron de Roma, y como Camilo se convirtió en la persona que verdaderamente dirigía el destino de la ciudad.
Y aquí creo que un buen momento de decirles lo que Tito Livio escribió en la primera página de su sexto libro, esa obra gigantesca que hizo, llamada AB URBE CONDITA, o “DESDE la FUNDACIÓN de la CIUDAD” en castellano.
Leo esto de la primera página, libro 6:
Las transacciones de los romanos, desde la creación de la ciudad de Roma hasta la captura de la misma, primero bajo reyes, luego bajo cónsules y dictadores, decenviros y tribunos con poderes consulares, sus guerras en el extranjero, sus disensiones en casa, todo lo he expuesto en cinco libros.
Temas y eventos me fueron oscurecidos, tanto por su gran antigüedad, como si fueran objetos que desde su gran distancia apenas puedo percibir, así como porque en aquellos tiempos el uso de las letras, el único fiel guardián de la memoria de acontecimientos, era inconsiderable y raro.
Y, además, lo que se contenía en los comentarios de los Pontífices, y otros registros públicos y privados, todo se perdió durante los incendios que asecharon a la ciudad.
De aquí en adelante, desde este segundo origen de la ciudad, la cual nació de entre sus propias cenizas, esta vez más saludable y más vigorosa, los logros de Roma dentro de Roma y en el extranjero, serán narrados con más claridad y autenticidad.
Creo que hasta el mismo Tito Livio debe haber suspirado con alivio.
Personalmente creo que no existe un mejor lugar que este, para comenzar nuestro episodio de hoy, en El Cuento de Roma.
La niebla ya no está, y a partir de ahora tenemos un recuento de eventos que se asemejan mucho más a lo que verdaderamente sucedió en Roma.
El final de nuestra trilogía del saqueo de Roma. Breno está en la historia, y al final de este episodio, tenemos la mejor de las noticias de Aeliana y Lucio.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 27 — Hierro y Oro.
La semana pasada vimos como los galos de Breno y los Romanos de Quinto Sulpicio comenzaron a deliberar. Ambos cansados, ambos contando muertos a diario, y ambos con un ego más grande que las siete colinas de Roma, juntas…
Pero aquí uno de los dos lados tenía una leve ventaja, y esa ventaja era la esperanza que Camilo llegaría en cualquier momento con sus tropas.
Mientras tanto, quiero que se imagine la ciudad de Roma.
El Circo Máximo, que aun solo poseía gradas de madera, se ha convertido en una morgue temporaria donde el humo no paraba de mostrarle a todo el mundo donde fue que los galos habían decidido a apilar y a quemar a sus caídos.
Era el fin de un invierno extremadamente templado—y como por obra de las diosas Cloacina, que había tapado los desaguaderos de las cloacas de Roma, Poena, diosa del castigo, y Tempesta, diosa de las tormentas, que no causó ni una sola tormenta ese invierno, que congelara o se llevara partes de los cuerpos que se podrían por toda Roma, los galos terminaron sufriendo más que los romanos.
Desde el mercado de reses, al sur del puente de la ciudad, y hasta la Puerta Capena, en la esquina sureste de Roma, todo estaba quemado.
Esta era la Roma, que Marco Furio Camilo estaba a punto de salvar, según la versión que los romanos describieron.
Así es, mientras que Camilo se preparaba para salir de Veyes y marchar hacia Roma, y mientras que los galos y los romanos debatían donde iban a finalizar su transacción, Roma se descomponía con cada día que pasaba.
Y así es, existen dos versiones mayores de todo esto. Vamos con la versión aceptada por historiadores modernos primero.
Los galos entran a la ciudad. Dónde está Lucio? También, una lista de los estados de todos los estados alrededor de Roma, u una lista de cónsules y tribunos militares.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 26 — El Estado de la Unión – 390 AC.
La semana pasada vimos como los galos de Breno llegaron a las puertas de Roma—puertas que nadie cerró…
Esta semana estamos en nuestro episodio 26, lo que significa dos cositas:
UNO – Estamos en nuestro segundo episodio de tipo EL ESTADO DE LA UNION, que ésta vez nos encuentra en el año 390 antes de Cristo,
Y DOS – Estamos a 26 episodios, lo que significa que tenemos medio año de valor acumulado. Un año – 52 semanas; medio año – 26, verdad?
Muy bien. Este episodio, como va a ser un poquito más largo, se va a componer de tres partes principales.
Primero veremos qué andaba pasando en Roma misma. De ahí vamos a ver el mundo de Roma, con un vuelo de águila, al igual que la vez pasada, y por lo tanto iremos alrededor del mundo en el sentido del reloj.
El norte de Italia primero, luego Dalmacia, Macedonia, Grecia, Asia Menor, Siria y la futura Palestina, Egipto, Cartago y África del Norte. De ahí a la península Ibérica, las Galias, y de regreso a Roma, viendo si hay algo importante en las islas del Mediterráneo: Sicilia, Córcega, y Cerdeña. Si alguna región no ha producido algunos cambios grandes, pues esa región no será mencionada en nuestro vuelo de águila, y como un buen ejemplo de esto serían las islas británicas, donde no ha habido cambios de grandes consecuencias para que nos detengamos ahí.
Después iremos a la tercera parte de este episodio donde veremos una breve lista de los gobernantes de Roma—desde el último ESTADO DE LA UNION, hasta éste ESTADO DE LA UNION.
Es decir que veremos una lista de Cónsules, decenviros, y tribunos militares que manejaron los destinos de Roma durante estos últimos 119 años. No todos. Solo los que realmente fueron importantes.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 25 — Aquí Vienen los Galos.
La semana pasada vimos como Marco Furio Camilo fue exiliado de Roma, después de haber conquistado Veyes, y después de haber duplicado el territorio de Roma.
En cuanto a Veyes, la ciudad se convirtió en una ciudad fantasma. Los campesinos alrededor de Veyes—quienes inicialmente no fueron molestados por Roma, rápidamente fueron absorbidos por unos pocos senadores patricios.
De hecho, la mayor parte de las tierras nuevas de Roma cayó en manos de un grupo pequeño de Patricios, y Roma se sentía en la cima de su gloria.
Pero como sabemos, cuanto más alto uno vuela, más fuerte uno cae, y ésta no fue una excepción a la regla.
Pero bueno, no nos adelantemos a los hechos y veamos primero como le va a Lucio, después de la muerte de su padre, y después de haber recibido aquel mensaje doble, desde Cartago.
Cuando Lucio abrió el pergamino del senador Papirio, no pudo entender el mensaje. El mensaje mismo provenía de Cartago, pues estaba envuelto y unido al mensaje de Marcia, pero el contenido hablaba de una grave advertencia para Roma, y de una coalición entre dos pueblos cuyos nombres Lucio jamás había oído. Inseguro de cómo proceder, Lucio decidió darse tiempo, y pensar con calma.
Si Marco Furio Camilo no estuviese en exilio, Lucio ya sabría lo que haría, pero ahora se sentía confundido.
Mientras Lucio estaba perdido en esos pensamientos, Aeliana apareció por el marco de la puerta. Ella entendió inmediatamente lo que sucedía, y sin siquiera detenerse en sus tareas de esclava, le dijo de una manera un tanto casual.
“Tu Padre jamás hubiese buscado ayuda de Patricios, aun si ese recado fuese de una situación de vida o muerte para Roma entera.”
“Yo no soy como mi padre,” respondió Lucio, inmediatamente dándose cuenta que había puesto el pie en la trampa. Pero Aeliana tenía razón. Había que buscar ayuda, y había que hacerlo ya, o ese pergamino podía ser la causa de algo verdaderamente siniestro.
Y lo peor era que Lució ni siquiera entendía por qué Marcia, o ese senador llamado Papirio, le enviaban algo así a él, un simple contratista de escudos, cinturones y accesorios para catapultas.
Pero lo que Lucio si entendió era que Aeliana, esa muchacha que ahora era su esclava, no era una esclava, antes del día en el que él la había encontrado, atrapada en una casa en llamas.
De hecho, Lucio hubiese deseado tener el coraje de consultar con ella acerca de asuntos así, pues ella aparentaba saber mucho.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 24 — Marco Furio Camilo.
“Padre.”
Si bien la voz de Lucio era firme y bien oíble, el viejo Marco no movió ni un solo músculo, postrado en su cama. Lucio volvió a intentarlo, poniendo una mano sobre el hombro del anciano, muy suavemente, pues temía causarle dolor con su toque.
“¡Padre Marco!”
Levemente, Marco abrió sus ojos, y una sonrisa apareció en su rostro.
“¿Has vencido, hijo?”
“Si, Padre,” respondió Lucio, orgullosamente. “Los destruimos por completo, Padre. Y te he traído esto.”
Lucio levantó unos pergaminos a la altura de los ojos de su padre, para que este las pudiera ver. Sin esperar que el viejo preguntara, Lucio le explicó que los pergaminos eran planos de máquinas para estirar cuero, tales como ellos jamás lo habían visto.
Los etruscos, resultaba ser, eran mucho más avanzados tecnológicamente hablando, que los romanos, y parte del botín de guerra eran de inmenso valor para los ingenieros romanos.
Desde cómo hacer arcos de punta triple, para las salidas de agua sucia al rio Tiber, hasta como izar velas de barcos con la fuerza de un solo hombre, casi todo en Veyes era totalmente nuevo para los ingenieros de Roma de aquellos tiempos.
“¡Padre! Esta máquina hasta podrá estirar cuero de renos,” exclamó Lucio, entusiasmado. El taller de escudos no dará abasto, se imaginaba el joven.
“Ah, los renos,” respondió el viejo. “No habrá renos en unos años más, hijo. Ya verás…”
Y el viejo tenía razón. En menos de dos generaciones el clima comenzó a volver a temperaturas como las que regían antes en Roma.
Renos, leones alpinos, y los largos inviernos comenzaron a desaparecer de Roma.
Nunca más el rio Tiber se volvió a congelar.
Cabe añadir aquí que leones alpinos eran las flores que hoy conocemos como el Edelweiss, y no estoy hablando de los felinos africanos. Leones, como tales, habían desaparecido de Italia—y casi toda Europa, ya hace más de mil años, y ahora las flores, llamadas leontopodium alpinum, o leones alpinos, desaparecían de las cercanías de Roma.
“Cuéntame, hijo. Con toda esa ciencia, como lograron entrar a Veyes?”
“Si, Padre. Fue por la obra de los dioses mismos, Padre. Yo fui el noveno hombre en pisar el suelo de Veyes. Y para sorpresa de todos, entramos en el mismísimo templo de Juno, Padre. Para cuando yo salí del túnel que el dictador mandó hacer, solo quedaban dos o tres sacerdotes vivos.”
Lucio le contó a su padre como los romanos habían excavado un túnel para entrar a la ciudad, y como, luego de la caída de Veyes, el ejército se llevó la estatua de Juno misma, a Roma.
“Y eso, Padre, fue porque los dioses mismos apaciguaron las aguas del lago Alba. Y gracias al ingenio del dictador,” añadió Lucio.
Cuando Lucio decía “el dictador,” por supuesto que se refería a Marco Furio Camilo.
“No creas en todo lo que oyes, hijo,” suspiró el viejo. “He oído otras versiones, y no fueron los dioses. Tampoco fue porque un sacerdote etrusco fue capturado por los romanos, hijo.”
“Pero, Padre… Los senadores mandaron gente a Delphi, y cuando…”
“¿Delphi? ¡Ja! No me hagas reír, hijo, y no te comportes como un idiota de once años frente a mis ojos,” el viejo casi explotó, y vigor parecía volver a su rostro.
“Esas historias son para gente que no sabe distinguir entre un ganso sagrado y una gallina común. Y si me cuentas eso porque piensas que se me fue el cerebro, estas cometiendo un pecado, Lucio. Y tampoco me digas cosas lindas de ese hijo de una serpiente, Camilo. Camilo es un Patricio. Y un Patricio jamás ayuda a un plebeyo. Punto y aparte. Igual que Cincinato.”
Silencio.
El viejo Marco solo llamaba a su hijo por su nombre cuando estaba verdaderamente enojado.
Lucio, sorprendido, se calló la boca, y profundamente dentro de sí mismo, se preguntaba cómo era que Padre sabía todo eso. Al parecer el joven había subestimado el razonamiento y el espíritu de su anciano padre.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 23 — No llores por mí, Veyes.
No es por nada que existe la expresión “hogar dulce hogar,” o “home sweet home” en inglés.
No creo ni por un minuto que exista un idioma que no tenga una frase o expresión que no sea un buen equivalente de esto, y creo que eso tambien vale para los antiguos romanos.
Pero, como veremos en este episodio, esto tambien cuenta para los enemigos de Roma, y hoy hablamos de dos de estos enemigos: Fidenas y Veyes.
La primera fue la única ciudad al sur del rio Tiber, y la segunda era la ciudad etrusca más conocida y probablemente la más fuerte de toda la confederación etrusca.
Como primero, recordemos que Veyes y Roma eran algo así como una imagen reflejada en un espejo, cada una de ellas teniendo poder de un lado del Tiber, y cada una manteniendo un pequeño enclave del otro lado del rio.
El enclave de los etruscos del lado sur del Tiber estaba a unos 8 o 9 kilómetros rio arriba de Roma, mientras que los romanos mantenían control del lado norte del Tiber justo en frente a su propia ciudad.
Después de la primera tal llamada guerra veyense, la ciudad de Fidenas no fue exactamente conquistada por los Romanos, pero tampoco quedó explícitamente bajo el control de los etruscos. Estoy hablando de la guerra del 484 al 474 AC, en la cual la familia de los Fabios fue aniquilada.
A medida que el tiempo avanzaba, y en parte debido a todas las plagas que decimaron a los romanos, no hubo una clara delineación de guerra o paz hasta el año 437 o 434 AC, según nuestras fuentes.
Hasta ese entonces los romanos tenían relativa influencia sobre Fidenas, y además había muchos residentes romanos viviendo allí. Pero todo cambió cuando los fidenitas cambiaron de partido, poniéndose voluntariamente bajo el dominio del rey de Veyes, un hombre llamado Lars Tolumnio.
Inmediatamente, Roma envió a cuatro embajadores a Fidenas para investigar si esto era real, y cuáles eran las razones por ese cambio de rumbo. Los Fidenitas, no sabiendo que decirles a los embajadores romanos, rápidamente enviaron sus propios embajadores a Veyes para preguntarle a Lars Tolumnio qué hacer con los romanos.
Según la leyenda, Tolumnio quien estaba jugando a un juego de dados en el momento en el que recibió las noticias, hizo una broma acerca de estos embajadores, diciendo algo como por qué no se morían todos los romanos, y los fidenitas inmediatamente volvieron a Fidenas y reportaron el mensaje, que por supuesto, fue totalmente malentendido.
Pero, ni dos por tres—los fidenitas mataron a los embajadores romanos.
Cayo Fulcinio, Clelio Tulo, Espurio Antio, y Lucio Roscio fueron ejecutados en la plaza pública de Fidenas, sin siquiera tanto como un juicio provisional.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 21 — Décadas de Peste y Muerte.
La Semana pasada vimos la vida de Lucio Quincio Cincinato, y vimos una época cuando Roma se encontraba a un siglo de una nueva grandeza, si bien Roma no lo sabía.
Y Roma no sabía eso por buena razón, porque las cosas no andaban bien en Roma.
Y cuando digo “cosas” me refiero a los siguientes cinco detalles:
UNO – Desde el sur de Italia, caravanas comerciales llegaban con menos y menos frecuencia, y las que si llegaban a Roma, no traían noticias buenas.
Una nueva tribu, bueno, nueva en nuestro podcast, y relativamente nueva para los oídos de los romanos comunes, se empezaba a hacer sentir en lo que hoy conocemos como Campania.
Estoy hablando de la tribu de los Samnitas.
Campania se extiende desde el sur del Lacio y hasta los montes Apeninos en el este. Hacia el sur va hasta las bahías de lo que hoy conocemos como Nápoles, junto al famoso volcán llamado Vesubio.
Una de las peores noticias, como veremos, era la caída de una ciudad llamada Capua, después de un largo asedio, creado por esos Samnitas.
Pero aun no llegamos ahí, así que vamos al punto siguiente.
DOS – El clima ha comenzado a declinar por razones que los romanos no tenían ni modo de entender. Hoy conocemos esto como una ola de variación climática en todo el Oeste de Europa, y que se extendía hasta el centro del mar Mediterráneo.
Si bien científicos hoy tienen un nombre muy definido para esta breve época de caídas de temperatura, en antigua Roma esto fue interpretado como un mal augurio de los dioses que se habían puesto en contra de Roma misma.
Y créanme, cada uno de los ciudadanos de Roma tenía una explicación personal del por qué los dioses abandonaron a Roma.
Plebeyos afirmaban que era porque los Patricios seguían siendo cabeza dura con el tema de la igualdad de derechos entre patricios y plebeyos, mientras que los Patricios culpaban a los plebeyos por el desastre que se iba desatando.
En unos veinte años, el rio Tiber se congelará por primera vez en la historia de Roma, y lo volverá a hacer dos años más tarde.
Esto será suficiente razón para poner a los romanos en un estado perpetuo de pánico.
TRES – Cosechas en la región del Lacio, y en toda la parte meridional de Italia, fallaron dos veces por cinco años consecutivos, entre los años 430 y 400 antes de Cristo.
Dos de estas cosechas fueron tan malas que ni siquiera tierras de pastura le daban alcance al ganado de la región.
Otras cosechas, como por ejemplo la cosecha del año 413 antes de Cristo—si es que podemos creer a nuestras fuentes bibliográficas, parecía que iba a salvar a la población de Roma, prometiendo ser abundante.
Pero, como si a propósito, un mes antes de la cosecha, y mientras toda Roma mantenía un festejo dentro de la ciudad—un festejo dedicado a Vulcano, el dios del fuego, las tierras fueron asechadas por un enjambre de millones y millones de langostas que no dejaron nada que fuese de color verde.
Obviamente, nosotros podemos conectar este punto con la abrupta caída de temperaturas, pero en Roma antigua, todo se conectaba a través de la benevolencia—o la furia, de los dioses.
Nunca antes, en las tierras alrededor de Roma antigua, hubo tantos altares dedicados a la diosa Ceres, diosa de la agricultura, la fecundidad, y de la cosecha.
Cabe añadir aquí, que la palabra cereales, que a menudo tenemos para desayuno, proviene del nombre de la diosa de Ceres.
Ceres – cereales.
CUATRO – Desde Atenas, aún peores noticias llegaron.
Lo que hoy conocemos como la terrible plaga de Atenas fue una virulenta explosión epidémica que afectó a la ciudad-estado de Atenas mientras esa ciudad estaba en guerra con Esparta.
El peor ataque de esa epidemia fue durante el segundo año de la Guerra del Peloponeso, es decir, el año 430 AC.
Un historiador griego llamado Tucídides,
…a ver si pueden repetir este nombre otra vez… Tucídides,
Bueno, este Tucídides escribió acerca de la Guerra del Peloponeso, y por ende, de la Plaga de Atenas. En realidad, ese hombre sobrevivió la plaga, y lo que él nos cuenta viene de fuentes de primerísima mano.
En su libro llamado Historia de la Guerra del Peloponeso, Tucídides describe la llegada de la epidemia, y como comenzó en Etiopía, atravesó Egipto y Libia y luego llegó luego al mundo griego.
La epidemia misma probablemente entró por el puerto de Atenas, llamado el Pireo.
La epidemia brotó en la ciudad, demasiado llena de gente, debido a que los campesinos fueron albergados dentro de las murallas de la ciudad.
Atenas perdió posiblemente un tercio de las personas que se cobijaban tras sus muros.
La visión de las piras funerarias ardiendo hizo que el ejército espartano se retirara por temor a la enfermedad.
La plaga mató a gran parte de la infantería ateniense, algunos de los marinos más expertos y, para colmo de males, mató al líder de Atenas, el famoso Pericles, quien murió en uno de los brotes posteriores en el año 429 AC.
Aquí hay un dato muy interesante:
En el año 2005, se realizó una correlación entre el ADN extraído de la pulpa dentaria de tres dientes recuperados del cementerio Kerameikos en Atenas, y al final de ese estudio de ADN, un conocido patógeno surgió como el culpable de la peste:
La fiebre tifoidea.
Esto significa que gente moría después de una infección de dos a tres semanas de ser expuestos a la bacteria.
Durante la primer semana, le gente sentía escalofríos y altibajos de temperatura, seguidos por tos y un fuerte dolor de cabeza. Fiebre empezaba al quinto o sexto día.
A la segunda semana los enfermos entraban a una fase de fiebre extremadamente alta, seguida por constantes diarreas, y fallas de órganos tales como el bazo y el hígado. Puntos rojos en el abdomen y el pecho indicaban el grado de infección, y me imagino, que cuando la gente tenía esos puntos, ya se entregaba a los dioses.
Al cabo de esa semana, la persona o vivía, o moría, y los sobrevivientes resultaban ser inmunes a futuras infecciones, casi en un 99% de los casos.
Si la persona seguía con malestares durante una tercera semana, muerte generalmente llegaba en la forma de hemorragias internas, y perforaciones intestinales creadas por la duración de la enfermedad y la falta de tratamiento.
En Roma, mientras tanto, y como una nota de al lado, enfermos solían pasar un noche en el templo del dios Esculapio, y si no había lugar en ese templo, tambien iban a otros templos.
La creencia popular era que si dormían una noche dentro del templo, obtendrían un sueño, el cual les daría una interpretación de qué es lo que tenían que hacer para curarse de la enfermedad.
Pero, si no tenían ningún sueño durante esa primera noche, los pacientes solían quedarse hasta tres noches consecutivas en el templo, después de lo cual, los sacerdotes generalmente les decían que se vayan a su casa, porque obviamente los dioses no querían comunicarse con ellos, y los preferían muertos.
CINCO – Si bien muchas fuentes bibliográficas solamente citan el año 441 AC como un año de hambre en Roma, estas mismas fuentes sí admiten que muchas otras hambrunas siguieron.
Los ciudadanos de Roma, si bien tenían cierto acceso a agua, y si bien las cloacas de Roma ya funcionaban de una manera bastante satisfactoria, y si bien la medicina de Roma no era la peor en el mundo de aquel entonces, aquí necesito destacar tres detalles que hicieron lo suyo para agravar la situación de Roma.
Como primero, los romanos en aquel entonces empezaban a construir rutas. Muchas rutas, a otras localidades alrededor de Roma. Esto, por supuesto trajo gente, y gente trae cosas.
Entre ellas, virus.
Algunos virus no hubiesen hecho tanto daño si una combinación de los otros factores, tales como el clima, no hubiesen ocurrido.
Como segundo, este fue el tiempo cuando Roma empezó a utilizar monedas como medio de pago. Si bien los romanos no imprimieron sus propias monedas hasta que lleguemos a la parte de los asedios de las ciudades de Veyes y Fidenas, sí existían monedas en circulación, mayormente provenientes de las ciudades de Grecia Magna.
Y como bien sabemos, monedas pasan de mano a mano, como casi ningún otro objeto en Roma.
Y como tercero, en el norte de Italia se comenzó a producir un efecto de dominó entre pueblos galos y otros pueblos dentro de la parte norte de Italia. Este contacto entre pueblos, cada uno con sus propias infecciones, debilidades, o resistencias hicieron lo suyo para que las pestes de Roma fuesen lo que fueron.
Bien.
Ahora vayamos a nuestro nuevo segmento de El Cuento de Roma, llamado el PODCAST DE LA SEMANA.
Como les conté durante el episodio pasado, cada semana, y por veinte semanas, voy a mencionar un podcast aquí. Un podcast que, tal como el mío, es joven, chiquito, sin muchas pretensiones, y con un buen estilo, y con buenas chances de crecer.
Entonces, el PODCAST DE LA SEMANA de esta semana es “La Vendetta de Remo”.
Durante los primeros años de la república, Roma fue invadida, conquistada, y ocupada por el rey etrusco Lars Porsena. Hubo héroes y hubo cobardes. Tambien veremos lo que dice la leyenda romana acerca del rey de Clusium.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 15 — El Rey Porsena.
La semana pasada nos habíamos quedado en que Tarquinio el Soberbio logró convencer al rey de la ciudad de Clusium, un rey llamado Lars Porsena, a invadir Roma con sus fuerzas.
Clusium, una de las ciudades más poderosas de la confederación de las doce ciudades etruscas, se encontraba sobre una colina y al margen de un rio llamado Clanis, al nor-noroeste de Roma.
La palabra Clusium era una modificación de la palabra latina cludere, que significa “cerca” ya que la ciudad se encontraba dentro de la esfera de influencia directa de Roma.
Si bien no era tan cercana como la ciudad de Veyes, llegar a Clusium desde Roma no era algo difícil en aquellos tiempos.
Los etruscos mismos la llamaban Clevsin.
Hoy en día, la ciudad italiana de Chiusi, en la región de Toscana se encuentra parcialmente construida sobre lo que en la antigüedad era Clevsin, o Clusium.
La población de Chiusi, según fuentes actuales en el sitio web de la misma ciudad, anda por los diez mil habitantes.
Llegar a Chiusi es muy fácil desde Roma, ya que la autopista A1 conecta a ambas ciudades. Naturalmente tambien hay formas de visitar Chiusi por tren, y en los tiempos del rey Porsena, el rio Clanis era perfectamente navegable entre Clevsin y Roma.
He puesto una foto de como se ve la pequeña ciudad de Chiusi hoy, en el sitio web.
Como mencioné, Chiusi es una atracción turística de renombre en esa región central de Italia hoy, tanto por su rica historia como por sus atracciones turísticas.
Si bien no hay muchas, entre las que vale mencionar el laberinto de Chiusi. Ese laberinto fue parte del sistema de las cloacas de desagüe públicas, construidas en el tiempo de los etruscos, y el recorrido de esas cloacas generalmente comienza en el lugar donde hoy se encuentra la catedral de Chiusi, que por supuesto fue construida siglos más tarde.
¡Se recomienda usar un guía turístico para entrar a laberinto!
Así que. Si van a Toscana, y si tienen tiempo de visitar Chiusi, no se pierdan esa reliquia del pasado.
En Cuanto a Toscana…
Los Apeninos a lo largo del este de la región le dan un sabor un tanto nostálgico a toda esa región, y aparte de la parte de historia romana, Toscana siempre representó unos de los cimientos de la cultura e idiosincrasia de los italianos.
Bueno, volvamos a nuestra época, y veamos qué andaba pasando en Roma y en Clusium, y antes de eso, vamos por un minuto y medio, a la palabra de la semana.
OK, la semana pasada tuvimos la palabra DEPUGIS.
Depugis en Latin significa flaco, en dos sentidos de la palabra, un tanto similares.
UNO, como flaco en si, como una persona no gorda.
DOS, como pobre y delgado debido a la falta de comida.
Así que hoy lo hacemos muy simple. Depugis es flaco, delgado de hambriento, y pálido.
Y ahora La Palabra de la Semana de esta semana. La Palabra de la Semana de esta Semana es IN SITU.
Así es, otra vez una pequeña frase de dos palabras.
Junio Bruto, padre de la republica de Roma. Vengador de Lucrecia. Algunos misterios resueltos, y algunas preguntas sin respuestas. Roma se puso de luto por él por un año entero.
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 14 — Vida y Muerte de Junio Bruto.
Hace dos semanas nos habíamos quedado en el medio de la batalla de la Selva Arsia.
Por un lado, las fuerzas del ex rey Tarquino, junto a fuerzas de la ciudad etrusca de Veyes, y por el otro lado las fuerzas de Roma, dirigidas por Junio Bruto y Publio Valerio.
Cuando Arrunte vió que el ejército de Roma iba comandado por Bruto, exclamó
“¡Ese es el hombre que nos echó de Roma!
¡Miren como avanza orgullosamente, adornado con la insignia nuestra!
¡O dioses, vengadores de reyes, ayúdenme!
Como era costumbre y honor en esa época, tanto Arrunte como Junio Bruto echaron a sus caballos al galope, uno hacia el otro, sabiendo que si conseguían tan solo herir al otro, la batalla se inclinaría para un lado como la balanza de un vendedor de sal en el foro.
Pero, ambos lograron hundir las lanzas y penetrar al escudo del otro, y ambos cayeron de sus caballos en el instante.
Murieron al instante siguiente, lanzas clavadas en sus torsos.
Históricamente hablando, aunque estos tipos de duelos probablemente contienen un fuerte elemento mítico, expertos de estudios de Roma antigua dicen que este tipo de combate personal representaba un aspecto muy común de la guerra dentro del sistema militar romano y no debía descontarse como puro cuento.
La larga tradición de la tal llamada spolia opima, que involucra al comandante romano derrotando a un comandante enemigo en combate mano a mano, insinúa que este tipo de eventos si sabía suceder.
OK, ahora vamos a La Palabra de la Semana. Hace dos semanas tuvimos la palabra PINGUIS.
Pinguis es una palabra que tiene varios significados en Latin. En realidad, esa palabra tiene tres significados, pero todos están un tanto relacionados y el sentido lo da el contexto de su uso.
Entonces, PINGUIS puede significar gordo y espeso, cuando se habla de la apariencia física de una persona.
Puede significar estúpido o espeso en la cabeza cuando el tema es el nivel intelectual de una persona.
Y finalmente, puede significar fértil y rico, cuando el tema es tierra, en el sentido de tierra arable.
Bueno, ahora vamos a La Palabra de la Semana de esta semana. La Palabra de la Semana de esta Semana es DEPUGIS
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 13 — Estado de la Unión – 509 AC.
Este es nuestro primer episodio de El Estado de la Unión, y tal como muchas cosas que sucedieron en Roma por primera vez, este episodio tendrá el honor y el deber de establecer normas, estilos, y otros precedentes para futuras ediciones de episodios de El Estado de la Unión.
Si escuchó el episodio pasado, sabrá que esta semana tendemos un episodio un poquito más largo, y no tendemos el corte usual de la Palabra de la Semana, en Latin.
Así que empecemos ya mismo, porque no tenemos todo el día, y tenemos un vuelo de águila de muchos kilómetros de circunferencia.
Nuestro vuelo de águila va a empezar en Roma misma. Vemos qué pasa en Roma, Etruria, y Grecia Magna.
De ahí vemos las tres islas grandes cerca de Roma. Sicilia, Córcega, y Cerdeña.
Luego vamos para el norte, y cuando lleguemos a los Alpes, vamos a dar un gigantesco círculo en el sentido del reloj que nos llevará por todas las partes que tarde o temprano tendrán influencia en la historia de Roma.
Así que vamos a ver Dalmacia, Macedonia, el Epiro, y Grecia.
De ahí a Asia Menor, y entonces a las tierras de Siria, Palestina, y Egipto, que en ese momento estaban bajo el yugo de los persas.
Entonces nuestro vuelo tomará un rumbo hacia la puesta del sol, hacia Cartago y la costa norte de África, para luego sobrevolar las columnas del Gibraltar, que según la leyenda fueron abiertas, o cerradas por Hércules mismo—dependiendo de cuya versión ha escuchado.
Esto nos llevará de regreso a Europa, donde veremos a los pueblos que habitaban lo que hoy es España y Portugal, y las Galias. Haremos un pequeño desvío para mencionar a las Islas Británicas, y de ahí volveremos hacia Roma, sobrevolando a los pueblos de los Países Bajos y Germania.
Por último, dos tiritos de penal más, puramente honoríficos: India y China.
¿Qué les parece?
Bien. Ahora, Roma.
En el año 509 AC, el dominio de Roma se estrechaba desde el pie de los Apeninos en el este, hasta el mar Mediterráneo en el oeste. Iba desde el rio Tiber en el norte, hasta la ciudad de Capua, en las cercanías de lo que hoy seria Nápoles.
En ese entonces, los vecinos de Roma eran los Samnitas. De ellos vamos a escuchar un montón, más tarde.
Alrededor del comienzo de la república, Roma contaba con unas 130,000 personas, en total.
Pero, aquí cabe la pregunta.
¿Eran los romanos un hormiguero de gente que iban y venían al unisón de los intereses de la ciudad, como una mansa masa, sin voluntad propia?
No, por el contrario.
La Roma de ese entonces ya tenía un tono cosmopolita, y era difícil distinguir por las calles, quien era un romano y quien era un etrusco, o un griego asentado en Roma.
La ciudad hervía con diferentes colores y olores, vestidos y sonidos.
Las calles de Roma estaban repletas de hombres y mujeres, ancianos y niños, esclavos y nobles, gladiadores y soldados, profesores y mendigos, y todo el mundo solamente se preocupaba de su propio bienestar, y solamente luchaba por control, o por la libertad del control ejercido por otros.
Roma tenia mercaderes y maestros, trabajadores y vagos, gente de literatura y gente iliterata, prostitutas y vírgenes vestales, deudores y colectores de deudas, gente que se despertaba con el sol y gente que se iba a dormir a esa hora.
Las dos diferentes clases sociales más numerosas de Roma nunca se ponían de acuerdo en nada, y si bien la nueva república aparecía como la solución a todos los problemas de Roma, para la gente de las clases más bajas, la diferencia entre tener un rey o tener un cónsul, era igual a cero.
Prontamente Roma se verá entroncada en revueltas y huelgas, y luchas internas entre aquellos que tenían el poder, y aquellos que no lo tenían y consideraban que se lo merecían.
Miles de plebeyos, especialmente aquellos que se habían enriquecido durante las generaciones, lloraban en las plazoletas y los fórum, demandando justicia y el derecho al voto, o a un voto más de acuerdo a las realidades numéricas de Roma.
Pero esos mismos plebeyos se hubiesen rebelado totalmente si el gobierno hubiese decidido darles esos mismos derechos a las mujeres, o a los esclavos, o a los inmigrantes.
Esta última capa de la sociedad, presente pero ignorada, no tenía ni voz ni voto, pero sostenía el futuro de Roma.
Imagínese a los blancos pobres de los EEUU en el tiempo de antes de Lincoln, y lo que hubieran hecho si el gobierno les hubiese dado más derechos a mujeres, esclavos e inmigrantes.
Y fíjese que la tal llamada democracia de Roma no era un acto de restricciones al estilo de las democracias de hoy, donde es posible impugnar a un presidente, o botar a un primer ministro de su oficina.
No. Aquí no se trataba de limitar el poder que un cónsul ejercía. Los poderes de un cónsul no diferían en nada del poder que los reyes tenían antes.
La diferencia era que al cabo de un año, el cónsul tenía que devolver ese poder.
Punto y aparte, y así de simple.
La otra característica de Roma era que cuando amenazas aparecían por el horizonte, todas las diferencias entre patricios y plebeyos se esfumaban, y todo el mundo se unía a la defensa de la patria. Los ricos, porque de ellos eran las tierras. Los pobres, porque en cualquier otro sitio, estarían en cadenas por haber perdido la batalla. O peor aún.
Pero apenas esa amenaza desparecería, las dos partes reanudaban con sus rencillas y peleas, en el lugar exacto donde habían parado la música, antes de ir a defender Roma.
Veremos mucho más de las dos clases sociales de Roma muy pronto, pero cabe decir que la gran mayoría de los romanos, y cuando digo gran mayoría, estoy diciendo más del 90% de la población, no vestían togas, no iban al teatro, y no comían de platos de cerámica hechos en Grecia.
Roma cambió mucho en los 250 años de su existencia. De un pueblo de pastores y ladrones que no tenían ni libros ni comercio, se convirtieron a un pueblo de agricultores y terratenientes, que tenían libros, comercio, y un ejército extremadamente disciplinado.
Para darles una perspectiva del tiempo, quiero decirles esto antes de echar a nuestra águila a volar:
Los romanos de aquel tiempo sabían perfectamente de las leyendas de Eneas, y su llegada a Italia, y de todas las historias de Albalonga, y todo eso.
Pero eso era algo que pasó hace siglos. En un podcast, esto se escucha como un cuento, pero aquí hay un gran precipicio. Un precipicio de siete siglos, entre Eneas y la república.
Los romanos hablar de Albalonga, es como nosotros hablar de La Española, el primer asentamiento fundado por Colón. El tiempo pasó, y el mundo cambió.
Y ahora veamos cómo exactamente cambió ese mundo.
Etruria.
De Etruria vamos a escuchar mucho más en el futuro cercano, así que aquí solamente quiero destacar dos cosas que vienen a la mente, cuando hablamos de las relaciones entre Roma y Etruria. Si bien existían rutas y envíos oficiales entre las ciudades etruscas y las localidades romanas, la relación siempre fue una relación comparable a la Guerra Fría de nuestro siglo pasado.
Un enorme porcentaje de la populación romana era de origen etrusco, y las culturas y los pueblos se entremezclaron tanto que era difícil distinguir entre los dos.
Las lenguas no se parecían, y eso si marcaba una línea muy clara en la arena.
El idioma Latin todavía estaba en su época de desarrollo—sintácticamente hablando, pero aun así, los etruscos lo hablaban con un acento bien pesado, mientras que la gran mayoría de romanos no hablaban el etrusco, a no ser que eran mercaderes que iban y venían entre las dos regiones, y a no ser que eran miembros de familias bilingües.
Tambien puede imaginarse algo como Alemania y los EEUU, hoy.
El 99% de los alemanes y austríacos habla inglés perfectamente, pero se los reconoce en menos de un minuto cuando abren la boca.