El final de nuestra trilogía del saqueo de Roma. Breno está en la historia, y al final de este episodio, tenemos la mejor de las noticias de Aeliana y Lucio.
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Transcripción Parcial
Hola, les habla Abel desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 27 — Hierro y Oro.
La semana pasada vimos como los galos de Breno y los Romanos de Quinto Sulpicio comenzaron a deliberar. Ambos cansados, ambos contando muertos a diario, y ambos con un ego más grande que las siete colinas de Roma, juntas…
Pero aquí uno de los dos lados tenía una leve ventaja, y esa ventaja era la esperanza que Camilo llegaría en cualquier momento con sus tropas.
Mientras tanto, quiero que se imagine la ciudad de Roma.
El Circo Máximo, que aun solo poseía gradas de madera, se ha convertido en una morgue temporaria donde el humo no paraba de mostrarle a todo el mundo donde fue que los galos habían decidido a apilar y a quemar a sus caídos.
Era el fin de un invierno extremadamente templado—y como por obra de las diosas Cloacina, que había tapado los desaguaderos de las cloacas de Roma, Poena, diosa del castigo, y Tempesta, diosa de las tormentas, que no causó ni una sola tormenta ese invierno, que congelara o se llevara partes de los cuerpos que se podrían por toda Roma, los galos terminaron sufriendo más que los romanos.
Desde el mercado de reses, al sur del puente de la ciudad, y hasta la Puerta Capena, en la esquina sureste de Roma, todo estaba quemado.
Esta era la Roma, que Marco Furio Camilo estaba a punto de salvar, según la versión que los romanos describieron.
Así es, mientras que Camilo se preparaba para salir de Veyes y marchar hacia Roma, y mientras que los galos y los romanos debatían donde iban a finalizar su transacción, Roma se descomponía con cada día que pasaba.
Y así es, existen dos versiones mayores de todo esto. Vamos con la versión aceptada por historiadores modernos primero.
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