Episodio 79 – Roma 1 – Cartago 0

El encuentro final de la Primera Guerra Púnica. Y por qué la siguiente guerra era inevitable.


[spreaker type=player resource=”episode_id=17578604″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 79 – Roma 1 – Cartago 0.

Esto es lo que el padre de la historia — un griego llamado Heródoto — escribió de los Cartaginenses — como mercaderes, alrededor del año 430 AC.

Los cartaginenses, cuando llegan con sus barcos, descargan sus mercancías y las organizan en la playa.

Luego vuelven a sus barcos, y prenden un gran fuego. El humo de ese fuego, es visto por los habitantes de esas costas, y les da a saber, que hay mercancías en la playa.

Inmediatamente los nativos van a la playa, a ver los productos. Con ellos, traen suficiente oro u otros objetos de valor. Después de decidir cuánto oro van a dejar en la playa por las mercancías, los nativos se retiran de la playa, y esperan a que los cartaginenses vuelvan, a estimar el valor de su oferta.

Los cartagineses desembarcan y examinan lo que los nativos han dejado allí, y si el oro les parece un precio digno por sus mercancías, lo toman con ellos, y parten.

Si no, los cartaginenses vuelven a sus botes y se sientan a esperar mientras los nativos se acercan de nuevo y fijan más oro, hasta que ambos lados están satisfechos.

Ninguno de los dos lados intenta engañar al otro, porque los cartagineses no tocan el oro hasta que iguala el valor de sus bienes, y los nativos no tocan los bienes, hasta que los cartaginenses se han llevado el oro.

(Si bien esto fue escrito por Heródoto, este texto se encuentra en el libro IV de Tito Livio

Por supuesto, eso es lo que los mercaderes de Cartago hacían en lejanas costas africanas, donde no existían otros métodos de comercio.

Y por supuesto, que eso fue — si es que fue, siglos atrás.

Además!

Recordemos que fue Cicerón, quien llamó a Heródoto “Padre de la Historia.”

Recordemos también, que otros Senadores en Roma lo solían llamar “el padre de todas las mentiras.”

Digo — a Heródoto! No a Cicerón!

Volveremos a hablar de esto, en unos 20 o 25 minutos.

Ahora, comencemos así.

Año 243 AC.

Primer reunión del Senado de Roma del año.

Y como era el primer encuentro del año, por obligación — y por tradición — los Senadores estaban reunidos en el Templo de Júpiter Capitolino, y no en la Curia Hostilia, como era de costumbre.

A veces, los senadores tambien podían reunirse en el Templo de Bellona, pero eso generalmente solo ocurría cuando asuntos de guerra eran el tema, y cuando el tema era de extrema urgencia.

Pero, como nosotros ya sabemos, el frente de operaciones en Sicilia, no traía ningún tipo de urgencia, estos días.

Así que — ese día, los temas en la mesa, eran tres.

UNO — Los romanos iban a continuar construyendo su nueva flota nueva.

Y eso, a pesar de que el consenso general era, que Amílcar Barca sí era un peligro, pero no un peligro inminente.

DOS — Los romanos tenían que encontrar una forma de desacreditar a los cartaginenses, no como mercaderes llenos de un sentido financiero sin escrúpulos, sino — simplemente, como gente mala.

Resulta que el esclavo de un senador romano había descubierto un taller de reliquias de dioses cartaginenses en un pueblo, a no mas de 50 kilometros al norte de Roma, y se lo dijo a su amo.

La figura de esas reliquias — esa diosa, para ser mas exacto — era la figura de Tanit, una de las pocas divinidades que los cartaginenses tenían y que los fenicios jamas tuvieron.

En otras palabras — un culto cartaginés, propiamente dicho.

Tanit, que se escribe T — A — N — I — T, era una diosa relativamente nueva, y según historiadores, había pasado a otras divinidades en popularidad entre la gente de Cartago.

Si bien, dioses como Melqart, Baal Amón, y Rasap — el dios de la guerra, aparecían por todos lados en Roma, especialmente en vasijas de arcilla, el culto a Tanit era algo mas bien nuevo.

Al final, el Senado decidió que se creará un grupo de investigación acerca del tema, y uno de los Ediles nuevos en Roma, estaría a cargo del asunto. Supervisado por el Pontífice Máximo, por supuesto.

Ah, y como esta reunión tomó lugar dentro del Templo de Júpiter Capitolino, una copia de toda esa investigación tambien le será entregada al Flamen Dialis, es decir — al sacerdote del dios Júpiter.

Listo — asunto resuelto!

Si existía algo que los Senadores romanos amaban, era delegar deberes.

Y FINALMENTE TRES — El asunto de los Cónsules nuevos.

Así que tenemos que en este año — el 243 AC, los Cónsules elegidos fueron un tal Cayo Fundanio Fúndulo, y un tal Cayo Sulpicio Galo.

[…]

 

Episodio 67 – La Captura de Brundisium

La caída de la última ciudad en el sur de Italia. Toda Roma, ahora, se prepara para el paso siguiente: Sicilia.


[spreaker type=player resource=”episode_id=15475334″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 67 — La Captura de Brundisium.

A veces nos toca que un Episodio de El Estado de la Unión viene seguido por un Episodio de Biografías, y eso hace, que el hilo de nuestro cuento viene un tanto interrumpido — no por un Episodio, sino por dos.

Este fue el caso de nuestros episodios 65 y 66, pero — las buenas noticias de eso, es que ahora tenemos, por lo menos, 11 episodios seguidos, de nuestro Cuento — El Cuento de Roma, antes de que nos toque otro Estado de la Unión.

Así que — sin demoras, vamos al 23 de Enero del año 266 AC.

En Roma — una marcha triunfal.

Esa marcha de debía a la captura de Brundisium, el año anterior.

Con eso, la conquista de Calabria y de Mesapia, estaban completas.

Esta marcha triunfal era en honor a DOS HOMBRES que — pues, hicieron esa captura.

Eran los Cónsules de Roma, del año anterior.

Estoy hablando de Marco Atilio Régulo, y Lucio Julio Libón.

Vamos a tener una palabrita de ellos — Marco Atilio Régulo y Lucio Julio Libón, en unos minutos, pero en este momento, hay algo más importante, y se trata de la marcha misma.

Explico.

A diferencia de otras marchas triunfales, esta marcha fue considerablemente más pequeña, más tenue, y traía muy pocos esclavos en remolque — comparado con otros triunfos romanos.

Y eso se debía a tres factores.

UNOMarco Atilio Régulo se aseguró que su campaña — y su victoria, fuesen bien organizadas, y bien ordenadas, desde el principio hasta el fin.

— hubo derrame de sangre en la ciudad, pero no existió esa avalancha de soldados, sueltos libres como lobos hambrientos, después de la lucha — y, a que hagan lo que quieran por la ciudad.

Atilio Régulo no permitió eso.

DOS — Régulo trajo consigo un enorme cantidad de objetos desde el sur.

Objetos de arte.

Objetos de oro y de plata.

Objetos de fosfato de cobre, hidratado — que hoy es mejor conocido, como turquesa.

Objetos hechos de bronze, piedra calcárea, y hasta esculpidos, de las corazas, de caracoles de mar.

Vasijas — ánforas — para llevar vino y aceite de oliva, con decoraciones de plantas en formas geométricas.

Esas ánforas eran llamadas trozellas. Las dos manijas se extendían muy alto — mucho más alto que el pico de las mismas, algo que los romanos no hacían en su tiempo.

Resulta que Brundisium era famosa por su arte, y Brundisium era un rival natural de la otra gran ciudad de la zona. Tarento.

Bueno — Y TRES — Durante el proceso de esta marcha triunfal, y desde la misma entrada por la puerta del Triunfo, la primera persona, entre los prisioneros, era una mujer.

Así es — marchando en cadenas, y con la cabeza en alto, esa mujer estaba rodeada por 12 soldados Salentinos tambien encadenados — y detrás de ellos, venían 12 lictores romanos, llevando las ya conocidas fasces.

Después, unos mil prisioneros de guerra más, y luego — por supuesto, el fabuloso botín de guerra.

Cuando toda esa procesión entró al Pomerio — siempre entraban desde el oeste, del Campo de Marte, la cola de la procesión misma todavía estaba amontonada fuera de la ciudad, esperando su turno para entrar.

Pero — no es que habíamos dicho que esta marcha era considerablemente pequeña?

Así es — y en realidad, esa fue una de las marchas más pequeñas en historia reciente.

Más tarde veremos, que marchas triunfales, a veces — sabían durar hasta cuatro días, desde una punta a la otra, y no era solamente porque caminaban bien lento.

Si — andaban a paso de los cantos de los sacerdotes, y de las Vírgenes Vestales, pero igual — una procesión así, podía tener más de 20 mil personas.

Siempre entraban desde el Campo de Marte, donde se hacían todos los arreglos de ultimo momento, y mucho antes de que saliera el sol.

De ahí, iban por la Vía Triumfalis, hasta el Senado, o sea que pasaban cerca del Mercado y el Foro, y a lo largo del futuro Circo Flaminio.

Cuando llegaban al Senado, los Senadores se unían a la procesión, y eso era otra demora de una hora — por lo menos.

De ahí, iban hacia el sur, hasta el Circo Máximo, y daban una vuelta ahí.

Luego — dependiendo del estado de las calles, y dependiendo si había zonas en construcción, daban media vuelta, hacia el norte, hacia donde — en el futuro, tendremos el Coliseo.

Ahí es, donde la gran mayoría de los miembros de nuestra Saga Familiar, observaban la lenta marcha de toda esa gente. Hoy existía una razón muy especial, por la que estaban presenciando esa marcha, y vamos a explicar eso, en un minuto más.

Y por ultimo — la procesión daba otra media vuelta.

De ahí, subían por las escalinatas del Monte Capitolino, hasta el templo de Jupiter — el corazón de Roma.

Así que — como ven, eso era, no menos de unos 4 kilómetros y medio, pero a ese paso, duraba por lo menos un día.

Además, si había esclavos que iban a ser decapitados al cabo de la marcha, esos condenados no tenían el derecho de subir al Monte Capitolino.

En lugar de eso, se los dejaba en una plaza situada entre el Capitolino, y la prisión Mamertina, donde la gente se podía dar el gusto, de ver a esos prisioneros, bien de cerquita.

Ahí podían tirarles frutas podridas, pan mimado con vinagre — o peor aun, calabazas llenas de orina.

Y como un dato de futuro — cuando lleguemos a la época del emperador Augusto, verán que el botín de guerra, y la cantidad de esclavos, traídos desde Egipto, provocaron una caída en las tasas de interés, una caída en los precios de esclavos, y un enorme aumento de los precios de la tierra, por casi cinco años.

Y antes de dejar el tema de las marchas triunfales quisiera añadir estos detalles:

La persona, o personas en cuyo honor, esa marcha se hacía, llevaban una toga de color púrpura, con franjas doradas, y botas de color rojo. Esa toga se denominaba la “toga picta.”

Y contrario a la creencia popular, esa persona o personas, no iban adelante, sino atrás de todo el mundo.

Detrás de él, o ellos, solo iban su familia, y algunos soldados especialmente elegidos por él — por supuesto, por algún buen desempeño, durante la batalla.

Y después de esa gente, venían dos bueyes, totalmente blancos, adornados con flores y cintas, de color rojo-sangre.

Esos bueyes, iban a ser sacrificados al final de la procesión, frente al templo de Júpiter mismo.

Y por quién?

Pues, por los sacerdotes de Roma, con la ayuda de los dos Cónsules actuales, si es que andaban por la ciudad, y por un elegido de honor, de Marco Atilio Régulo, y un elegido de honor, de Lucio Julio Libón.

Así es — un elegido de honor, de cada uno de los — tal llamados, hombres de triunfo.

Y todo eso, bajo el estricto control, del Pontífice Máximo de Roma, quien los esperaba sentado en su gran silla, frente al templo de Júpiter Capitolino.

Ah — y dicho sea de paso, nuestros Cónsules de este año son Décimo Junio Pera, y Numerio Fabio Píctor.

Así es — otro Píctor!

Este hombre — Numerio Fabio Píctor, es hijo del artista Cayo Fabio Píctor, y por ende — tío de nuestro invitado especial de nuestro Episodio pasado.

Qué chiquito que es el mundo de Roma,

cuando uno comienza a conocer a la gente,

por nombre y apellido!

Y van a ver, lo que este Numerio Fabio Píctor va a hacer en nuestro proximo Episodio, durante un debate en el Senado, y en contra de otro senador, uno de los Claudios!

Bueno — ahí tenemos una marcha triunfal.

[…]

Episodio 66 – Dion Casio y Quinto Fabio Píctor

Un análisis de dos historiadores muy diferentes, separados por cinco siglos de historia: Dión Casio y Quinto Fabio Píctor.


[spreaker type=player resource=”episode_id=15423872″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 66 – Dion Casio y Quinto Fabio Píctor.

— “Melía!”

Sentado en su enorme silla cubierta con una piel de cordero, el viejo Dion Casio llamó a su esclava.

Los cuatro pies de la silla, llevaban adornos de insectos fosilizados, atrapados en gruesas gotas de ámbar solidificado, cuidadosamente unidos a la madera de la silla misma. Color de miel.

Al momento, Melía apareció por el marco de la puerta, y una sonrisa se dibujó en la cara del historiador.

— “Tráeme agua, Melía! Mis pies me están matando, otra vez!”

Un minuto mas tarde, el viejo esclavo Politorio y Melía traían una gran fuente de agua caliente, a los pies de Dión Casio.

Al lado del viejo, el libro 66 estaba abierto. Vespasiano. La muchacha alejó el libro suavemente, fuera del alcance del agua.

Luego — de rodillas, Melía comenzó su usual tarea de aliviar el dolor de pies que ya agobiaba a su amo, por mas de los años que ella lo conocía.

Politorio, muy convenientemente, se alejó de la habitación.

— “Melía. Dime otra vez. Eres Cristiana o no?”

La esclava subió su mirada, y sin una sonrisa, le dió un “no” con la cabeza.

— “Mi amo,” dijo suavemente, “para qué andaría buscando motivos, para enfadar a mi amo?”

Dión Casio no respondía.

La belleza de la esclava le traía recuerdos de su propia esposa.

— “Tengo 16 años,” continuó Melía. “Y a veces soy muy estúpida. Pero sé muy bien, que llevar una cruz, no sería una cruz, para mí solamente.”

— “Yo no le haría daño a tu familia,” quiso decir el viejo. Sus pies — remojados en el agua, y masajeados por la muchacha, le devolvían energía.

— “Lo sé, amo,” respondió la muchacha. “Pero igual, no veo la parte práctica de ser una Cristiana. Los guardias que han llegado a la ciudad causarían problemas, y para qué?”

Eso era cierto. Miembros de la Guardia Pretoriana andaban por la ciudad.

Una pausa larga.

— “Siempre siendo práctica. Verdad, Melía?”

Otra pausa larga.

La esclava entendió a lo que su amo se refería, y lentamente apagó la vela, se acercó a su amo, y dejó que el vestido de algodón que llevaba, se deslizara de sus hombros.

El esclavo Politorio, del otro lado de la puerta, se encargaría de que ninguno de sus hijos o nietos, fuese a ver a su amo en el medio de la noche.

(música)

Aquí debemos rebobinar nuestro relato, porque no entenderíamos nada.

Estamos en el año 988 desde la fundación de la ciudad.

Según nuestro mode de contar — es el año 235 después de Cristo.

Ah! Eso quiere decir que no estamos rebobinado el año, sino que estamos yendo para adelante!

Así es!

Estamos en el 235 de nuestra era, y este año, mis queridos oyentes, es importante por dos razones.

UNO — La gran mayoría de historiadores y eruditos confirman que ese año marca el comienzo de la Gran Crisis del Siglo III.

Y DOS — Fue el año que uno de los historiadores mas grandes de Roma — estoy hablando de Dión Casio, falleció.

Y estamos en el norte de Bitinia.

En una ciudad llamada Nicea, a menos de un día a caballo del estrecho de los Dardanelos, en la actual Turquía.

Estamos en la residencia de Dion Casio, justo en las afueras de la ciudad misma, desde donde podía observar las derechas calles y avenidas que cortaban la ciudad.

Y como tantas veces, Dión Casio, bendecía en su mente, a Plinio el Joven, por el meticuloso trabajo que había hecho, con el trazado de la ciudad.

Explico.

Plinio el Joven, se había dado a sí mismo, la misión de su vida, de reconstruir la ciudad de Nicea, después del terrible temblor del año 123.

Ese año, hasta el mismo emperador Adriano se fue a Nicea, después del temblor, a ver a la gente.

Y en su mente, Casio sabía que debe haber sido horrible.

[…]

 

Episodio 57 – Los Elefantes de Pirro

La derrota de los romanos en Heraclea, en una batalla que será el precursor de la frase mas famosa de Pirro de Epiro, en toda su vida.


[spreaker type=player resource=”episode_id=14607090″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 57 — Los Elefantes de Pirro.

Esta semana tuvimos otro 21 de Abril.

Y el 21 de Abril, es el cumpleaños de Roma.

Y tambien es el cumpleaños de “El Cuento de Roma,” es decir — el 21 de Abril del año pasado lanzamos este podcast en iTunes.

Claro que comencé a escribir y grabar, y diseñar, y sobre todo — planear todo eso, mucho antes, eso ya lo saben si escucharon nuestro Episodio 50 — Feliz Cumpleaños.

Pero, hoy hace un añito que este podcast anda por iTunes, iVoox, y otros lugares. Y esto hace sentido, porque bueno — un año tiene 52 semanas, y ahora estamos a 57 episodios.

Y eso tiene sentido, porque a la hora de lanzar el podcast, publiqué 5 episodios juntos.

Entonces, 52 + 5 = 57.

Ya. Feliz Cumpleaños Roma, y feliz cumpleaños, El Cuento ode Roma.

Pero, en Roma misma, y en el año 280 AC, nadie se pasaba mucho tiempo pensando en el cumpleaños de Roma.

Y eso era por culpa de un rey llamado Pirro, que había desembarcado en Italia, desde su propio reino, un lugar llamado Epiro.

Y después de haber desembarcado — con elefantes y todo, Pirro de dirigió a la ciudad de Tarento, porque la gente de esa ciudad lo llamó a que les ayudase.

Bueno. Hasta ahí llegamos en nuestro ultimo episodio, que fue hace como 14 días, por dos causas que quiero nombrar aquí — muy brevemente.

UNO — El podcast de “El Cuento de Roma” en chino. Así es, conseguimos lanzar este mismo podcast, en idioma chino. Así que, si saben de alguien en su barrio, o colegio, que habla chino, pues — a promover el podcast!

Y DOS — La página de Patreon, que estoy organizando en un sitio llamado Patreon.com.

En ese sitio voy a publicar cuatro cosas que no tengo ni manera de meter en el podcast propiamente dicho.

Esas cuatro cosas son:

UNO — Mapas. Mapas como me gustan a mí — mapas gigantes, de aquellos tiempos.

DOS — Arboles genealógicos de nuestra Saga Familiar, y de otras familias romanas.

TRES — Listas de nombres, personas, y demás, traducidas entre castellano e ingles.

CUATRO — Y esto es lo mas importante. Todo, lo que verdaderamente iba pasando entre los miembros de nuestra Saga Familiar.

Honestamente, ya estoy cansado de tener que solamente dar detalles, como por ejemplo, fulano se casó, o mengana tuvo mellizos, y quiero poder hablar de eso tambien. Pero si meto eso en el podcast bueno — estaríamos hablando de episodios de una hora, y no de veinte-y-pico de minutos.

Así que, bueno, si les interesa esa parte del podcast en sí, vayan a patreon.com/elcuentoderoma, y háganse mecenas de nuestro sitio allí. Por solo una moneda al mes, van a recibir mucho mas que una moneda en retorno, y Tito Livio y yo, les estaremos agradecidos.

Listo. Con eso considero la demora de una semana de este Episodio — explicada.

Ahora, al tema nuestro, y al peligro que se avecinaba de allá en el sur.

En Tarento.

Y — como ya es costumbre, primero veamos donde estamos, digo — en qué año estamos.

Estamos en el año 280 AC, y en ese año los dos Cónsules elegidos fueron un hombre llamado Tiberio Corunciano — un hombre que provenía de Tusculum, y otro hombre llamado Publio Valerio Levino. Este último provenía de Roma misma, y fue mencionado en los libros de Plutarco.

Esos libros llamados “Vidas Paralelas.”

De eso voy a decir mas, como al final de este Episodio.

Bueno, veamos un poco de estos dos hombres, porque ambos — si bien no pertenecen al club de héroes de Roma antigua, sí aportaron lo suyo, cada uno en su propio ámbito.

Porque una cosa está muy, muy en claro.

Tiberio Corunciano y Publio Valerio Levino no pudieron haber sido mas diferentes.

Corunciano, de origen plebeyo, estaba ocupado con operaciones militares de menor escala en Etruria cuando el Senado de Roma lo proclamó Cónsul.

El Senado, ya sabiendo de la llegada de Pirro en el sur, decidió llamar a Corunciano de regreso a Roma, y preparar una campaña en contra de Pirro, y esto es lo que veremos hoy.

Pero cuando Corunciano regresó a Roma, y cuando comenzó a organizar esa campaña, algunos de los Senadores cambiaron de idea, y decidieron que no será Corunciano, el que iba a enfrentarse a Pirro de Epiro, sino el otro de los dos Cónsules.

Es decir, Publio Valerio Levino.

Y antes de hablar un poco de ese Cónsul, quiero dar cuatro notas muy breves, de este Tiberio Corunciano.

Dos de esas notas son notas de pasado, y las otras dos, son notas de futuro, o eventos futuros, y obviamente vosotros, mis queridos oyentes, sabrán identificar cual es cual, porque voy a listar esas cuatro notas juntas, sin separarlas en pasado y futuro.

Basta que se acuerden que estamos en el 280 AC.

[…]

Episodio 54 – El Desastre de Arretium

Una pelea entre romanos y galos. Arretium y el Lago Vadimo. Pero esta vez, nos es muy difícil describir qué fue lo que realmente sucedió.


[spreaker type=player resource=”episode_id=14445946″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 54 — El Desastre de Arretium.

La gran pregunta de este Episodio de nuestro podcast es “por qué.”

No es qué, o dónde, o cuándo, sino por qué.

Porque al fin y al cabo, sabemos el qué.

Roma tuvo que enfrentarse a galos senones.

Tambien sabemos el dónde.

Al norte de Roma.

Y en cuanto al cuándo, historiadores pusieron la Batalla de Arretium entre los años 284 y 283 antes de Cristo, o sea que esa pregunta tambien está resuelta.

Y aquí viene el por qué.

Pero en este caso no me refiero al por qué de la batalla misma, eso sería un tanto infantil — gente pelea por recursos naturales, territorios, y cosas por el estilo, y sí — a veces gente pelea por el amor de una doncella.

Pero.

Yo aquí me refiero a… POR QUÉ el libro de Tito Livio, que describe esa batalla, se fue a perder?

Así es — ese libro se perdió, y ahí tenemos nuestra tarea — nuestro “homework,” como dicen estudiantes en las escuelas de habla inglesa.

Yo estoy seguro, que todo el mundo se acuerda como yo me quejaba, de que esto no está muy en claro, o que aquello no está muy bien corroborado, y siempre le echaba la culpa al hecho de que los galos senones de Breno habían quemado un montón de libros, allá por el 390 AC, cuando saquearon Roma.

Eso — por supuesto, lo tenemos todo en nuestros episodios 25, 26, y 27 de este podcast.

Y viendo ahora — mientras venía re-leyendo mis episodios de aquellos tiempos, wow! Realmente me quejaba mucho del asunto.

Pero ahora, no existe esta excusa.

Y ahí es, que surge mi “por qué”.

Entonces, primero vamos a ver lo que sucedió en esa batalla, que — como ya se podrán imaginar, no les fue muy bien a los romanos, y entonces volvemos a investigar el tema de la pérdida de ese libro.

Y dicho sea de paso, aquí tambien existe otra pequeña pregunta, y esa pregunta es, por qué he decidido llamar esa batalla, como la Batalla de Arretium, en lugar de utilizar la adaptación castellana de “Arretio.”

La respuesta breve es que prefiero usar el nombre Latin para este evento, ya que existen tan pocos datos acerca del mismo.

Si bien — en general, me van a oír usar palabras de lugares, en idioma castellano, a través de este podcast, en este caso en particular — voy a usar la palabra Arretium.

Ya.

Una cosita mas, antes de lanzarnos al tema de la Batalla.

Si no tenemos a Tito Livio, a quién tenemos para estudiar este evento tan oscuro?

La respuesta es que tenemos tres versiones diferentes de esta batalla, y aquí las voy a nombrar — muy brevemente, y simplemente voy a darles una comparación de cuándo, los escritores de esas tres versiones vivían.

Entonces.

UNOPolibio.

Polibio vivió entre los años 200  y 118 AC. Siendo un historiador griego, y siendo considerado uno de los historiadores más importantes de sus tiempos — bueno, eso debido a que Polibio fue el primero en  escribir una historia universal, su verdadero propósito era explicar cómo pudo imponerse la hegemonía romana en la cuenca del Mediterráneo.

DOS — Los tal llamados autores analistas. Aquí tenemos a varios autores que vivían en un futuro mucho mas distante, y a veces hasta después de la separación entre Roma y Constantinopla. Entre ellos contamos a Floro, Orosio, y Eutropio.

Y TRESApiano.

Apiano fue un historiador romano de origen griego, quien vivió en el segundo siglo después de Cristo. Fue autor de una obra llamada Historia Romana, que trata todo lo que sucedió en Roma, desde la monarquía, hasta mas o menos la vida y muerte de Trajano, en 24 tomos.

Bueno.

Ahora tenemos a nuestros autores, y ya sabemos que entre los tres nos dan cuentos muy diferentes.

Ahora, vamos a esa batalla.

[…]

 

Episodio 45 – Fabio Ruliano y Papirio Cursor

Un vistazo a los dos héroes de las guerras samnitas, y un encuentro un tanto cómico entre ellos, frente al senado de Roma.


[spreaker type=player resource=”episode_id=13924099″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 45 — Fabio Ruliano y Papirio Cursor.

La Selva Ciminia era el bosque primitivo — creado en tiempos de antes de dioses y humanos, que separaba Roma antigua de Etruria.

No existían caminos a través de esa selva, y hasta en los bordes de la misma, la imagen que la misma daba, causaban pavor entre la población de Roma.

Nadie se atrevió a entrar en la selva, hasta el siglo cuatro antes de Cristo.

Es mas — cuando en el año 310 AC el Senado de Roma le dió ordenes al entonces Cónsul Fabio Máximo Ruliano de NO entrar a esa selva, y cuando este sí entró a perseguir a los etruscos, y cuando salió de la selva sin perder su vida o la de sus soldados, los romanos sintieron miedo y pánico, pues creían que demonios de la selva misma, se habían poseído de las almas de estos legionarios.

Así, por lo menos, lo cuenta nuestro querido Tito Livio.

Esa selva — en parte fosilizada, y en parte, tan densa que la luz del sol, incapaz de penetrar el follaje espeso, creaba zonas de permafrost donde animales se hundían y quedaban atrapados, se extendía desde el noroeste de Roma antigua hasta casi los Apeninos al este, y llegaba casi al río Tiber en el sur.

En una sola oración, esa selva era el perfecto borde natural entre los romanos y los etruscos por la mayor parte de cuatro siglos.

Pero no estamos aquí para hablar del cruce de esa selva de parte de Fabio Ruliano, aun si fue desobedeciendo al Senado mismo de Roma.

Porque — al final y al cabo, esa incursion a la selva Ciminia fue en el año 310 AC, y aun no estamos ahí.

O sea que todavía tenemos la tercera guerra Samnita por delante, y si no fuera que los Samnitas recibieron una paliza tan grande de parte de los romanos, en la batalla de Sutrium, capaz que Ruliano no los hubiera perseguido a través de la selva.

Eso se debía a que la ciudad de Sutrium estaba literalmente pegada a esa selva Ciminia, y cuando los etruscos empezaron a correr selva-adentro, los romanos — o tenían que seguirlos, o iban a perderlos.

Bueno.

Entonces…

Estamos aquí para hablar de otra de las desobediencias de ese mismo hombre, una desobediencia que Ruliano hizo frente a un dictador de Roma, y que en nuestro caso no era nadie menos que Lucio Papirio Cursor.

Y digo “nadie menos” porque ese Papirio Cursor, no solo era un dictador de gran estatura, pero tambien provenía de una de las familias mas conocidas de Roma antigua.

Los Papirios.

Entonces primero veamos una breve descripción de estos dos hombres, Fabio Máximo Ruliano, y Lucio Papirio Cursor, porque en este episodio estamos cerrando las historias y los cuentos de la gran guerra, y no podemos cerrar ese cuento si no hablamos de los dos indiscutibles héroes de la misma.

Pero antes de darles una breve biografía de estos dos hombres, vayamos a ver rápidamente lo que pasa en la casa de Lucio, el nieto de aquel Lucio y Aeliana, que sobrevivieron el saqueo de Roma, y luego vamos a nuestra Palabra de la Semana en Latin.

En la casa de nuestro nuevo Lucio todo iba bien, la familia crecía y el negocio de escudos no daba abasto.

Este Lucio era un hombre de buen carácter, y de un talento para negocios.

De hecho, y económicamente hablando, la familia prosperó de tal manera que algunos miembros de familias Patricias ya los empezaban a notar, y la familia recibió dos ofertas de adopción para así ser parte de una de las tal llamadas tribus de Roma, y para de esa manera convertirse en Patricios romanos.

En total, Roma tenia mas de treinta tribus ahora, y ser adoptado por una familia de Patricios traía tanto nuevos derechos y placeres, como nuevos riesgos y peligros.

En general, familias de origen puramente Patricio, adoptaban a un plebeyo que se destacaba militarmente o económicamente, y eso se podía deber a dos causas principales:

UNO — El pater familias de la casa de los Patricios no tenía ningún hijo varón, y entonces buscaba de esa manera, conseguir tener un miembro de familia varón que siguiese la linea hereditaria.

O DOS — La familia de origin Patricio estaba endeudada o empobrecida por un mal manejo de dinero, y entonces esperaban rellenar sus cofres familiares por medio de esa adopción. En ese caso, los Patricios generalmente buscaban a plebeyos que se habían enriquecido en granjas o talleres artesanales.

Existía un tercer método de convertirse en patricio, y eso era por medio de matrimonio directo con la hija de un patricio, pero en ese caso, solamente los hijos — es decir, la generación siguiente, sería considerada patricia.

Pero ese día, la más pequeña de la familia, una niña de apenas cuatro años llamada Julia, fue corriendo a su madre, al parecer muy enfadada.

[…]

 

Episodio 44 – Plutarco y Dionisio de Halicarnaso

La segunda entrega de nuestros episodios de biografías. En esta ocasión le damos el honor a Plutarco y a Dionisio de Halicarnaso.


[spreaker type=player resource=”episode_id=13871592″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 44 — Plutarco y Dionisio de Halicarnaso.

Plutarco y Dionisio de Halicarnaso, dos nombres que hemos oido una y otra vez durante este podcast, y esto significa que — como estudiantes de la historia de Roma, dependemos de ambos personajes, al igual como dependemos de lo que Virgilio y Tito Livio escribieron, lo cual he relatado en el episodio 22.

Dependemos de Plutarco por sus relatos de los comienzos de Roma, aquellos primeros amaneceres de la ciudad de las siete colinas. Y tambien por otra de sus obras, la tal llamada “Vidas Paralelas” — una obra que vamos a analizar en unos minutos aquí.

Y dependemos de Dionisio de Halicarnaso por su estilo de pensar, de escribir, y de dar a conocer la historia, y por su sobriedad a la hora de escribir.

Hace 22 episodios hemos hablado de Tito Livio y de Virgilio, y aquí van las dos mayores diferencias entre aquellos dos personajes — ambos verdaderas estrellas de su época, y estos dos personajes, nada menos conocidos, apreciados, y leídos.

UNO — Mientras Tito Livio y Virgilio se embarcaban en sus viajes mentales a medida que iban atravesando el océano de sus imaginaciones — sin importar donde echarían anclas al final de cada capitulo, libro, o cada oración en el caso de Virgilio, Plutarco y Dionisio de Halicarnaso obtenían todos los mapas pertinentes, todos los detalles de puertos a visitar, y hasta sabían las profundidades del mar en cada uno de los puntos claves de sus piezas, a la hora de imaginar esa obra, una vez terminada.

En otras palabras, Tito Livio y Virgilio — si bien este ultimo raramente se sintió contento con sus propias obras, ambos eran lo que hoy en día se llama “pantsers” en el mundo de escritores, es decir que escribían primero, y analizaban luego.

La palabra “pantsers” dicho sea de paso, es una palabra en ingles, que proviene de la frase inglesa “writing by the seat of your pants” que, traducido al castellano literalmente significa algo así como “escribir agarrándose de la silla con el borde de los pantalones”, pero que en realidad significa algo así como “escribir hasta que a uno se le quemen los dedos, y sin importar a donde esa historia vaya.”

Mientras tanto, tanto Plutarco como Dionisio de Halicarnaso, escribían de una forma mucho, mucho mas coordinada, y ambos sabían a donde llegarían antes de siquiera haber empezado a escribir.

En ingles, eso se llama “outliner” — algunos escritores son puramente outliners, y otros son puramente pantsers.

Como un ejemplo clásico, Ernest Hemingway era un perfecto ejemplo de un outliner.

Si bien él no usaba diagramas o bosquejos, para sus capítulos y escenas, él sabía perfectamente, cómo y dónde su obra terminaría, aun antes de haber empezado a escribir su pagina numero uno.

DOS — Mientras Tito Livio y Virgilio se aislaban de las penurias por las que ciudadanos comunes, legionarios, esclavos, y hasta emperadores pasaban en sus vidas privadas, Plutarco y Dionisio sabían como ponerse en los pies de otras personas.

Bueno, esas fueron las dos diferencias mas importantes, literariamente hablando, y ahora quiero mencionar la tracalada de diferencias que estos dos personajes mostraban en todos los otros ámbitos de la vida, incluyendo apariencia física, lugar de origen, educación, y — últimamente, el por qué escribían lo que escribían.

Porque — al final y al cabo, cuando uno se encuentra frente a un escritor, la primera pregunta que uno se pregunta, o que se tendría que preguntar, es por qué esa persona escribe lo que escribe, verdad?

Cervantes Saavedra, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Isabel Allende, Gabriel Garcia Marquez, José Eustacio Rivera, Manuel Argüello Mora, Alejo Carpentier, Flavio Herrera, César Atahualpa Rodriguez, Mario Vargas Llosa, Vicente Blasco Ibañez, Pedro Calderón de la Barca, Tomás de Iriarte, Manuel Machado, Francisco de Quevedo, y todos en esta larga lista — que dicho sea de paso, pudo haber sido tanto mas larga, repito — todos estos autores tenían sus propias, únicas — y diferentes razones para escribir.

Y Plutarco y Dionisio de Halicarnaso no eran la excepción a esta regla.

Entonces, vayamos a una breve lista de las diferencias físicas, históricas, educacionales, y demás ámbitos, entre estos dos autores, y los autores de nuestro Episodio 22.

Luego tendremos otra lista de diferencias entre Plutarco y Dionisio, sin cuidado.

UNO — La primera diferencia es obviamente la barba. Si bien, ambos vivían en mas o menos la misma época que Tito Livio y Virgilio, bueno — mas o menos, ambos estos autores tenían barba. Tito Livio y Virgilio, por cualquiera que sea la razón siempre fueron retratados sin barba. No voy a entrar en el por qué de todo eso, simplemente lo nombro.

DOS — Al contrario de Tito Livio y Virgilio, tanto Plutarco como Dionisio de Halicarnaso no nacieron en Italia, sino que eran hijos del mundo griego. Esto, como veremos mas tarde, será una buena pista para averiguar el por qué escribían lo que escribían, una vez que sepamos las condiciones entre Roma y Grecia en esos tiempos, con mas detalle.

TRES — Ambos — Plutarco y Dionisio de Halicarnaso tenían un buen conocimiento de las relaciones entre Roma y las partes del mundo que en el tiempo de sus vidas, estaban bajo el control de Roma. Y ambos — creo yo, apreciaban el nacimiento de la tal llamada Pax Romana, aun si todavía harían falta un par de décadas hasta que esa paz sea llamada así. Tito Livio y Virgilio, por el otro lado, no tenían mucha idea de lo que verdaderamente pasaba entre Roma y el resto del mundo, con la excepción de relatos tomados de lo que otros testigos les decían, como para poder crear sus historias.

Y por supuesto, Plutarco y Dionisio veían las cosas desde afuera de Roma.

Si uno quiere apreciar la belleza de la playa, uno tiene que pararse en la playa y mirar, y no estar metido en el agua del océano, hasta el cuello.

[…]

 

Episodio 43 – La Vía Apia – Segunda Parte

La segunda parte de la Vía Apia. Con detalles como los romanos hallaban aguas subterráneas, y las herramientas que utilizaban.


[spreaker type=player resource=”episode_id=13815390″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 43 — La Vía Apia – Segunda Parte.

— “Un paso más a tu izquierda!”

El muchacho, a 23 pasos y medio del agrimensor, no oyó la orden, y por lo tanto, no se movió.

— “A la izquierda, te he dicho,” gritó el agrimensor.

El muchacho, ahora asustado, se movió a la izquierda. El pobre aprendiz no podía oír ni una sola palabra, con el viento del mar Tirreno, soplando en la dirección del viejo enojado.

— “Un solo paso, te dije,” volvió a gritar el topógrafo romano. “Que stulte, ese muchacho,” pensó el viejo.

Stulte era la palabra que los romanos usaban cuando estaban verdaderamente enfadados por la incapacidad o estupidez de algún aprendiz, o un estudiante un tanto “lento.”

Traducido al castellano, “stulte” equivale a algo así como “idiota.”

Cuando el muchacho se trató se poner en el lugar correcto, pisó una piedra y en un movimiento que solo duró un segundo, la groma, más alta que el muchacho mismo, se cayó de entre sus brazos, y se fue al piso.

El brazo de soporte de la groma se quebró, y hasta el mismo mástil, el centro del instrumento, con su punta de hierro aguda, se torció en la tierra hacia un lado.

La groma, así, ya no servía para nada.

Entre maestro y aprendiz, habían logrado poner dos gromas en su lugar, y faltaban dos más.

El cuadrado que formarían con las lineas de las gromas, serian el mas básico de los quehaceres de un aparejador romano.

Asi es.

Nada era mas simple que crear el plano para una ruta, o un campo militar romano, o — en este caso, un campo donde en menos de un mes, mil obreros — esclavos, libertos y artesanos libres, trabajarían sin parar.

Establecer un cuadrado de lineas perfectamente rectas, y con ángulos en 90 grados, con nada mas que herramientas como palas, cierras, martillos, cinceles, clavos, divisores, cuadrados, y un nivel que se parecía a un banquillo de cuatro a siete pies — un tanto rudimentario, llamado el chorobate, todo eso era el deber de un agrimensor romano.

Tornillos no se habían inventado aun en Roma.

Y tampoco había brújulas, o carretillas para llevar toneladas y toneladas de tierra y rocas de un lugar a otro.

Mientras en China antigua, la brújula fue inventada alrededor de este mismo tiempo; la carretilla fue dibujada en los edificios funerarios de un gobernante de la dinastía de los Han, en el año 118 AC.

Increíblemente, la carretilla común no aparece en Europa hasta el siglo diez, ya en la Edad Media.

Bueno — sí existen teorías de que en Constantinopla sí se usaba un forma de carretilla con una sola rueda alrededor del siglo tres de nuestra era, pero hasta el día de hoy, no existen pruebas de esto.

Pero, volviendo a nuestro muchacho y al agrimensor, el día de trabajo entero — y esa groma, con su base torcida, estaban completamente perdidos.

El muchacho que acababa de romper la groma era el nieto de Falvio, aquel Falvio que haba elegido vivir en Tusculum, después de haber visitado Roma por primera vez a la edad de quince años, en los tiempos cuando Lucio y Aeliana aun estaban vivos.

Ese nieto, llamado Hanno, fue llamado así, en honor a un tío suyo, pero el nombre siempre le causaba ser ridiculizado en la sociedad super-romanizada de Tusculum, porque era obviamente un nombre de origen fenicio.

El joven Hanno no quería estar en Italia, y mas de una vez, le pidió a su padre que fuesen a Cartago, donde su tío vivía.

Ese tío recientemente volvió de Italia a Cartago, y comenzó un negocio de excavación y producción de alquitrán — tambien conocido como brea egipcia, la cual, él vendía con mucho éxito, a todas las colonias a lo largo de la costa de Africa del Norte, y hasta en algunas de las colonias, en lo que hoy conocemos como España.

En la mente de Hanno, en Cartago, la vida valía la pena ser vivida.

Tal vez en Roma la vida era mejor, pero aquí en Tusculum, los días se mezclaban entre sí, en una aburrida secuencia de memorias — todas de color gris.

Y eso era verdad.

Al contrario de Roma, ciudades como Tusculum no florecían.

Menos trabajo, menos oportunidades, y menos gente vivía en Tusculum que cien años antes.

Lentamente, la ciudad caía en un manto de desuso, desinterés, y desdicha.

Ya no existían poderosos senadores como el viejo Anio, que pudiesen impresionar al Senado de Roma, y si no hubiese sido por los puestos de trabajo, que el censor Apio Claudio creó con la Vía Apia, la situación sería peor aun.

[…]

 

Episodio 39 – Estado de la Unión – 320 AC

Un vistazo del mundo alrededor de Roma, a tres años de la muerte de Alejandro Magno, y en medio de las dos derrotas mas aplastantes de la Gran Guerra Samnita.


[spreaker type=player resource=”episode_id=13644811″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 39 — Estado de la Unión – 320 AC.

Este es nuestro tercer Episodio del Estado de la Unión, y tal como lo dije en nuestro episodio 13, en este momento ya tenemos muchas de las normas, estilos, y otros precedentes bien establecidos para este tipo de eventos.

Nos encontramos en el año 320 AC, justo después de la vergonzosa derrota de las legiones de Roma, en las ya famosas Horcas Caudinas.

Así que durante este episodio vamos a dividir nuestro tiempo en tres secciones, a saber.

UNO — Vamos a ver qué le pasó a esas tropas en camino a Roma, y cuales fueron los siguientes eventos antes del cierre el ese año.

DOS — Vamos a dar nuestro típico vuelo de águila alrededor del mundo de Roma, tal como lo hicimos en nuestros episodios 13 y 26.

Y TRES — Vamos a hacer un rápido repaso de la gente que gobernó los destinos de Roma, entre los años 390 y 320 antes de Cristo, igual como lo hicimos la última vez.

Y como siempre, durante este episodio no tenemos nuestro segmento de la Palabra de la Semana, así que eso va a quedar para nuestro episodio que viene.

Bueno. Empezamos ya!

Cuando las tropas romanas se fueron caminado de las Horcas, ellos utilizaron el camino que pasaba cerca de Capua, pero — tal como lo dije durante nuestro episodio pasado, a nadie se le ocurrió ir a Capua, y pedirles ayuda a la gente de Capua.

Era demasiada vergüenza, y los romanos no sabían como los recibirían porque la gente de Capua — bueno… digamos que no eran muy famosos por su hospitalidad y honestidad.

Pero cuando noticias de lo que pasó llegaron a Capua, la gente de la ciudad salió de la ciudad, a buscarlos.

Trajeron comida, agua, ropas, y hasta armas, para que los soldados se sintieran más en su propio elemento. El ejército de Capua — que no estaba compuesto de romanos, hasta les obsequió su propio estandarte, o escudo de armas, para que puedan caminar hacia Roma con la frente bien alta.

Pero, según algunos historiadores, todos estos actos de bondad no lograron apaciguar la vergüenza que los romanos sentían, y al día siguiente los nobles de Capua acompañaron a los romanos hasta el camino a Roma.

Uno de los nobles más distinguidos de Capua, un hombre llamado Ofilio Calavio hasta los acompañó hasta el mismo Senado de Roma, donde utilizó su influencia para dirigirse al Senado romano, una vez que los senadores se habían reunido para recibir el reporte de la derrota.

Oiremos mucho más de la familia de los Calavios durante nuestro podcast, porque uno de los descendientes de Ofilio Calavio fue el responsable del incendio de Roma en el año 211 antes de Cristo.

Pero, como ven, estamos lejos de eso, aún.

Este señor Ofilio dijo lo siguiente, cuando los senadores abrieron su sesión para oír lo que pasó en las Horcas Caudinas.

“La verdad está muy lejos de lo que parece.

Ese silencio obstinado, esos ojos fijos en el suelo, esos oídos sordos a toda consolación, esa vergüenza, esa manera de esconderse de la luz, son todas las indicaciones de un resentimiento terrible que fermenta en sus corazones de los legionarios que pasaron por ese evento.

Habrá venganza.

O yo no sé nada del carácter romano, o el silencio que ven aquí, pronto será causa de gritos y gemidos samnitas de angustia.

Recuerden mis palabras, o Senadores!

El recuerdo de la capitulación de las Horcas Caudinas será mucho más amargo para los samnitas, que para los romanos.

Pero Roma seguía sintiendo vergüenza. Hasta los senadores mismos se negaron a tratar leyes y edictos, de la forma habitual, y solamente se reunían cuando las circunstancias verdaderamente los obligaban a eso.

El año siguiente, es decir, nuestro año 320 AC, el senado falló dos veces en la elección de los Cónsules para ese año.

Primero eligieron a dos Cónsules que fueron proclamados mal elegidos por los arúspices de Roma, y luego eligieron a otros dos hombres que se encontraron en la meta — políticamente hablando, de mucha gente poderosa en Roma.

Hasta hubo un interregno, entre estos segundos dos hombres, y la tercera elección, pero cuando a final el Senado eligió a Publilio Filo, y a Papiro Cursor — este último por segunda vez, todo el mundo estuvo de acuerdo.

Roma, en ese momento, no tenía a nadie que fuese mejor.

Durante la primera asamblea de los senadores bajo el mando de Publilio, este inmediatamente mandó a llamar a Espurio Postumio, para que hable de los eventos.

Según anotaciones históricas, Espurio Postumio dijo mas o menos esto:

“Cónsules, estoy muy consciente de que he sido llamado a hablar en primer lugar, no porque soy el primero en honor, sino porque soy el principal en desgracia y no tengo la posición de un senador, sino de un hombre en su juicio que tiene que cumplir con el cargo, no sólo de una guerra fracasada, sino también de una paz humillante.

Ya que, sin embargo, usted no ha introducido la cuestión de nuestra culpa o el castigo, no voy a entrar en una defensa de mi mismo aquí.

Diré en pocas palabras lo que pienso acerca de la pregunta que tenemos ante nosotros, y vosotros podréis juzgarme y a mis legiones.

Esta promesa que tuvimos que hacer frente a los Samnitas, sin embargo, no fue hecha por la orden del pueblo romano, y por lo tanto el pueblo romano no está atado por ella, ni es nada debido al Samnitas bajo sus términos más allá de nuestras propias personas.

Seamos entregados a los sacerdotes fetiales, despojados y atados; liberemos a la gente de sus obligaciones religiosas si es que las hemos involucrado en alguna, de tal modo que  podamos reanudar la guerra en contra de Samnia sin infringir leyes divinas y juramentos dados.

Yo, Espurio Postumio Albino y mi co-comandante Tito Venturio Calvino, estamos dispuestos a dar nuestras cabezas por haber aceptado pasar bajo el yugo, encadenados y desnudos.

Y que sea de acuerdo con vuestra voluntad, que las legiones de Roma — bajo dos Cónsules frescos, marchen en contra de los Samnitas! Estas son mis palabras.”

El senado de derritió con el speech de Postumio, y lejos de castigarlos, le aplaudieron de pié.

Pero, un Tribuno plebeyo llamado Lucio Livio — no creo que haya tenido parentesco alguno con Tito Livio, no estaba de acuerdo con las palabras de Postumio.

Él decía que el pueblo de Roma no se vería liberado del juramento dado por las legiones de Roma en las Horcas Caudinas, a menos que los Samnitas fuesen puestos otra vez, en la misma posición ventajosa que tenían cuando habían atrapado a los soldados.

Tambien decía que el pueblo de Roma no estaba ligado a esos juramentos, porque los Samnitas mismos no pudieron aprovecharlas.

¿Por qué los Samnitas, en su infinita astucia y en la ventaja del momento, no obligaron a Postumio y a Venturio a que Roma enviase sacerdotes fetiales, y que estos sacerdotes ratifiquen la rendición de Roma misma?

Y digo, de toda Roma.

A esto, Postumio respondió:

[…]

Episodio 37 – Las Horcas Caudinas

Todo iba bien para Roma, hasta que 50 mil legionarios se metieron en un llano entre dos desfiladeros. La vergonzosa derrota de las Horcas Caudinas.


[spreaker type=player resource=”episode_id=13546255″ width=”90%” height=”80px” theme=”dark” playlist=”false” playlist-continuous=”false” autoplay=”false” live-autoplay=”false” chapters-image=”true” episode-image-position=”left” hide-logo=”true” hide-likes=”true” hide-comments=”true” hide-sharing=”true” hide-download=”true”]


Transcripción Parcial

Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.

El Cuento de Roma, Episodio 37 — Las Horcas Caudinas.

Durante el último episodio vimos el final de muchas cosas.

El final de Publio Decio Mus, por el sacrificio que decidió hacer en el campo de batalla.

El final de Tito Manlio Torcuato, en los libros de Tito Livio, por el desprecio que los romanos le dieron después de sacrificar a su propio hijo.

El final de la guerra contra los Latinos.

El final de los pueblos tales como los Sidicinos, los Auruncios, los Volscos, y los Campanios como pueblos libres del yugo de Roma.

El final de la Liga Latina, y tambien el final del respetado senador latino Annio quien se desplomó por las escalinatas del Senado Romano.

Y hasta vimos el final de la resistencia Ateniense en contra del rey Filipo II de Macedonia, quien acababa de casarse con una muchacha llamada Cleopatra Eurídice de Macedonia — la sexta o séptima de sus esposas, quien sabe.

Y finalmente tenemos otra pérdida más — esta vez en Ostia.

En un evento que ocurría demasiado a menudo en Roma, y en ciudades creadas por los romanos, el edificio donde nuestro fiel esclavo vivía, estalló en llamas, una noche.

Nuestro esclavo no tuvo chances de bajar las escaleras desde su tercer piso, y mientras gente trataba de bajar por ellas, una mujer se resbaló y — agarrando a su esposo, arrastró a ambos a su muerte, en el infierno de fuego que devoraba al vecindario entero.

Y mientras el humo y el olor tóxico de ese tipo de accidentes, combinado con el tamaño de las puertas, y la falta de ventanas, hicieron lo suyo para terminar con las vidas de los demás, nosotros jamás volvimos a oír de nuestro hombre en Ostia.

Así que esta vez tenemos que buscar una nueva manera de oír de noticias desde fuera de Roma, porque tenemos enormes eventos desde Grecia, Macedonia, y Persia.

Recordemos que entre el final de la guerra en contra de los Latinos y el comienzo de la Segunda Guerra Samnita hay exactamente 15 años, y en esos años pasó muchísimo en Grecia, y casi nada en Roma.

Y dicho sea de paso, nuestro hombre en Ostia trabajó para nosotros desde el año 342 AC, o sea que vivió nueve años en la ciudad portuaria.

Su cuerpo jamás fue recuperado de las cenizas.

No existe ningún tipo de tumba o inscripción

para recordar su vida y muerte.

Roma reconstruyó los edificios durante el año siguiente,

y los nuevos edificios tenían cuatro pisos en vez de tres.

El motivo del incendio jamás fue investigado.


Y ahora si, vamos al año 336 AC

[…]